miércoles, 28 de septiembre de 2011

Aquellos juegos infantiles: jugando a los bolindres

Jugando a los bolindres en el Amarguillo
Ubrique, septiembre 2011

Por Esperanza Cabello

Hemos tenido la suerte de haber guardado, durante toda la vida y siguiendo las enseñanzas de nuestro padre, muchísimos "pequeños tesoros" que siempre hemos conservado con mimo y con cariño.
Algunos de ellos, forzosamente, se nos han despistado, pero a veces tenemos la suerte de encontrarlos al abrir algún cajón de la cómoda o rebuscar en los altillos.
Y eso ha pasado con una cajita de bolindres. Los bolindres son, como ya hemos explicado, unas pequeñas bolas de barro que eran, junto al trompo, los juguetes favoritos de los niños ubriqueños de hace cincuenta o sesenta años.
Al no tener mucha idea de cómo se jugaba a los bolindres, pedimos a Manolo y a Eduardo que echaran unas manitas, a ver si aprendíamos y, sobre todo, para hacerles unas fotos.


 Un puñado de bolindres en el cuadro



Había varios juegos, que se practicaban siempre sobre arena lo más uniforme posible (los dos se quejaban de las piedras del campo, pero no teníamos otra cosa), el juego estrella era "El Cuadro".




 Sobre el cuadro cada jugador colocaba un bolindre



Para jugar al cuadro se trazaba en el suelo un cuadrado en el que cada jugador colocaba un bolindre, después, a dos o tres metros, se trazaba una línea, a la que cada uno lanzaba otro bolindre (el de tirar), y quien se acercaba más a la línea (la raya) sin pasarse, era el que comenzaba el juego.


Lanzando al cuadro desde la raya


 Se lanzaba entonces un bolindre, poniéndolo entre los dedos de una forma característica, intentando acercarse lo más posible al cuadro, porque la finalidad es ir sacando del mismo los bolindres a base de tiradas.
Cada jugador tiraba por turnos, y si uno tenía la mala suerte de ponerse en medio del camino de un contrincante y éste te daba un "zesque" (palabra ubriqueña que significa "golpe"), se quedaba con tu bolindre.



Tirando al cuadro

Pero lo mejor era lanzar al cuadro e intentar sacar los otros bolindres, porque cada vez que sacas uno puedes guardarlo y además puedes repetir la tirada, así, poquito a poco,  y si tenías mala suerte, te dejaban "A las catis monis" (sin absolutamente nada).



Dándole un zesque al bolindre del amigo



Si las cosas iban bien, le "escatabas" uno o dos bolindres a los contrincantes, y los buenos jugadores tenían siempre los bolsillos llenos de bolindres. La palabra "escatar" también la utilizábamos las niñas, cuando jugábamos a las estampitas. "Me han escatao todos los santitos"



Midiendo giba para dar el zesque


Algunas veces, para salir de un atolladero, se "medía giba", o sea, se adelantaba una cuarta y se tiraba sobre la otra mano, un poco en alto. Siempre había algún abusón que se pasaba, y entonces los demás decían: "¡Mira, no ha medío giba ni ná!" es que había medido algo más de una cuarta.



"El Hoyo", otro juego muy popular con los bolindres


Otro de los juegos que se hacían con bolindres era "El Hoyo". No teníamos muy claro como se jugaba, pero nuestros amigos Juan, Manuel y Juanito nos han explicado la versión ubriqueña de este juego.
Había que hacer, en vez de un cuadro, un hoyo en la tierra. (Como estamos al final del verano ha sido difícil ahuecar la tierra para el hoyo, así que hemos tenido que echar un poco de agua en la tierra).
Una vez hecho el hoyo, se trazaba una línea a dos o tres metros de distancia, y se decidía, en primer lugar, quién tiraba primero. Para eso se lanzaban los bolindres desde el hoyo hasta la raya, y el que más cerca quedara de la raya, sin pasarse, era el primero.




Una vez decidido quién era el primero, se empezaba a tirar por turnos desde la raya hasta el hoyo. Si alguno conseguía meter el bolindre en el hoyo directamente, había ganado, y cada uno de los otros jugadores tenía que darle un bolindre (ellos dicen que "tenían que cagar un bolindre"), si no, el fin era acercarse lo más posible (como en el golf), y se ganaba un bolindre  de los demás bien metiéndose en el hoyo bien dándole un zesque al bolindre de los compañeros.





Se jugaba con tanta pasión que la mayoría de las veces los bolindres quedaban "escachaos", o sea, rotos, les faltaba un trozo.
Ya a finales de los sesenta empezaron a llegar las perlas. Juanito nos ha contado que los mejores bolindres se compraban, a mediados de los sesenta, en lo de Pepe López, enfrente de la "Casita Sola" (un antiguo comercio local, aún abierto, que estaba completamente a la "salía del lugar", la última casa del pueblo en los años cuarenta.

Nuestros amigos nos contaron que había otras maneras de jugar, que algunas veces se jugaba "a la cuarta", o, directamente, "al zesque" sobre todo si sólo había dos niños para jugar, o sea, uno contra otro. 
Nunca más hemos sabido de bolindres ni los hemos visto en ningún otro sitio. Afortunadamente teníamos estos poquitos, que ya quedarán para la posteridad.
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Nota del 17 de noviembre de 2011: nos han enviado un enlace con respecto a este juego, que añadimos para comprobar la riqueza del lenguaje y la variedad en los juegos. (Pinchar aqui).

1 comentario:

Jose Manuel A.V. dijo...

¡¡Que recuerdos!!, de pequeño, en Jerez, yo también jugaba a los bolindres. Sólo al juego del hoyo (el del cuadrado no lo conocía). Al que tenía puntería se le decía que tenía buena "maña". Yo no era muy bueno pero al medir la cuarta con la mano me acercaba mucho (tengo las manos muy grandes) y mis amigos rajaban.
Un saludo.