miércoles, 23 de agosto de 2017

Picasso en una cartera de Ubrique, una historia emocionante

"Para Diego Arenas Pozo
Picasso
el 16-8-64"



Aunque sea una historia insólita, se trata de esos relatos de los que siempre hemos oído hablar pero nunca habíamos tenido la ocasión de concretar. Sabíamos, por un familiar de Diego Arenas, que la familia custodiaba en lugar seguro una cartera de Ubrique absolutamente excepcional: una cartera autografiada por Picasso y dedicada al fabricante de artículos de piel ubriqueño.
Ahora, gracias a este artículo que Robustiano del Canto escribiera en Ubrique Información en mayo de 1995, podemos conocer los detalles de esta curiosa e insólita anécdota.


Por Robustiano del Canto



                                                   Ubrique Información. Mayo 1995




                           Apuntes taurinos del célebre Picasso en una cartera de Ubrique

                                             Ubrique Información. Mayo de 1995

En la temporada taurina del año 1964, un cordobés y residente en Barcelona acudía con frecuencia al sur de Francia como picador de la cuadrilla del diestro Manuel Benítez “El Cordobés”. Este hombre, conocido como Paco Carbonero, conocía a Diego Arenas Pozo y a su vez a Pablo Ruiz Picasso, por lo que gracias a este picador, el fabricante de artículos de piel pudo conseguir un apunte taurino y una dedicatoria del célebre pintor malagueño sobre una cartera de Ubrique.



Por Robustiano del Canto


                El mundo del viajante es de un ambiente ampliamente abierto. A veces, las amistades que se hacen perduran a lo largo del tiempo. Este es el caso anecdótico de Paco Carbonero y Diego Arenas Pozo; picador de la cuadrilla del torero Manuel Benítez “El Cordobés”, uno, y comerciante de artículos de piel y propietario de la cartera en cuestión, el otro.
                Diego Arenas no llegó nunca  conocer personalmente a Pablo Ruiz Picasso, pero, gracias a la amistad que le unía con el citado picador, consiguió un apunte y una dedicatoria del famoso pintor sobre una muestra de cartera hecha en Ubrique.
                Claro está que Paco le debería explicar al artista las circunstancias por las que dicha cartera había llegado a sus manos. Todo lo hizo por la amistad íntima que le unía con el fabricante de petacas. Picasso, posiblemente, conociera Ubrique de oídas, pueblo de su querida Andalucía, de renombrada artesanía en cuero y mundialmente conocido por sus petacas y carteras. Esto, quizás, le impulsó a satisfacer los deseos del picador. El universal artista no dudó en coger su bolígrafo o su pluma estilográfica y decidido y nervioso hizo un apunte taurino y un autógrafo sobre una cartera. El pintor era ya algo anciano, como muestra su caligrafía, algo temblorosa y con la fecha del año rectificada.
                Yo le encuentro al dibujo del toro mucha nobleza, aunque tiene unos rasgos muy característicos de novillo joven, sonriendo éste; parece que, en vez de querer embestir al picador, quisiera acariciarle mejor, demostrando así Picasso la amistad que le unía con su amigo Paco Carbonero.
El pintor demuestra esta cualidad, unas veces en lo bueno y otras en lo trágico, como en el gran cuadro del Guernica. Como buen malagueño y al igual que sus paisanos, el gran artista poseía una sencillez, un humor y unas cualidades humanas excelentes, ya que se familiarizaba con todos.
                Decía mi amigo Diego Arenas Pozo que nunca se imaginó que llegaría a tener entre sus manos una obra de arte de tal magnitud. Las cosas suceden así. Un día de los muchos que se iba a tomar copas con su amigo el picador, dialogando y ya los dos un poco alegres, le dijo Paco a Diego: yo cuando voy a picar toros a Francia veo a mi amigo íntimo Pablo Picasso, y si tú quieres algo de él, un autógrafo, por ejemplo, se lo puedo pedir. Pero, mira por donde, Diego tenía en el bolsillo una muestra de cartera y le dijo: Tómala, llévasela y que me la dedique, pues basta que sea tu amigo para que haga lo que tú le pidas.. Y así fue.
                Lo cierto es que Diego se vino de Barcelona para regresar a Ubrique. Ya no se acordaba de nada, pues se toman copas y se habla de todo en los viajes. Y lo que no se imaginaba es que a las varias semana la señora de Paco, que era clienta de éste y tenía una tienda de bolsos, hizo un paquete que le mandó al fabricante y donde venía la cartera dedicada por Picasso. Ahí está la amistad que unía al viajante y al picador.
                Según entendió Diego por su amigo Paco, este apunte y dedicatoria  a la cartera se lo hizo Picasso en su estudio del Pirineo francés, pues él lo trataba porque le llevaba y traía encargos a sus amigos del mundillo taurino al mismo Picasso. Paco le agasajaba con algún obsequio, pasas de Málaga o chorizos de Montejaque, ya que todo lo que fuera de su tierra andaluza le encantaba. Este pintor siempre iba acompañado y era difícil hablar con él en la calle y mucho menos en las plazas de toros, pues terminadas las corridas montaba en su coche y se dirigía siempre a su residencia. Así lo entendía Diego por las manifestaciones que posteriormente le hizo Paco Carbonero.
                El fabricante, de momento, le escribió a su amigo y le dio las gracias, y en un nuevo viaje de negocios que hizo a Barcelona se llevó consigo la mencionada cartera. Hubo un señor que le ofreció una importante suma de dinero por el artículo en cuestión, aunque éste le contestó que por nada del mundo la vendería, pues pensó que tenía mucho más valor por el hecho de tratarse de tan destacado personaje.
                Diego no era experto en pintura, pero el hecho de que el apunte hubiera sido realizado por las manos de Picasso ya no significaba un homenaje hacia su humilde persona o hacia su amigo el picador, sino un homenaje al pueblo de Ubrique y al artesano marroquinero. Picasso era un buen andaluz y siempre quiso agradecer su sincera amistad a través de su pintura.
                La narración de esta anécdota sobre el autógrafo se la quiero dedicar a mi amigo de la infancia Diego Arenas Pozo.



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