domingo, 19 de enero de 2020

La creación del Instituto Nuestra Señora de los Remedios

El instituto Nuestra Señora de los Remedios en construcción


Por Prudencio Cabezas


Sobre las personas cuya intervención fue decisiva para la CREACIÓN DEL PRIMER INSTITUTO DE ENSEÑANZA SECUNDARIA en Ubrique: “Nuestra Señora de los Remedios”:

Citar los méritos de varias personas en el logro de un bien social por orden alfabético de apellidos puede ser muy democrático e imparcial pero no está exento de incurrir en injusticias.

Los hombres porque así lo exige el destino histórico de la humanidad se caracterizan por su diversidad y tanto mal implica igualar a los diferentes como separar a los iguales. Porque tenemos constancia- que otro día se expondrá- de las distintas actuaciones de cuantas personas intervenimos en su creación, el primer puesto en la cerámica que da constancia de ello en la puerta de Instituto, debe figurar en primer lugar el Notario Don Rafael Rodríguez Navarro.

Es posible que D. Rafael como cualquier mortal albergara en su intimidad errores y aciertos. Pero hay que subrayar que en los pueblos de vitalidad ascendente, los aciertos eclipsan a los errores; mientras que en las sociedades de vitalidad menguante, un error, uno solo, borra, anula la excelencia de cualquier comportamiento conciudadano.

Subsanado, para tranquilidad de nuestra conciencia, el desorden que precede, ofrecemos a quienes puedan tener curiosidad del curso de los hechos, el detalle del interés y  esfuerzo que hubo de realizar Don Rafael para que no se malograra la concesión.

Además quiero relatar dos omisiones importantes por si son susceptibles de subsanarlas o en su defecto para que haya constancia pública de ellas.

Alguien, cuando se aproximaba la mediación de los años 60, en cuyas fechas cumplían sus hijos la edad de acceso a la 2ª Enseñanza, estuvo muy preocupado porque se lograra en Ubrique un Centro del referido nivel. Tuvo noticias que había un legado de las Señoras Domínguez León y agotó cuantas fuerzas disponía en entrevistas con el Notario y con el Albacea. Con mucha angustia aceptó la frustración de su anhelado deseo y los nombres de los frustradores.

Pero, ¡albricias¡ ¡donde hay fe el destino le es propicio¡

A muy buena hora, Don Rafael llamó al padre que rebozaba de interés porque sus hijos hicieran el bachiller, y le dijo en los siguientes términos: “Vengo de la Feria de Sevilla donde he sido presentado al Inspector de 2ª Enseñanza de esta zona quien me ha manifestado lo siguiente: Usted tiene el pueblo más raro de Andalucía, mientras tengo amontonadas, sin dar curso,  multitud de solicitudes de Centros Libres Adoptados, inicio de Institutos, a su pueblo que no lo ha solicitado se lo he concedido porque objetivamente le pertenece y lamentablemente pasado mañana vence el plazo y no lo han aceptado”.

                Y se despidieron, con tristeza el Notario y con esperanza el padre.

                Después de varias vicisitudes, el vecino ilusionado logró que el Alcalde le entregara la carta-oferta. Eran las seis de la tarde y el plazo de aceptación vencía el día siguiente. Instintivamente se dirigió al Bar Barrera donde tomaban café diariamente Diego Reguera Reguera, médico y Teniente de Alcalde y Diego Herrera Corrales, practicante, amigo y hombre de experiencia. Sin previo aviso, el portador de la carta les leyó su contenido; prorrumpieron en frases malsonantes que no es fundamental transcribir pero aseguraron solemnemente que al día siguiente antes de la hora prefijada estaría la respuesta en Correos, como así fue. Hubo que vencer cierta resistencia porque objetaban, entre otras, que había que convocar un Pleno y que no daría tiempo; el asunto se subsanó con la palabra del Teniente de Alcalde diciendo que él había firmado falsos plenos de interés del Ayuntamiento y que el interés de los niños era superior. Quien certificó la carta en Correos fue el padre que anhelaba que sus hijos pudieran  cursar el Bachiller aquí. El único testigo del Bar al oír la carta se ausentó exclamando a través de la Plaza: ¡Jesús, Jesús¡….Indefinidamente hasta que traspuso. Era Antonio Domínguez Angulo.

Suprimo la larga conversación que mantuvieron en el Ayuntamiento los dos Diegos, por no ser muy edificante. Si a alguien le interesara, trataría de hacerles un resumen.

1 comentario:

José Manuel dijo...

Me enorgullezco de la lucidez de mi padre en plenas facultades mentales camino de llegar a centenario...