sábado, 7 de septiembre de 2013

La historia de la fundación del Convento y de la Patrona de la Villa

Historia de la Patrona de la Villa
Gentileza de don Antonio Moreno


 Por Esperanza Cabello


La semana pasada nuestro amigo José Luis Aránegas nos proporcionó un documento enviado por don Antonio Moreno, referente a la fundación del Convento de Capuchinos.
Hace un par de años que referimos la historia, gracias a Consuelo Bohórquez, pero en este caso se trata de un resumen, que transcribimos a continuación:

Hallándose gravemente enfermo don Rodrigo Ponce de León, Duque de Arcos, Marqués de Cádiz y Señor de las Cuatro Villas, mandó llamar a los PP. Bernardino de Granada y Leandro de Antequera, y les expresó su deseo de que fundaran los Capuchinos un Convento en Ubrique. Las vicisitudes de la casa ducal impidieron que se realizase esta fundación, y noticioso de ello el Licenciado don Alonso Borrego, presbítero, poseedor de una gran fortuna, se ofreció a labrar a su costa el Convento, como muchos años antes, cuando quiso ingresar en la Orden, se lo predijo el V. P. Juan Francisco de Antequera.
Conseguidas las oportunas licencias y otorgada escritura del Patronato a favor de don Alonso, en 1660, llegó a fundar el Convento de Ubrique el V. P. Bernardino de Granada, alojándose en la Ermita de San Juan de Letrán. Y hallándose indeciso sobre la elección de sitio, quiso la Santísima Virgen designarlo de una manera maravillosa.
Encontrándose una niña llamada Leonor Sánchez, de diez años de edad, en una huerta situada entre el "Nacimiento" y el "Benalfí", vio de repente a una Señora, ricamente vestida de blanco, rodeada de resplandores y con un Niño en los brazos. Entre sus manos tenía una cuerda con nudos, como la que usan los Capuchinos, y una carta cerrada. Llamaba repetidas veces a la niña, pero ésta, llena de terror, en vez de acercarse, se fue huyendo. La Santísima Virgen, poniendo la carta y la cuerda sobre una piedra que allí había, dijo a la niña: "Advierte que pongo aquí esto", y desapareció. Cogió la niña la carta y la cuerda, contó lo sucedido a su padre y éste se dirigió al P. Bernardino, que abriendo la carta, cuyo contenido no reveló nunca, conoció ser la voluntad de la Virgen Sanítísima que se edificara allí su Santuario.
Inmediatamente habló el P. Bernardino con don Alonso Borrego, compraron la huerta y empezaron las obras, que duraron diez años (1660-1:670), invirtiéndose en ellas 17.000 ducados, que costeó don Alonso Borrego más las aportaciones de los particulares y la mano de obra y materiales ofrecidos por todo el pueblo, que con noble emulación trabajó y recaudó para levantar el Convento.
Su acertado emplazamiento en el sitio más apropiado para la quietud y oración, no pudo estar mejor elegido en las inmediaciones de la villa, al norte de la misma, en la confluencia del arroyo "Benalfí" y el río del "Nacimiento", dominando la sierra, el pueblo y los montes lejanos.
La austera  silueta del  Convento  de Capuchinos, típica  edificación  del siglo  XVII,  con su Iglesia-Santuario de Nuestra Señora de los Remedios, relicario  de nuestros  más inefables recuerdos,   porque   sabe   de   milagros,   nobles afanes,  súplicas  y  rezos,  aparece  coronada y protegida por los amorosos brazos de esa hermosa   Cruz   que,   alzándose   majestuosa   como crucero monumental en la escarpada cima del "Benalfí", sobre ingente pedestal de rocas tan firmes como la  fe de nuestros  mayores, completa   el   encanto   y  poesía   de   este   bellísimo paisaje en los  alrededores de Ubrique.
Al entrar en la humilde iglesia de este monumento histórico, sentimos la emoción de postrarnos ante la Santísima Virgen en las mismas gradas que lo hiciera aquel glorioso apóstol capuchino, nuestro Beato Diego José de Cádiz, y la serie de venerables varones que santificaron sus claustros con los milagros obrados en esta bendita mansión, insigne reliquia que de sus hijos predilectos conserva la provincia de Cádiz.
Al recorrer sus silenciosos claustros, moradas de paz, nos parece que aun vagan en ellos las figuras de los venerables Padres Félix José de Ubrique, Buenaventura de Ubrique, Diego José de Cádiz...
Al penetrar en sus estrechas celdas, mansiones de austeridad y de pobreza que todavía conservan el mismo aspecto de humildes albergues de sus antiguos moradores ascetas, vemos una de ellas, la que habitó el Beato Diego José de Cádiz durante los seis años de su residencia de religioso en este Convento, que hoy está convertida en modesta capilla donde se veneran las reliquias del Beato, expuestas en sencillo ostensorio.

