Los miembros del Grupo de Rescate 208 con su maestro-jefe a la cabeza, llegan al Ayuntamiento de Ubrique a finales de septiembre de 1972, después de haber recibido el Primer Premio Nacional: Trofeo de Oro de Misión Rescate, por el espléndido trabajo de recuperación y puesta en valor de las ruinas romanas de Ocurris, en el Salto de la Mora.
Manuel Cabello llevaba más de cuatro años interesándose por el monumento y, por fin, había conseguido que las autoridades arqueológicas provinciales y regionales tomaran cartas en el asunto y se ocuparan del Salto de la Mora, cuyo Columbario estaba siendo utilizado como establo y se encontraba en condiciones deplorables.
Consiguió el Primer Premio de Misión Rescate, el ansiado Trofeo de Oro, y todo el Grupo fue premiado con un viaje turístico por España.
Al regreso a Ubrique, todos estábamos esperándolos emocionados, y el recibimiento fue absolutamente increíble: las autoridades, la radio, la tele, todos los maestros y los niños del pueblo... cientos de personas.
Manuel Cabello llevaba más de cuatro años interesándose por el monumento y, por fin, había conseguido que las autoridades arqueológicas provinciales y regionales tomaran cartas en el asunto y se ocuparan del Salto de la Mora, cuyo Columbario estaba siendo utilizado como establo y se encontraba en condiciones deplorables.
Consiguió el Primer Premio de Misión Rescate, el ansiado Trofeo de Oro, y todo el Grupo fue premiado con un viaje turístico por España.
Al regreso a Ubrique, todos estábamos esperándolos emocionados, y el recibimiento fue absolutamente increíble: las autoridades, la radio, la tele, todos los maestros y los niños del pueblo... cientos de personas.
La entrada, como la de los Reyes Magos: repartiendo caramelos, regalos y besos, algunos nunca se han visto en otra...
Una vez llegados a la puerta del Ayuntamiento saludaron y todos apladudimos, gritamos y nos hicieron fotos para la prensa. Después salimos en el ABC y en el País, también en las noticias de la radio y en el informativo de la tele, edición Andalucía.
Recordamos esos momentos con emoción, y suponemos que para esos cinco niños, los cinco miembros del grupo, fue una experiencia que no olvidarán jamás. Fueron aclamados y vitoreados por todos los otros niños y niñas del pueblo. Y ahí estaban los maestros: don Bartolo, don Francisco, don Antonio, don Manuel, don Rafael, don Ignacio, don Juan, don José Luis, y tantos otros.
Nos ha parecido muy entrañable ver en esta fotografía a nuestros municipales, los que hemos conocido siempre y nos han acompañado durante toda nuestra vida. En esta ocasión organizaron a los niños en La Plaza y protegieron a los del grupo de las avalanchas. Y ahí estaban todos, con las autoridades, con los maestros, con los niños y con la gente del pueblo.
Esperanza Cabello Izquierdo, diciembre 2009
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