sábado, 5 de enero de 2019

Serafín Ruiz Benítez. In memoriam

Serafín Ruiz Benítez
¡Hasta siempre!






Por Esperanza Cabello


Cuesta mucho trabajo comenzar el año despidiendo a una persona, más si se trata de una persona cercana y familiar como ha sido siempre Serafín Ruiz Benítez.
Serafín murió ayer  después de haber superado con éxito una intervención; demasiado joven aún, con sus 65 años recién cumplidos y con muchas ganas de segir plantando cara a la vida.
Porque Serafín siempre ha sido un luchador; nacido en noviembre de 1953, era el cuarto de los seis hijos de la familia formada por Serafín Ruiz Carrasco, maestro marroquinero, y María Jesús Benítez Morales, una de las ubriqueñas más increíbles que hemos conocido.
Cuando era muy pequeño sufrió la poliomelitis, enfermedad que le dejó secuelas de por vida, disminuyendo un poco su movilidad, pero sin impedirle desarrollar una vida plena, en la que no han faltado nunca el trabajo, la familia y el buen humor.

De una familia de petaqueros de toda la vida, Serafín comenzó muy pronto a trabajar con su padre en la fábrica de Manuel Coronil, en el rebaje. Cada mañana, lloviera o venteara, los dos "Serafines" se levantaban al alba y se iban camino de la calle Pasadilla a trabajar. A las dos en punto María Jesús les tenía preparada la comida, con los platos ya puestos en la mesa, y a las tres, al igual que otros muchos compañeros, ya estaban de nuevo en el trabajo, como los buenos.





El abuelo de Serafín (con barba, a la izquierda) en la petaquería a principios del siglo pasado


Con el cambio de titular de la empresa en la que trabajaba y ya sin su padre, Serafín continuó trabajando en su mismo puesto muchos años más, superando los problemas de salud que continuaban acarreándole las secuelas de su enfermedad  y dedicado a su madre y a su familia.
De carácter noble, generoso y bondadoso, Serafín ganó a pulso un lugar de privilegio entre sus hermanos y sus sobrinos, que hoy, en su despedida, se han afanado por acompañarlo, muy apenados.
También se ganó a pulso la amistad de muchos ubriqueños y el cariño de todos nosotros. Un hombre campechano, cordial, espontáneo, capaz de disfrutar de los pequeños placeres de la vida y feliz con todo.
Ayer, cuando conocimos la triste noticia, pedimos a Javier, también administrador del grupo "Ubrique en el recuerdo" que publicara una nota, y entre el centenar de condolencias de sus paisanos ha habido una nota que nos ha emocionado, la de Isabel Moreno:


¡Una excelente persona! La avenida de España se queda viuda. Nuestro más sentido pésame a toda la familia sobre todo a Maria Jesús que nunca lo dejó ¡Un fuerte abrazo! 

"La avenida de España se queda viuda", esa frase es muy representativa. La familia vivía al principio de la avenida desde hace muchos años, Serafín se ha relacionado con todos, y siempre con el mismo talante, es verdad que siempre ha estado por encima de las contrariedades.

 Esta ha sido la nota publicada por Javier:

Lamentamos comunicar el fallecimiento, después de una larga enfermedad, de Serafín Ruíz Benítez, persona que se hizo acreedora del cariño de sus amigos y de todos cuantos le conocimos.
Queremos expresar nuestro profundo pesar a toda su familia y al mismo tiempo dedicarles todos nuestros ánimos, apoyo y cariño para ayudarles a superar estos difíciles momentos por los que están pasando.
Su cuerpo se encuentra en el tanatorio del cementerio de San Bartolomé, de Ubrique, a la espera del responso que tendrá lugar hoy, día 5 de enero, a las 9,30 de la mañana.
Descansa en Paz, amigo Serafín.

 




Los últimos años han sido difíciles, la enfermedad se ha ido cebando en él y ha sufrido varias intervenciones, siempre sin perder el buen humor y ahora ya en su "moto", que le permitía hacer su recorrido diario.  Sus hermanos, María Jesús, Manuel y Alicia, han estado pendientes de él en todo momento, también sus sobrinos, para los que era el favorito, sin dudas.


Hoy lo hemos despedido, Ubrique se queda sin uno de sus "Serafines" (Serafín de Montegranaro, como explicaba su abuela Patrocinio (en este enlace) ) y Ubrique se queda un pooco más solo, un poco más triste.
¡Hasta siempre, Serafín!




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