Por Esperanza Cabello
Esta es la única imagen que se conserva del cuadro de la Divina Pastora que presidía el convento de capuchinos de Ubrique, pintado en 1748 y bajo el que, supuestamente, se refugió el niño José Caamaño pidiendo ayuda para superar su timidez y torpeza, pues él quería ser predicador.
En el libro "La Divina Pastora y el beato Diego José de Cádiz" (en este enlace), el capuchino Juan Bautista de Ardales nos explica la existencia, en época del Beato Diego, de la Hermandad de la Divina Pastora de Ubrique:
Con motivo de esta cuaresma ocúrrese la pregunta de si fray Diego fundó en Ubrique alguna Hermandad de la Divina Pastora. A lo que puede contestarse que en nuestra iglesia no lo hizo ciertamente, porque lo vedaban las leyes de la Orden, para que los religiosos conservasen el espíritu de retiro y la abstracción de criaturas. Pero, en cambio, puede afirmarse con toda probabilidad que la erigió en la iglesia parroquial de la villa.
Consta, desde luego, por la tradición, que existió una Hermandad de la Divina Pastora en la citada parroquia, aunque hasta ahora se desconocen la fecha de su fundación y el contenido de la Regla. Amparan y confirman a nuestra presunción el celo y eficacia con que se producía el joven apóstol para honrar a su Madre, la Divina Pastora, y extender su devoción y cultos, como también el conocimiento y experiencia que reveló tener sobre estos asuntos en la fundación de la Hermandad de Estepona. Aquella rapidez y facilidad con que procedió, orillando todos los obstáculos y realizando su obra, es signo de que ya había practicado este procedimiento o que se preparaba para practicarlo. Ningún punto tan propicio para ello como el de la villa de Ubrique, donde moraba habitualmente y donde por seis años fue el predicador de plaza, publicando todos los días festivos las grandezas del divino pastorado de la Madre de Dios. Por esto creemos firmemente que la Hermandad de la Pastora que existió en Ubrique, es fundación de fray Diego, bien como fruto de la cuaresma o de su ministerio de predicador de plaza.
¡Lástima de que no se recogieran las primicias de este apostolado, henchidas del frescor y lozanía de sus años juveniles!
No hay comentarios:
Publicar un comentario