La muñeca Gisela de "sevillana"
Por Esperanza Cabello
Desde que empezó abril sabíamos, como sabemos siempre, que es el mes de nuestra madre. Los cumpleaños de mamá los celebrábamos mucho, como todas las fiestas relacionadas con ella, porque nuestro padre estaba muy pendiente de ella constantemente.
Le escribía esquelitas, le mandaba mensajitos felicitándola por esas preciosas primaveras y siempre quería celebrarlo de una forma u otra, con un viaje, con un regalito, con una comida...
Y nosotros sabíamos que hoy hace ochenta y seis años que nació nuestra madre en Ubrique, en la calle Real, en un Ubrique de poco menos de seis mil habitantes en el que la vida era plácida y feliz, por eso estábamos pensando en qué regalo podíamos hacerle hoy, cuando encontramos su muñeca, su Gisela, una muñeca que su padre le había traído de Madrid por su cumpleaños poco después de terminar la guerra.
La pobre Gisela fue un regalo muy preciado, tuvo que sobrevivir a los seis hermanos de nuestra madre, casi todos más pequeños que ella y dispuestos a jugar con todo lo que cayera en sus manos.
Nuestra madre la cuidó, nuestra abuela y Dolores le hicieron ropitas, nuestra tía Reme también la acunó y Gisela pasó casi indemne aquella época.
Pero después la muñeca de cartón volvió a vivir en una casa de familia numerosa y, aunque nuestra madre siempre pretendió cuidarla, la Gisela terminó un poco "perjudicada".
Dispuestos a recuperarla, pedimos un par de presupuestos a restauradores de muñecas... demasiado caro. Hemos comprendido por qué nuestra madre siempre tuvo pendiente llevar a arreglar su muñeca, nos han llegado a pedir cuatrocientos euros por la reparación.
Así que Eduardo ha cogido sus herramientas y con mucha paciencia y pericia ha conseguido ir uniendo las piezas sin que la Gisela deje de ser "andadora".
Un peinadito, una limpieza con toallitas, y la señorita Gisela ya estaba casi lista para volver a ser regalada. Solo faltaba un poquito de costura, pues tanto la combinación como el vestido de gitana estaban un poco deteriorados. Nos ha costado mucho encontrar botones de nácar y broches minúsculos, pero poco a poco hemos ido componiendo la ropa.
Incluso hemos recuperado las castañuelas, unas castañuelas con borlones que suenan y todo, de tamaño mínimo, claro.
Unas flores en el pelo, un moño, las castañuelas en las manos, las sandalitas colocadas, y la Gisela está, por fin, a sus setenta y cuatro años, lista para volver a ser el regalo de cumpleaños de una persona excepcional, de aquella niña que la cuidó con esmero, que la conservó y que renunció a ella por sus hijos, aunque nunca desistió de arreglarla.
¡Feliz cumpleaños, mamá! No te puedes hacer una idea de cómo te echamos de menos💜💜💜💜💜
La Gisela "sevillana", hoy cumple setenta y cuatro años
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