miércoles, 3 de abril de 2019

José Luis López Núñez. Biografía




Por Esperanza Cabello
Fotografías gentileza de David Bulpe

Cuando hablamos de los pintores de Ubrique, un personaje que destaca, sin lugar a dudas, es José Luis López Núñez. Pintor autodidacta, descubrió desde su más tierna infancia que la pintura era su pasión, y hoy en día, después de toda una vida llena de sorpresas, de matices y de muchos cuadros, sigue siéndolo.
Su abuelo paterno, Antonio López Angulo, nació en Ubrique, era quien ejercía de correo entre nuestro pueblo y Cortes de la Frontera. Al principio el transporte era con animales, más tarde con su coche. En Ubrique conoció a Isabel Moreno Vinagre, la que sería su mujer, la hermana de Ángeles y Otilia, aún podemos recordar sus tiendecitas.
Isabel y Antonio crearon una gran familia, Antonio se estableció definitivamente en Ubrique y fue el fundador de La Perla, uno de los establecimientos  de más raigambre en el pueblo.
Tuvieron seis hijos, Casiano, Antonio, Juan, Luis, María y Ángel. Todos ubriqueños conocidos y muy apreciados en el pueblo.

Por parte de su madre, sus abuelos fueron Fernando Núñez e Isabel Ríos, ambos de Ubrique, él dedicado al campo, ella a su casa; y también tuvieron una gran familia, formada por Fernando, María (la madre de José Luis), Diego, Juana, Paca e Isabel.

Casiano y María, los padres de José Luis, eran muy conocidos y muy queridos en Ubrique; Casiano era interventor en el Banco Español de Crédito, y también fue el telegrafista de Ubrique, cuando la oficina de telégrafos estaba en la calle del Perdón.
María se dedicaba a su familia, a su casa y a sus hijos.
Vivían en la Plaza de Colón, en una casa que fue el regalo de boda de los abuelos, y allí nacieron sus hijos, Antonio, Fernando, Maribel y José Luis, el más pequeño de todos.



José Luis López Núñez nació el 4 de junio de 1943, en la casa familiar. Isabel la partera fue la encargada de ayudar a María con el nacimiento de su hijo menor, que llegó al mundo a las doce del mediodía de un  cálido viernes.
La familia era feliz y todo transcurría con normalidad hasta que, cuando el pequeño tenía once meses, sufrió  una enfermedad que en la época hacía estragos entre los más pequeños: la poliomelitis.
Esta enfermedad le afectó en una pierna, aunque  José Luis no dejó en ningún momento que eso le afectara en su forma de vida.
Jugaba como los demás niños, corría y andaba por todas partes, desde la Pilita Abajo al Calvario; jugaba al contra, al marro, a los bolindres, a lo que se terciara. Y no se dejaba vencer por su problema.
Con cinco añitos comenzó a ir al Asilo, su monja, sor Dolores, no le dejó buen recuerdo, aunque sí recuerda con cariño a sor Pilar Linares, una mujer buena, muy buena, que lamentablemente para José Luis no se dedicaba a dar clases, sino que recogía limosnas por las casas. Era una santa.

A los siete años se fue a la escuela del convento, su profesor entonces era Manuel Janeiro. Más tarde ingresó en el colegio Rodríguez de Valcarcel, primero con don Severiano, después con don Ramón y, finalmente, con su maestro favorito, don Román.
Al comenzar las clases con don Román, José Luis comprendió que el dibujo era lo suyo, don Román le pedía que dibujara y cada vez lo hacía mejor.  Incluso llegó a ilustrar los cuadernos que el profesor debía enviar a la inspección educativa. Don Román dejó un magnífico recuerdo en este alumno aventajado en pintura, hasta el punto que después de dejar Ubrique volvió en varias ocasiones a visitarlo y a visitar su estudio.

Como el dibujo era lo que mejor dominaba, con ocho años José Luis comenzó a hacer sus primeros pinitos como repujador en el taller de Fernando Vallejo Martos (que había llegado de Cortes), más tarde con Emilio y finalmente con los hermanos "Retra" en la calle de Los Morales; Manuel, uno de los hermanos, era un hombre de trato exquisito, y José Luis estuvo compaginando trabajo y estudios hasta los doce años.

A pesar de que el oficio de petaquero no le interesaba en absoluto, esa fue la profesión para la que estuvo destinado. Comenzó en la petaquería de los hermanos Sillero, también con Pulido y finalmente con Pedro Cruz. Sus años en el banquillo iban pasando factura, los problemas de su pierna se acentuaron y el estar tanto tiempo sentado comenzó a acarrearle problemas más graves de salud, pero José Luis aguantó todo lo que pudo, pues se había convertido en un padre de familia numerosa y su responsabilidad le hacía trabajar más allá de lo conveniente.