Recién construida esta iglesia fue provista de varias reliquias con sus respectivas auténticas, proporcionadas por el M. R. P. Francisco de Jerez y el V. P. Carabantes. De ellas sólo queda hoy un relicario del Santo Lignum Crucis, que en pequeño ostensorio del siglo XVII se adora tradicionalmente por todo el pueblo, que acude a besarlo el Viernes Santo.
Durante el siglo XIX se hicieron en el Convento varias restauraciones, siendo una de las más importantes la del año 1899, en que por acuerdo aprobado en el Capítulo Provincial Capuchino   celebrado   en   Sanlúcar   el   2 de julio  del  mismo  año,  según  consta en  el Libro de Actas Definitoriales de la Provincia de   la Inmaculada   Concepción   de  Andalucía, que dice así: "Tomar nuestro Convento de Ubrique por  los  recuerdos y tradiciones  que tiene  para   nosotros",   volvieron  a   él  los   Capuchinos,   que    habían   sido   exclaustrados   el año 1836.
El año 1906 fue costeado por suscripción popular el hermoso retablo destruido por los rojos en abril de 1936 y el camarín de la Virgen, pavimentándose también de mármol la iglesia.
En 1931 y ante el estallido de la Revolución, la Comunidad de Capuchinos tuvo que desalojar el Convento, donde volvió a reintegrarse en 1933. El año 1935 fue inaugurado en el mismo, con gran solemnidad, un Colegio Seráfico integrado por quince o veinte niños.





Nuestra Señora de los Remedios, Patrona de Ubrique
Durante la Novena de 2013


En abril de 1936, la Comunidad de Capuchinos y los Seráficos volvieron a abandonar el Convengo y su iglesia, que en dicha fecha fueron asaltados e incendiados por las turbas rojas, dejándolos desiertos y casi en ruinas.
En el Capítulo Provincial Capuchino de Andalucía, celebrado en Sevilla el día 3 de septiembre de 1941, se sometió a la decisión del mismo tomar o dejar el Convento de Ubrique, y el citado dia, fecha infausta para la historia de esta villa, el mencionado Capítulo decidió abandonarlo por la exigua mayoría de nueve votos contra ocho, sin que sirvieran ahora aquellos motivos que tuvieron para tomarlo el año 1899, ni la razonada exposición que dirigieron con fecha 15 de agosto de 1941 al Capítulo Provincial de los PP. Capuchinos de Andalucía las autoridades locales, fuerzas vivas y el pueblo en general, con cerca de un millar de firmas en tres pliegos adicionales, pidiéndole la reintegración de la Comunidad a este Convento de gloriosa historia Capuchina, y ofreciéndole la solemne promesa del pueblo de Ubrique de restaurar dicho Convento y su iglesia, dotándolos de ornamentos, objetos del culto y enseres más necesarios, todo esto antes de la próxima celebración del segundo centenario del nacimiento del Beato Diego José de Cádiz.
La decisión capitular fue notificada por escrito al señor Cura Párroco, al Hermano Mayor de Nuestra Señora de los Remedios y a los señores de García Pérez, propietarios del Convento.
A pesar de esta negativa, el año 1943 cumplió el pueblo lo ofrecido, al pie de la letra. Se hizo una colecta extraordinaria patrocinada por los señores de Bohórquez Vecina, Camareros de la Virgen, recaudándose más de ciento cincuenta mil pesetas, que fueron íntegramente invertidas el mismo año en las importantes  obras  de  reparación  y consolidación  que  necesitaba  el  hermoso  edificio  para quedar completamente  restaurado antes  de la celebración   del   citado    centenario,  esperando en vano hasta hoy la vuelta de los Capuchinos. Mientras  tanto, cuando fue abandonado  el Convento,    el    dueño   del   mismo,   don   Juan García   Pérez.,   decidió   venderlo,   y  al   ser   invocados   los   generosos   sentimientos   de   don Ángel   Bohórquez   Oliva,   hijo   de   Ubrique   y vecino de Jerez de la Frontera, éste respondió al   llamamiento   con   emocionado   entusiasmo, comprando  para la  Santísima Virgen el  Convento y su huerta, a lo que accedió el dueño de  muy  buena  voluntad.



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