Cartel preparado para la presentación por Camila Junqueira
Por Esperanza Cabello
En femenino singular
Mañana es el Día del Petaquero en Ubrique, un día festivo dedicado a los trabajadores de la piel de nuestro pueblo y que, normalmente, aprovechamos para descansar, pues siempre se celebra el último lunes de mayo. Y decimos "el puente del petaquero".
Pero es que, además, al tratarse de una profesión tan significativa para todos los ubriqueños y ubriqueñas (creo que no existe ninguno que no haya tenido relación con la marroquinería), el homenaje institucional se hace imprescindible. No recordamos desde cuándo se celebra este día, ni sabemos si existe un listado de trabajadores y trabajadoras homenajeados, que estaría muy bien que existiera, pero sí que conocemos los homenajeados de este año, (podemos conocerlos en este enlace de Radio Ubrique) y a todos ellos y ellas queremos darles la enhorabuena, pasan a formar parte del cuadro de honor que refleja el presente y el pasado de nuestro pueblo.
Yo soy hija y nieta de petaqueros y fabricantes, mi padre fue el primer maestro de petaqueros de la Escuela de Artes y Oficios de Ubrique, en el 67, y nací justo encima de la petaquería de mi abuelo Leandro, con olor a pieles y súper, acunada por el sonido de las patacabras.
Pero mi relación es más fuerte con el mundo de los libros, de la enseñanza, de los archivos y bibliotecas, y precisamente desde este mundo tengo la ocasión de honrar la memoria de los que nos precedieron y estudiar su mundo, sus orígenes y todos los precedentes. He
sido profesora durante treinta y ocho años, y encargada y coordinadora de
bibliotecas escolares durante más de treinta en las provincias de Sevilla, Jaén
y Cádiz.
Y por eso mañana, 28 de mayo, a partir de las 11:45, en Movex, tendré el honor de formar parte del homenaje institucional a los petaqueros y petaqueras de Ubrique, pues he tenido la fortuna de acceder a un nuevo archivo familiar, y esto me ha permitido consultar las notas de don Francisco García Parra (1888-1960) a propósito de "Ubrique y las manufacturas de piel".
Muchas personas se preguntan quién es este personaje ubriqueño, aún desconocido y, lamentablemente ignorado. Yo estoy segura de que en poco tiempo su papel en la historia de nuestro pueblo será reconocido, por fin, y espero conseguir enmendar al menos en parte el error que cometieron los primeros que, queriendo reconocer su trayectoria, se equivocaron de apellidos y hablaron de un sacerdote antequerano que vivió en Ubrique a mediados del siglo XIX. Ese error está en la exposición permanente del CIHU en la ermita de San Juan de Letrán, en artículos publicados en revistas arqueológicas e incluso en el BOJA, para la declaración de BIC de la zona arqueológica ubriqueña, que se guiaba por los escritos de un arqueólogo que hizo trabajos en Ocurris y fueron publicados por Papeles de Historia. En todos ellos consta el nombre de aquel cura antequerano apellidado Sarmiento en vez de el de este ilustre ubriqueño.
Francisco García Parra fue una persona fuera de serie, le tocó vivir una época que supo manejar y en la que se desenvolvió con maestría y singularidad.
Nacido en 1888 en el seno de una familia muy numerosa, ocho hermanos, sus padres, miembros de familias muy bien situadas y de gran renombre, con apellidos con los que muchos ubriqueños nos sentimos relacionados: Bohórquez, Vegazo, Piñero, García, Sevillano, Rodríguez, Barea, Parra, Vecina y Poley. Eran "propietarios", imagino que tendrían una gran cantidad de fincas, lo que les permitía vivir holgadamente. Los hermanos pequeños, Manuel y Miguel, fueron universitarios, uno farmacéutico y el otro veterinario, y Francisco se formó en diversas academias en Madrid.
Cosmopolita, viajero, lector empedernido -tiene la mejor biblioteca de Ubrique con diferencia-, escritor, fotógrafo, interesado por la ciencia, por la naturaleza, por la arqueología, por la antropología. Gran pensador, se conservan varios cuadernos de pensamientos y tesituras vitales. Persona muy religiosa, compartía con su hermana María, la mayor, su amor por los viajes, por la devoción y la religiosidad.