Efectivamente, José Luis había conocido muy joven a una muchachita ubriqueña, Juana Mari Pacheco García, que aunque vivía en Las Cañillas venía con frecuencia al pueblo. Los dos se conocieron en su reunión de amigos. Se hicieron novios, de aquellos noviazgos antiguos que duraban tanto tiempo.
Se casaron en agosto de 1966, instalándose en la calle San José, cerca del antiguo consultorio de Ubrique.
José Luis y Juana han tenido cinco hijos, Casiano, Juan Luis, Carlos Javier, Mari Pili y Esther Mari, la pequeña.
La familia estuvo viviendo en Santa Rosalía, en un piso cuyo alquiler (2000 pesetas al mes) pagaba José Luis haciendo una tarea en su casa, además del trabajo diario.
Más tarde se trasladaron a su actual residencia, en la nueva zona de Ubrique. En estos años José Luis y Juani se han convertido en los felices abuelos de cuatro nietos, Casiano, de 16 años;Hugo, de nueve; Martina, de ocho y Pepe de un año.





Muchas veces nos preguntamos cómo puede una familia numerosa apañarse bien en la casa de un artista, y sabemos que los cuadros van agrupándose detrás de las puertas, en los altillos, por los rincones... Con José Luis no fue una excepción, pronto se vio obligado a buscar un estudio, y eligió uno de los magníficos rincones del casco antiguo, en la calle Guindaleta.  Porque su pasión, la pintura, no lo ha abandonado en ningún momento de su vida.

Lo recordamos en una de sus primeras exposiciones en los salones de la AISS a principios de los setenta, fuimos con nuestros padres a visitarla, el estilo entonces de José Luis era completamente diferente y original, con colores claros y atrevidos diseños cubistas. Lo curioso es que en muchas de sus exposiciones José Luis llevaba los cuadros ya vendidos.
Era una época de nacimiento artístico en Ubrique, y José Luis fundó, junto a otros amigos pintores (Agüera, Martel, Mancilla, Pedro, Joaquín Domínguez...), la "Sociedad de amigos del Arte", dedicados a la enseñanza y difusión del arte en los colegios y por todos los medios posibles.
Daban clases los sábados en las escuelas, organizaban subastas, concursos, exposiciones, todo ello costeando de su propio bolsillo lo necesario y por "amor al arte". Entre esos niños a los que atendían estos artistas han salido varias hornadas de pintores ubriqueños y muchos licenciados en Bellas Artes (actualmente hay treinta y siete en Ubrique).

Después de aquella primera exposición han venido muchas más; sin contar las colectivas, sobrepasan las cincuenta, pues José Luis es un artista prolífico, ha pintado muchísimos más de mil cuadros y sigue pintando día a día, la pintura es su expresión, su refugio, su motor.


Por supuesto que pintar no lo ha mantenido, ni mucho menos, aislado en su estudio. José Luis es una persona implicada y concienciada que ha realizado una gran labor como concejal en el ayuntamiento de Ubrique. Comenzó en los primeros tiempos de la Democracia, junto a Emilio Rubiales, como independiente. Una de sus iniciativas más importantes era terminar con las barreras arquitectónicas. Ubrique es un pueblo con una estructura urbanística difícil para las personas que tienen alguna dificultad de movimiento, con tantas cuestas, estrecheces y escaleras, y José Luis trabajó durante tres legislaturas (junto a Ignacio Calvo y a Reguera) para eliminar esas barreras.
También se ocupó con esmero del Reglamento de Honores y Distinciones del ayuntamiento, luchando para que el pintor Luis del Canto Montero recibiera la Medalla de Plata de Ubrique "por los méritos, acciones y servicios en el ámbito de la promoción y enseñanza de la pintura, así como su colaboración, siempre desinteresada, con distintas asociaciones e instituciones locales en el fomento de las actividades culturales en beneficio de la ciudad y sus habitantes."
También lo conocemos como tertuliano de radio, o como pregonero de la Semana Santa ubriqueña. 



La última exposición de José Luis fue en el convento de capuchinos, junto a don Manuel Pérez Trastoy, y ahora ha preparado una muestra retrospectiva con unos sesenta cuadros que muestran sus diferentes estilos, desde el cubismo hasta la abstracción.

Toda su vida José Luis ha perseverado para ser uno más, para no permitir que las secuelas de aquella enfermedad que sufrió de niño lo apartaran de su camino, para vivir una vida plena, ordenada y tranquila y ahora, a sus setenta y cinco años, se siente orgulloso de la gente de su pueblo, de sus amigos, de los suyos.
También se ha afanado por hacer visible la "discapacidad", actualmente forma parte del colectivo "Arte 2000", formado por cinco artistas con diferentes discapacidades.

Y aún hoy, casi setenta años después de haber trazado sus primeros dibujos en su cuaderno escolar, José Luis sigue disfrutando cuando comienza la "lucha" entre el lienzo y el artista, cuando se le plantea un reto, cuando se enfrenta a un trabajo original, sin muestras, sin cortapisas, solo el lienzo y el pintor.






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