domingo, 11 de marzo de 2018

Aquellos maravillosos años...

 1974. Excursión de las alumnas del Instituto Pérez de Guzmán de Ronda



Por Esperanza Cabello


A medida que la vida avanza hay muchas cosas que pierden totalmente su importancia, y otras que ocupan, definitivamente, el lugar que siempre les ha correspondido.
Nosotros pertenecemos a una generación muy especial (casi tan especial como todas las generaciones)  una generación de españoles semidormidos que, poco a poco, iban despertando de su letargo y comprendiendo la gran importancia de los pequeños detalles para hacer una gran revolución.
Formábamos parte de un grupo de niñas de pueblo de familias sencillas en las que los padres tenían muy claro que la educación y la formación serían nuestro mayor tesoro.
En nuestros pueblos no se podían aún hacer estudios de Bachillerato (en la época había seis cursos de bachillerato y un COU: Curso de Orientación Universitaria), así que nuestros padres nos enviaron a un pensionado en Ronda desde el que podíamos cursar nuestro Bachillerato Superior en el Instituto Pérez de Guzmán.
Y en aquel pensionado coincidimos una veintena de niñas de la sierra durante tres años, niñas de familias numerosas, humildes, con padres emigrantes, obreros, trabajadores, comerciantes, campesinos, maestros. Niñas de trece o catorce años que cada viernes montaban en los autobuses que las acercaban a sus familias, de las que estaban separadas durante la semana. Niñas que encontraron en otras niñas una verdadera familia, un grupo familiar peculiar, variopinto, diferente, pero familiar al fin y al cabo.
En aquellos años descubrimos que había otros tipos de personas, otras formas de pensar y de vivir, descubrimos el valor de la amistad; descubrimos nuestros primeros amores, nuestros primeros libros, nuestras primeras alianzas.
 En aquel internado vivimos la historia de este país, la muerte de Franco, la llegada del Rey, los primeros Gobiernos Democráticos... pero aún vivíamos ajenas a todos estos cambios.
Aprendimos a valernos por nosotras mismas, a apreciar el valor de la amistad, a contemplar a las demás desde un punto de vista amable, curioso, muchas veces divertido.
Los lazos que se formaron entonces siempre han estado ahí, unos lazos fuertes y cariñosos que nos han mantenido, desde aquel momento y para siempre, en el recuerdo de las demás.
Porque sin pretenderlo perdimos el contacto; hace cuarenta y cinco años que comenzó esta historia, pero después de aquellos maravillosos años en Ronda  cada una se fue por su lado y no se fomentaron más las alianzas ni la relación. 
La vida nos ha llevado por mil caminos diferentes, éramos unas niñas de pueblo muy trabajadoras y estudiosas, casi todas fuimos más tarde a la universidad, algunas por encima de los prejuicios (porque las mujeres entonces no necesitaban muchos estudios), casi todas hemos sido mujeres trabajadoras dentro y fuera de casa (porque llevamos encima el peso de la tradición, pero aprendimos a conjugarlo con nuestras ganas de ser independientes), casi todas somos maestras, enfermeras, profesoras, auxiliares.
Y ahora que muchas de nosotras somos abuelas, que algunas ya estamos jubiladas, que llevamos en nuestras mochilas  hijos, maridos, ex-maridos, nietos, nietas, padres y madres, ahora que estamos llegando a una edad en la que estamos seguras de lo que verdaderamente importa, nos hemos buscado y nos hemos encontrado:






En Ronda, en nuestra querida Ronda donde tanto disfrutamos.
Algunas no han podido venir en esta ocasión. Compromisos laborales, compromisos familiares, enfermedades de última hora...
Pero las demás hemos podido comprobar que cuarenta años no es nada, que recordamos nombres y apellidos, anécdotas, personas, días, clases, amores. 
Que los achuchones de Cati siguen siendo apretados y sinceros; que Mari Cruz solo ha cambiado de peinado, y es la amiga y la abuela más dulce que se puede encontrar; que Charo es como siempre una mujer fuerte y segura con la que puedes contar en cualquier momento; que Margarita te sorprende invariablemente, y que es la más linda y atenta de las amigas; que Pepi sigue siendo organizada, eficaz y sonriente; que Ana Frank es una de las mujeres más asombrosas del mundo; que la increíble  memoria de Lola puede hacerte revivir momentos mágicos y travesuras geniales; que Camino es, como de costumbre, el alma de la fiesta, dispuesta, alegre, decidida y cercana; que Mari Carmen sigue siendo atenta, práctica, cercana y discreta, siempre puedes contar con ella; que Ángeles conserva la misma sonrisa y el mismo encanto de los quince años y que Dopi es, eternamente, fiel, leal, buena y noble.

Y a las demás ¡Cómo las hemos echado de menos! Loli, Pepi, Mari Carmen, Margarita, Pepa, Charo, Paca, Ana, Catilina, Carmen, Ana Rodríguez, Teresa, Lali, Reyes...

A quienes más hemos echado de menos ha sido a Antonio y a Encarni, pues fue Antonio el primero que empezó a moverse por las redes buscando a los compañeros del instituto y a encontrarnos a unos y a otros (en este enlace), también el que impulsó el primer encuentro, aquel en el que también estaban Inmaculada, Margaria, Ana y Pepi. A Antonio le debemos también el empeño de la segunda reunión, llena  de recuerdos, a la que se sumaron Ana Frank  y Loli Merino.  Los compromisos familiares han impedido que nuestros amigos estuvieran hoy con nosotros, pero los esperamos para la próxima sin falta.
A raíz de aquella segunda reunión  ha sido Dolores la que "se ha vuelto loca" con el teléfono y ha puesto todo su empeño en reunirnos a todas. La verdad es que casi lo ha conseguido, pero si esta vez han faltado algunas,  estamos seguros que en verano estaremos todos disponibles, y será la "definitiva".
No podéis perder otra oportunidad, hemos aprendido que las amigas de la infancia son tan importantes como la familia, que por mucho que pasen los años, que por muchas vueltas que hayamos dado, que por mucho que no hayamos sabido nada de las otras...  en días como hoy se abre todo un mundo de recuerdos y sentimientos que son, en honor de la verdad, impagables.


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1 comentario:

Dolores del Pilar dijo...

Y que Esperanza, la más pequeña de todas, siempre fiel a si misma, tiene un corazón grande, muy grande, desde el que nos mira y nos siente. Porque lo más importante solo se puede ver con los ojos del corazón ( como decia El Principito) y ella no ha dejado de hacerlo nunca.Y ella es capaz de seguir haciendolo. Recoge cada gota que brota alrededor, por eso eres tan especial.
Te debo otro achuchón enorme !!!! ❤💛💚💓💗💞❤