El pan casero aún dentro del horno
Por Esperanza Cabello
Ayer fue el cumpleaños de una amiga muy especial, y no tuvimos ocasión de llevarle un regalito, así que esta mañana nos hemos levantado dispuestos a preparar un bizcocho o una tarta de chocolate... Pero no, hemos pensado que le gustaría más poder comer un día pan del antiguo, del amasado a mano, como el que hacían nuestras abuelas y bisabuelas, siguiendo la receta familiar y con el mimo de las cosas preparadas en casa.
Ingredientes para preparar el pan
Preparar el pan en casa es bastante fácil; los ingredientes son muy simples y el procedimiento no tiene grandes secretos. Necesitamos medio kilo de harina, un gran vaso de agua, (unos 300 cc) una cucharadita pequeña de sal, media de azúcar, un chorrito de aceite y un trocito de levadura fresca. Si queremos podemos añadir una cucharada de sésamo o de semillas de linaza.
Un buen amasado es esencial
Seguramente el secreto del pan está en el amasado. Nosotros ponemos primero el agua, después las gotitas de aceite, la sal, el azúcar, la harina y, finalmente, la levadura en una almofía. Empezamos a remover con una cuchara de palo y, cuando está más consistente, pasamos la masa al poyete para poder trabajarla. Tiene que quedar muy fina y compacta, realmente es de una textura suave y no debe quedarse pegada a los dedos.
La masa terminada
La masa fermentando
Quizás el segundo secreto sea dejarla reposar el tiempo suficiente. después de haber amasado durante al menos media hora, hay que dejar reposar la masa para que fermente durante unas dos horas. Hay que tener la precaución de taparla con un paño de algodón grueso para que no le de el aire ni la luz. Pasado ese tiempo veremos que la masa ha crecido hasta el doble.
Cualquier horno (hasta un mini-horno) puede servir
Una vez que la masa ha reposado convenientemente, le damos la forma que más nos convenga (nosotros hemos intentando que pareciera un pan antiguo, aunque no lo hemos conseguido demasiado), redondo, como barritas, aplastado... y la metemos en el horno medio durante una hora.
Hay que tener cuidado de que no se queme y estar controlando que no esté demasiado caliente para que se haga bien por dentro y crujiente por fuera.
El pan recién terminado
Una vez terminado, lo dejamos enfriar envuelto en un paño de algodón, nunca en una bolsa de plástico, porque se pone mojado, ni al aire libre, porque se aventa. Hoy, como era para un regalo, hemos tenido mucha suerte y nos ha salido un pan muy bonito. La verdad es que además está delicioso, sabe a pan del antiguo, aunque no lo hayamos hecho en un horno de leña, porque los ingredientes, como dijimos, son muy sencillos.
¡Todo el mundo à table!
Una última advertencia: si seguimos estas instrucciones el pan desaparecerá de la mesa casi antes de que empecemos a comer, porque, aunque hemos intentado hacerlo con poca sal y poca azúcar, para que no haga daño a nadie, es ideal para golosos y golosas, está tan bueno que nadie puede resistir la tentación y a los pocos minutos de haber empezado, sobre todo si aún está calentito, ya no nos queda pan y tendremos que comenzar de nuevo.
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