A la muerte de su padre, Miguel García Bohórquez, en 1916, Francisco tomó las riendas de la casa, ya que su hermano mayor, José, se había casado e independizado. Se ocupó de la hacienda de los García Parra, del matrimonio de su hermana Rosario con José Corrales Jordán, de lo necesaria para sus dos hermanas monjas, Francisca y Teresa, de hacer una casa nueva para la familia en la misma calle del Perdón, en el número 26, y gestionó tanto los campos como el comercio que habían emplazado en Málaga, el Bazar España.
Su afición por la escritura y la fotografía lo hizo relacionarse con todos los diarios y revistas nacionales, enviando frecuentemente crónicas e imágenes de nuestro pueblo, beneficiando, del mismo modo, la publicidad en diversos medios de los primeros fabricantes de artículos de piel. Francisco fue el encargado de escribir los textos y hacer las fotografías para los artículos de la Enciclopedia Espasa sobre Ubrique y sus personajes célebres. Del mismo modo fue el corresponsal y colaborador del entonces Instituto sismográfico, dando cuenta de cualquier fenómeno que hubiera en la zona. Consiguió traer las líneas telefónicas a Ubrique en 1934, colocó en los años cuarenta el pluviómetro que hay en la carretera de Benaocaz, que controlaba periódicamente.
Escribió una gran parte de los textos de la Historia de la villa de Ubrique, del padre Sebastián, sus sobrinos explican que el fraile solo se ocupaba del aspecto religioso, y Francisco del resto, así como de todo el material fotográfico.
También escribió muchísimas crónicas de viaje, y, por supuesto, crónicas de la vida en Ubrique, tanto desde el punto de vista social como político o religioso. Fue incluso alcalde de Ubrique un tiempo, al igual que su padre.

En 1932 le llegó la primera petición de una editorial para escribir sobre la historia de las manufacturas de piel de Ubrique. De 1943 hay varios cuadernos de notas sobre los trabajos en la marroquinería y en 1959 comenzó en firme a escribir su reportaje sobre los artículos de piel.
No pudo completar su propósito, su reportaje quedó incompleto, pero dejó suficientes notas, recortes de periódicos, fotografías y cartas para poder completar este puzzle, tarea en la que llevo inmersa unos meses, y para la que he tenido la inestimable ayuda de muchas personas, a las que agradezco de corazón su apoyo e interés. Aquí debo resaltar la tarea de Jesús Ortega Villalba, el joven historiador ubriqueño que ha sido mis ojos en la transcripción de las notas y sin cuya ayuda esto no habría sido posible.
El libro que presentaremos mañana, maquetado por Camila Junqueira, que ha hecho un formidable trabajo y que no deja de sorprendernos, incluye decenas de fotografías de Ubrique en los treinta, cuarenta y cincuenta, además de imágenes específicas del trabajo de los artículos de piel, todas realizadas por Francisco García Parra. Será publicado por la editorial Proyecto 5, Remedios Rubiales se ha implicado igualmente en el proyecto.
Además está la explicación más lógica y simple del inicio de nuestra manufactura, los nombres propios de los primeros fabricantes y muchas curiosidades que han quedado en el olvido pero que para él eran los detalles diarios, conoció a casi todos los primeros fabricantes, a todos sus hijos y a muchos de sus nietos, manteniendo con algunos de ellos una estrecha amistad.
Entre sus notas destacan los guiños a los tipos de pieles, los detalles de las costureras, el origen de las petacas, tan simple como siempre nos lo han contado, y tan increíble que daría para escribir una historia. También los auténticos primeros petaqueros, explicando en qué taller estaban y acompañando la fotografía del taller primitivo y las dos vertientes que tomaron sus aprendices.

Estas son las palabras que García Parra escribe en el epílogo de su reportaje, y que dedicaremos, de corazón, a todos los homenajeados y a las petaqueras y petaqueros ubriqueños.
Y por último, no quiero terminar sin dirigirme a todos los empresarios y
productores de Ubrique, para decirles: Continuad sin tregua esta magnífica
labor iniciada hace siglo y medio, y seguida por la constancia de vuestros
antepasados; y como ellos lo hicieron con vosotros, transmitidla también a
vuestros descendientes, como sagrada herencia de aquellos hombres de antaño
que, interpretando el trabajo en su más amplia significación, os señalaron con
su conducta, digna del mayor elogio, la seda a seguir: Ejecutándolo
manualmente, para procurar su propio sustento; con la inteligencia, para
perfeccionar su arte con una constancia ejemplar; y con sus virtudes.
Defended siempre denodada y noblemente vuestra sólida reputación
industrial, como lo habéis hecho hasta aquí: con las únicas armas de vuestra
honradez, vuestra constancia y vuestra laboriosidad.
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