Esperanza Izquierdo y Manuel Cabello
Años cincuenta
Por José María Cabello
Ronda, 30 de junio de 2016
Ronda, 30 de junio de 2016
Acabo de
recibir la noticia del fallecimiento de Esperanza Izquierdo. Por dos veces
seguidas y en el espacio de algunas horas, dos duros golpes con la desaparición
de las dos figuras mas representativas, verdadero archivo oral de nuestra larga
familia.
Y mi primer
sentimiento ha sido de agradecimiento a Dios que nos ha permitido gozar tantos
años de su presencia, de su prudencia, de sus consejos, de sus recuerdos y de
su amor inextinguible para la extensa rama familiar nacida del árbol común con mi hermano Manolo y del amor ejemplar que
vivieron.
Enseguida daros las gracias a
vosotros, sus cinco hijos, con vuestras respectivas familias, que habéis conllevado modelicamente el larguísimo
calvario de su enfermedad, haciendo posible que su tránsito del sueño terrenal
- en que estaba sumida- se haya convertido en un suave salto al sueño eterno de
los cielos.
Allí, nos dice la Biblia: "Florece el justo como la palmera y crece
como un cedro del Libano...Plantado en la casa de Javeh dará flores en los
centros de Dios nuestro"(Salmo 92, v. 10-11); y allí ha recibido el premio
que nos dio Jesús: " Quien mora en Mi vivirá eternamente" (Juan 6,3).
Ronda, 4 de julio de 2016
Ronda, 4 de julio de 2016
Agradezco a Bartolo que se haya
dirigido a ella en un mensaje tan pulcramente escrito como sentido en lo más hondo
como recuerdo de Esperanza, y ya que destaca el perfil de su cultura, quisiera completarlo
con algunos datos.
Todavía en Ronda algunas compañeras suyas en las Esclavas
recuerdan su brillante expediente académico coronado con el Examen de Estado,
tan difícil de conseguir en aquellos años.
Y ya que se refiere a la Universidad a Distancia, recuerdo
que en sus años difíciles le insistí en que accediera a la Universidad, ya que
le sobraba capacidad para ello. Pero desistió de ello por su claro deseo de ser
una buena madre. Y a fe que lo consiguió, una madre perfecta.
Porque su profunda religiosidad, de la que dio testimonio
toda su vida, se basaba en un amor increíble a Cristo y su Palabra, así como en
la humildad y la renuncia con que se inician la vía para la ascetica de los
santos que tan alegremente ejerció en su largo periplo.
Siempre en nuestros corazones, Esperanza.
Siempre en nuestros corazones, Esperanza.
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