En el año 1969 Manuel Cabello trabajaba ya como maestro en la Escuela de Artes y Oficios, al llegar allí se encontró con un plantel de maestros que se convertirían en amigos para siempre y un gran número de alumnos, sus primeros alumnos, que quedarán, también para siempre, en el recuerdo de todos nosotros.
Fundamentalmente encontró apoyo en don Francisco Collado, compañero durante muchísimos años hasta su jubilación, y en don Manuel Carrasco, profesor de carpintería, que se convirtió en gran amigo e "inventor" de mil y una actividades diferentes: castillos de fuego, belenes vivientes, belenes mecánicos, cabalgatas de Reyes...
Terminando el primer trimestre del curso 1970-1971, y después de haber recibido los primeros premios de Misión Rescate, Manuel Cabello tuvo la genial idea de montar en su centro de enseñanza una exposición antológica en la que recogerían los hallazgos más importantes hasta el momento, sobre todo las piezas recogidas en las dos últimas tenerías de Ubrique, salvadas en el último momento de perderse para siempre entre los escombros de los edificos.
Él había pensado cómo hacer para que todas las piezas antiguas, todos los "cachivaches" abandonados y todas las "antiguallas" despreciadas y arrinconadas en trasteros y "soberaos" recobraran su valor. Así que empezó a montar, con la ayuda de sus compañeros, el apoyo de sus alumnos y los padres de sus alumnos y la solidaridad de toda la familia y amigos, una "Exposición antológica", en la que fueron incluyendo, poco a poco, muestras de todas la sabiduría popular, de la artesanía y del arte ubriqueños.
Había un par de salas de arqueología con piezas encontradas en tierras de labor y en el Salto de la Mora. La gente estaba orgullosa de poder enseñar los objetos encontrados.
La sala más preparada era la del curtido. Con un maniquí se reproducía fielmente el proceso de curtición. En las paredes estaban, cuidadosamente distribuidas, todas las herramientas necesarias que habían recuperado gracias a la amabilidad de don Miguel Romero.
La sala que más nos gustaba era la que reproducía objetos cotidianos de las casas; objetos de adorno, muñecos, cuadros, figuritas finamente talladas... Todo ello en bonitas estanterías, con pañitos bordados.
Manuel Cabello había hablado con muchas familias para que cedieran sus cuadros durante esta exposición, así que podíamos ver cuadros de Manuel , Julia y Rogelio Janeiro, de Pierre Matheu, de Juan Rodríguez Cabas , de Manuel Pillard y de varios pintores ubriqueños.
La pieza que más destacaba era el famoso Cristo de mármol del Calvario, impresionante, que durante la guerra civil había pasado a manos de particulares.
Durante varias semanas todos los del pueblo pudimos visitar la exposición. Nuestro padre no se olvidó de invitar a las autoridades provinciales y regionales, con el correspondiente eco en la prensa y el ir y venir de muchísimas personas .
A partir de ahí, su mayor ilusión fue conseguir una exposición permanente de las obras de arte y artesanía ubriqueñas. Durante el resto de su vida estuvo trabajando en el Museo Escolar en todas las escuelas en las que trabajó, quedando las piezas de arqueología y de curtición en el CEIP Reina Sofía trás su jubilación.
Actualmente, las piezas arqueológicas siguen en el colegio, y las herramientas de curtición están depositadas en el Museo de la Piel de Ubrique .
Fundamentalmente encontró apoyo en don Francisco Collado, compañero durante muchísimos años hasta su jubilación, y en don Manuel Carrasco, profesor de carpintería, que se convirtió en gran amigo e "inventor" de mil y una actividades diferentes: castillos de fuego, belenes vivientes, belenes mecánicos, cabalgatas de Reyes...
Terminando el primer trimestre del curso 1970-1971, y después de haber recibido los primeros premios de Misión Rescate, Manuel Cabello tuvo la genial idea de montar en su centro de enseñanza una exposición antológica en la que recogerían los hallazgos más importantes hasta el momento, sobre todo las piezas recogidas en las dos últimas tenerías de Ubrique, salvadas en el último momento de perderse para siempre entre los escombros de los edificos.
Él había pensado cómo hacer para que todas las piezas antiguas, todos los "cachivaches" abandonados y todas las "antiguallas" despreciadas y arrinconadas en trasteros y "soberaos" recobraran su valor. Así que empezó a montar, con la ayuda de sus compañeros, el apoyo de sus alumnos y los padres de sus alumnos y la solidaridad de toda la familia y amigos, una "Exposición antológica", en la que fueron incluyendo, poco a poco, muestras de todas la sabiduría popular, de la artesanía y del arte ubriqueños.
Había un par de salas de arqueología con piezas encontradas en tierras de labor y en el Salto de la Mora. La gente estaba orgullosa de poder enseñar los objetos encontrados.
La sala más preparada era la del curtido. Con un maniquí se reproducía fielmente el proceso de curtición. En las paredes estaban, cuidadosamente distribuidas, todas las herramientas necesarias que habían recuperado gracias a la amabilidad de don Miguel Romero.
La sala que más nos gustaba era la que reproducía objetos cotidianos de las casas; objetos de adorno, muñecos, cuadros, figuritas finamente talladas... Todo ello en bonitas estanterías, con pañitos bordados.
Manuel Cabello había hablado con muchas familias para que cedieran sus cuadros durante esta exposición, así que podíamos ver cuadros de Manuel , Julia y Rogelio Janeiro, de Pierre Matheu, de Juan Rodríguez Cabas , de Manuel Pillard y de varios pintores ubriqueños.
La pieza que más destacaba era el famoso Cristo de mármol del Calvario, impresionante, que durante la guerra civil había pasado a manos de particulares.
Durante varias semanas todos los del pueblo pudimos visitar la exposición. Nuestro padre no se olvidó de invitar a las autoridades provinciales y regionales, con el correspondiente eco en la prensa y el ir y venir de muchísimas personas .
A partir de ahí, su mayor ilusión fue conseguir una exposición permanente de las obras de arte y artesanía ubriqueñas. Durante el resto de su vida estuvo trabajando en el Museo Escolar en todas las escuelas en las que trabajó, quedando las piezas de arqueología y de curtición en el CEIP Reina Sofía trás su jubilación.
Actualmente, las piezas arqueológicas siguen en el colegio, y las herramientas de curtición están depositadas en el Museo de la Piel de Ubrique .
1 comentario:
jejeje que guay!!no me acuerdo de las cosas que había en mi cole, pero si de Francisco Collado...y no tiene casi nada que ver, pero también me acuerdo de las tapas de pollo al ajillo que me invitaba abuelo en el stop al venir de la escuela...y luego nos ibamos juntitos pa casa!!
1beso mamiiii
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