Procesión de la Patrona de Villaluenga
Foto: Luis Eduardo Rubio Bernal
Por Esperanza Cabello
Este fin de semana ha dado para mucho en la Sierra. Por un lado, era la Recreación Histórica en Grazalema, una fiesta muy moderna (es la cuarta edición), que recrea la Grazalema de 1832 y que hubiera encantado a toda nuestra familia porque conserva lo esencial y auténtico de la forma de ser de nuestra gente. Todo bien organizado, limpio, trabajado, preparado con ilusión. La verdad es que ha sido una fiesta de la que disfrutar, con un montón de representaciones, comidas tradicionales y gente amable por doquier.
Por otro, se celebraba en Villaluenga la fiesta de su Patrona, La Virgen del Rosario, y hemos subido con nuestra madre a la celebración.
Nuestra familia siempre ha estado muy vinculada a Villaluenga. Nuestro padre era un enamorado del pueblo (fue pregonero de sus fiestas un año) y siempre hemos subido en estas fechas. Es una celebración digna de admirar, con la sencillez de un pueblo volcado en su Patrona, asistiendo a una procesión en la que participan grandes y chicos, acompañados por la Banda de Música de El Bosque, y terminando con un concierto en la Plaza de la Iglesia.
La Banda de Música de El Bosque acompaña la procesión
Foto: Luis Eduardo Rubio Bernal
Mientras subíamos por la carretera hemos aprovechado para oír las historias que nuestra madre contaba a su nieta, que nos han interesado muchísimo.
Al pasar junto a Santa Lucía, la finca en la que está Ocurris, nos contó que en un principio la carretera no estaba trazada por allí, sino por el Rancho Janeiro (allá por los años 20) en línea recta hasta la actual carretera de El Bosque, pero uno de los ingenieros que la diseñaba era de Ubrique, y la hizo girar a la izquierda para que se acercara al pueblo.
También nos contó la historia del tío de nuestro padre, Rogelio, que al volver de Cuba había puesto un negocio con dos coches, y fue uno de los primeros en recorrer el trazado de la nueva carretera Ronda-Ubrique. Nos ha contado también la triste suerte del tío Rogelio, que murió precisamente en un accidente de automóvil.
Como seguíamos por la carretera nos ha hablado de la Cruz del Puerto (que algún desalmado había quitado hace unos años y que hoy vuelve a estar en su sitio), y de cómo esa era una de las salidas de la Trocha.
Y hablando del camino, nos ha contado que Grazalema era Cabeza de Partido, y que todos los asuntos oficiales había que tratarlos allí.
Vista del Rancho Janeiro desde la carretera
Por aquí iría el primer trazado hasta Benaocaz de los años 20
A Benaocaz se subía por la Trocha (la Calzada Romana, que está en un deprimente estado de conservación, según pudimos comprobar el sábado), a Villaluenga por Los Pernales (se llama así por el tipo de roca que hay, "los pedernales") y se seguía hasta Grazalema andando por los caminos trazados en el monte.
Había que ir a Grazalema por todos los asuntos de registro, de policía, de juzgado. Allá por los años 30 hubo una anécdota familiar que quedó en la memoria de la familia y ya se estaba perdiendo, aunque hoy nos la ha contado nuestra madre y la escribimos para que perdure:
La Plaza de Toros de Ubrique, que había hecho construir nuestro bisabuelo, Manuel Janeiro, había pasado a manos de uno de sus hijos, Humberto, el último de los hijos de Isabel Rubiales.
Por lo visto tuvo problemas de dinero y se la embargaron, saliendo a subasta pública en Grazalema. La familia hizo un esfuerzo y reunió el dinero necesario para pujar en la subasta, pero cuando llegó el día señalado el coche que tenía que subirlo a Grazalema se averió, no se sabe por qué, e intentaron subir a pie por Los Pernales. Pero no hubo nada que hacer, alguien de la familia Martel había subido motorizado y llegó a la subasta a tiempo, pudo pujar y adquirió la Plaza de Toros, que desde entonces había estado en manos de esta familia hasta que fue vendida a su último propietario, que la demolió en 2003.
No sabíamos qué había pasado con la Plaza, ni por qué había pasado a otras manos, ni cuántos dueños había tenido desde su construcción, ahora conocemos un poquito más de su historia.
Al llegar a Villaluenga, la abuela siguió contando historias a su nieta, de cómo los payoyos habían resistido a los franceses, cómo el abuelo había investigado en la historia del pueblo, cómo la patrona de Cádiz y la de Villaluenga era la misma y cómo iban siempre a comprar buen queso serrano a lo de Antonia.
Al llegar a Villaluenga, la abuela siguió contando historias a su nieta, de cómo los payoyos habían resistido a los franceses, cómo el abuelo había investigado en la historia del pueblo, cómo la patrona de Cádiz y la de Villaluenga era la misma y cómo iban siempre a comprar buen queso serrano a lo de Antonia.
La Procesión vuelve a la Iglesia de Villaluenga
Foto: Luis Eduardo Rubio Bernal
Y así hemos terminado el fin de semana, con más historias familiares, un montón de saludos de gente conocida en las fiestas de Villaluenga y Grazalema, un paquetito de amarguillos, un poquito de queso payoyo y muchos buenos momentos en nuestra Sierra.
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