viernes, 10 de abril de 2009

La familia Cabello en Ubrique

Abuela Julia y abuelo Paco. Foto Martín, Ronda 1925


En el segundo capítulo de su libro "Del tricornio o sombrero de tres picos a la montera" (1992), Manuel Cabello Janeiro cuenta cómo su madre, Julia, y su tía, Ana, pasaban muchas veladas contando a los cinco hermanos (Julia, Joaquina, Ana María, Manuel, José María y María Remedios) relatos e historias familiares. De estas historias las más aplaudidas eran las relativas a los orígenes de la familia.
La de Francisco Cabello Orellana era una historia única: había nacido en Argentina, hijo de un maestro de primera enseñanza, Francisco Cabello Medina, nacido en Sedella, y de Joaquina Orellana Artacho, nacida en Cuevas Bajas, ambas poblaciones de la provincia de Málaga, que habían emigrado al cono sur para hacer las Américas.
Habían hecho un viaje de más de treinta días de navegación, llevando todos los parabienes de los dos gobiernos por un acuerdo trás la petición del gobierno Argentino a España a finales del siglo XIX para que maestros de Instucción Pública marcharan a Argentina para desarrollar su labor allí.
Pasados unos años Francisco y Joaquina habían formado una larga familia, con una numerosa prole de la que sobrevivieron diez hijos. Pero una enfermedad terminó con la vida de nuestro bisabuelo, que murió en Sunchales, provincia de Santa Fé, a 500 kilómetros de Buenos Aires, donde está enterrado. Joaquina decidió rápidamente que volvería a España, y lo hizo con todos sus hijos (el mayor de apenas catorce años y el menor un bebé de meses). Pensó que no volvería a su lugar de origen, sino ir a Ubrique, pueblo que dependía de Málaga desde el punto de vista eclesiástico, cuya parroquia regentaba un sacerdote sedellano, hermano de Francisco, Don José Cabello Medina, que los recibió con los brazos abiertos.




José era un hombre caritativo (él fue quien intervino ante el Ayuntamiento para que se fundara un asilo de la caridad), y consiguió que su cuñada Joaquina y sus diez hijos quedarn alojados en la calle del Perdón de Ubrique, muy cerca de la Parroquia.
Poco a poco los hijos empezaron a trabajar en las petaquerías (fábricas de petacas) de Ubrique, unos estudiaron, dos fueron al seminario de Málaga (nuestro abuelo Francisco fue uno de ellos) , una hija, Guadalupe, se casó con un farmacéutico; las hijas Joaquina y Elena se quedaron en la casa para ocuparse de ella y todo funcionó bien hasta que el ama de llaves del sacerdote lo convenció de que era una locura mantener a aquella familia y nuestra tatarabuela Joaquina y sus hijos buscaron un nuevo hogar: una casa en alquiler en la que montaron un modesto taller artesanal de manufacturas de artículos de piel en 1907, fecha en la que todas las petaquerías de Ubrique empezaban a ser famosas en toda España.
Mamá Joaquina sembró el germen de los artículos de piel en la familia Cabello, más tarde nuestro abuelo, Francisco Cabello y nuestro padre, Manuel Cabello, continuaron con la tradición familiar hasta que a mediados de los sesenta cerraron la fábrica y Manuel se dedicó a la enseñanza.
Joaquina Orellana siguió viviendo con su familia hasta 1944, fecha en que nos abandonó para siempre.
Esperanza Cabello Izquierdo, abril 2009


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