jueves, 17 de diciembre de 2009

Los misterios del mundo subterráneo

La cueva de Postojna

Hace un tiempo contaba cómo después de muchos años había decidido desprenderme de algunos libros de texto que tenía de mis años de estudiante.

Pues bien, entre ellos encontré uno que me trae muchos recuerdos, se trata del libro “Los misterios del mundo subterráneo” escrito por Lübke en 1961.En él se habla de las cuevas más conocidas (y turísticas) del mundo. Cómo llegó a nuestras manos fue curioso pues fue un regalo que el jefe de disciplina del colegio Salesiano de Cádiz, le hizo a mi padre, ya que conocía la afición de él a aquellos temas. Una vez me llamó a su despacho, rápidamente pensé que aquel día no había hecho nada malo, pero nunca se sabía, dentro del despacho me entregó el libro.

De entre las cuevas que se citan aparece una que se encuentra en lo que entonces era Yugoslavia y hoy es Eslovenia: se trata de la cueva de Postojna.

Cuando lo leí por primera vez imaginé poder viajar tan lejos y visitar aquella cueva de la que se decían maravillas en el libro, pensé en esta porque otras estaban o en América o en Australia y quedaban un poco más a trasmano y ahí quedó la cosa, en la imaginación.

Muchos años después, en el verano de 1994 nuestro amigo Pedro Herrero nos dijo que ese verano a los caños o el Palmar nada, que nos íbamos a Eslovenia ¿Dónde? Fue nuestra respuesta. El nos explicó que hacía poco que el país se había independizado y aunque en las demás repúblicas había movida este pequeño país tenía el reconocimiento de Austria y Alemania.

De modo que cogimos el Ford Fiesta de segunda mano los bártulos del camping y nos fuimos Pedro Herrero, Carlos Luis Pacheco y el chófer ,que era yo y nos fuimos a la aventura, que duró poco porque en Lérida se averió el coche y pasamos 8 días esperando que lo arreglaran.

El día que lo entregaron dudamos si seguir o no porque tenía una pequeña fuga de aceite, compramos un bote de 5 litros y continuamos. Un par de días después y después de cruzar el sur de Francia y el norte de Italia (yo mordiéndome las uñas porque dejaba atrás multitud de sitios que me gustaría haber visitado: Mónaco, Genova, Pisa, Verona, etc… Sólo paramos en Venecia, esa ciudad no podíamos dejar de visitarla) entramos en Eslovenia al anochecer. La primera impresión: nos fijamos que las señales de tráfico las habían usado de dianas y estaban agujereadas de los tiros. Un poco más allá vimos como un ciervo cruzó delante del coche (me imagino que lo ponen para los turistas) hay que tener en cuenta que es el país más boscoso de Europa. Y esa noche dormimos en el camping de Postojna.



Al día siguiente nos dirigimos a la cueva, pagamos nuestra entrada y nos montaron en un trenecito (nos hizo mucha gracia) que te lleva a lo más profundo y después regresas andando. Entre las muchas maravillas que tiene la cueva cabe destacar la gran sala de baile donde por lo visto caben 15000 personas; o un animal que vive en total oscuridad, incluso dentro hay una oficina de correos. No tiene nada que ver con la cueva del tío Pepito.

No me hacen gracia las cuevas tan urbanizadas pero por otro lado es la única manera de que algunas personas las puedan visitar. He visitado una en Portugal que después de bajar un desnivel de 100 metros se llega a un ascensor que te sube a la superficie.

El país merece una visita (en internet hay muchas fotos) con sus Alpes julianos sus lagos y sus balnearios y sus bosques; pero para ir no en un Ford fiesta perdiendo aceite sino en avión. Que es lo que hizo Pedro unos años después cuando fue con Inma.

Siempre me acordaré de los tres ubriqueños montados en una barquita en el lago Bled rodeados de austriacos y alemanes cantando el vaporcito del puerto. O de la cara de Pedro montado en el trenecito de la cueva de Postnja.




¡Va por ti, Pedro!


Leandro Cabello, diciembre 2009



4 comentarios:

Candela dijo...

Buff... con mi calustrofobia -aunque ya algo mas controlada- no se si podria adentrarme en esas grutas...

Leandro dijo...

Con las salas tan inmensas que tiene la cueva no creo que te sintieras muy encerrada. En la gran sala de baile,aunque esta bien iluminada, ni siquera se puede ver el techo mientras que por un lado circula un gran rio.Al lado de esta cueva hay un castillo casi metido en otra cueva.

Candela dijo...

Madre! Pues si que es grande entonces!

J. S. Vila dijo...

Sin duda fue un viaje muy interesante, donde lo pasaste muy bien, y que vale la pena recordar.