domingo, 11 de marzo de 2012

Once de marzo, un día para recordar a José Núñez Fernández

José Núñez, 1966

Por Ester Cabello Núñez

Hoy, once de marzo, es el aniversario de la muerte de José Núñez, uno de los fotógrafos ubriqueños más conocidos de los últimos tiempos, trabajador incansable, hombre afable y cordial  querido y apreciado por todos y, además, el abuelo de Ester, José Manuel y Arturo, nuestros sobrinos.

José Núñez Fernández
 
Nació un 18 de mayo de 1932, hijo de Pepa y Pepe, no pudo llamarse de otra forma que Pepe. José era un niño inquieto, con ganas de aprender y jugar. Pero la vida les puso una prueba difícil a su madre, a él, a sus hermanas, María y Antonia,  y a su  hermano Manolo.
Con tan sólo cuatro añitos, las injusticias de la guerra le arrebataron a su padre, que también se llamaba José Núñez. Ya a los seis años tuvo que compaginar estudios y trabajo, comenzando su andadura por la marroquinería.
Desde que tuvo uso de razón, fue un apasionado de la fotografía, pero no tuvo oportunidad desarrollar esa afición hasta años más tarde porque era costoso y él tuvo que ayudar a su humilde familia a salir adelante.
    Alrededor de los diez años tuvo que dejar los estudios para dedicarse de lleno a la marroquinería, profesión a la que se dedicaría toda su vida llegando a ser todo un maestro marroquinero. Era aficionado, junto a sus amigos, a la cacería menor en sus pocos ratos libres.
    José era un adolescente cuando, a sus dieciséis años, conoció a la que sería la mujer de su vida; Juana. Una muchacha de catorce años, alegre, guapa, muy trabajadora y marroquinera también. Ella había corrido la misma suerte que José con su padre ¡¡¡¡La guerra hizo estragos en tantos andaluces!!!! Después de un breve  periodo como amigos, se hicieron novios y ya no se separaron más.
    Tras doce años de noviazgo, viviendo en Ubrique, trabajando mucho, con la ilusión de una futura vida en común y un hogar donde ser felices, llegó el gran día, un soleado tres de septiembre de 1960, contrajeron matrimonio Juana y Pepe, con mucha alegría y nervios, se dieron el “sí quiero” en la Parroquia de Nuestra Señora de la O. Para ellos y la familia fue un día inolvidable, lleno de emociones y buenos momentos, que culminó con una semana en Cádiz en una dulce luna de miel.



La boda, septiembre de 1960

   
 Fruto de ese amor nació, en junio de 1961, su primera hija, la llamaron Pepa, como su abuela, una preciosa niña, que fue la alegría de sus padres. Pasados dos años de ese feliz nacimiento, José partió hacia Alemania en busca de un futuro mejor pues el trabajo en Ubrique no les daba para vivir de forma digna y José se lanzó a la aventura alemana. Allí comenzó a desarrollar su labor marroquinera en una gran empresa su forma de ser hizo que se adaptara con facilidad a esa nueva cultura. Tras nueve meses Juana también partió hacia Alemania para reencontrarse con su amado esposo, esto  le supuso un gran esfuerzo por el largo viaje que emprendió y la pena de dejar un tiempo a su niña en Ubrique. Pero llegó el reencuentro y sus rostros brillaron de felicidad.
    Comenzó una nueva etapa, en pareja, codo con codo, trabajando en la misma empresa, todo esto supuso muchas horas de trabajo y el aprendizaje de una nueva lengua. Después de casi un año José y Juana pudieron reencontrarse con su hija con una tremenda alegría, Pepa se adaptó sin problemas a su nueva vida. Así pasaron diez años de vivencias positivas, entre las que destaca el nacimiento de su segunda hija a la que llamaron Elisabeth, una linda niña de pelo rubio y ojos azules, que terminó de colmar la felicidad de sus padres. De aquella experiencia en tierras lejanas José siempre recordará el buen trato recibido de sus compañeros alemanes, las mil y una fotos que hizo, los inviernos nevados y conseguir el bienestar que buscaba cuando partió, entre otras muchas cosas.




   







 José Núñez y Juana Jaén, 2005





De vuelta a Ubrique, José y su familia comenzaron a vivir en la casa que con tanto esfuerzo habían logrado construir. Se estableció por su cuenta en el trabajo de la marroquinería creando un pequeño taller donde siguió trabajando, mano a mano con su esposa, hasta mediados de los ochenta. En esa época, la salud de sus bronquios se vio resentida y tuvo que jubilarse. En sus años de trabajo también hubo tiempo para sus viajes anuales: Canarias fue la elegida en varias ocasiones, le siguieron Italia, Barcelona, Madrid, Andorra, Palma de Mallorca y un largo etcétera de destinos, todos ellos en compañía de su inseparable Juana y con su siempre fiel compañera: la cámara fotográfica, de la que supo extraer momentos inolvidables y bellas imágenes,  que siguen presentes y son un regalo para la vista. En varias ocasiones José participó en concursos fotográficos, llegando a ganar algunos de ellos. Tal era la calidad de sus fotografías, que en una ocasión, realizó una exposición fotográfica, siendo felicitado por la Asociación Fotográfica de Ubrique. Aún hoy, se conserva intacto su pequeño estudio fotográfico, que sigue desprendiendo los olores del revelado.


                                                  






Haciendo un reportaje taurino, agosto de 2002
 
   



 A finales de los setenta hubo un acontecimiento muy importante para José, fue el nacimiento de su primera nieta, hija de Pepi, la llamaron Ester, ella vino al mundo de forma inesperada, y fue una bendición para él y la familia, ella y su abuelo, crearon un vínculo de complicidad y cariño, que duró siempre.
    Años después nacieron sus queridos nietos, José Manuel, un niño bueno, alegre y luego, el enérgico y vivaracho Arturo, todos con el sello de ojitos azules de su abuelo. Con sus nietos, José compartió grandes e inolvidables momentos; cumpleaños, navidades a ritmo de zambomba y pasodoble, domingos de playa, ver los logros de cada uno de ellos, con gran satisfacción. La última de los nietos llegó en el 2003, la llamaron Ángela, hija de Elisabeth, con un pelo rubio, unos ojos azules, tan viva y risueña que hizo las delicias de su abuelo en los últimos años de su vida.
    Pasados los años de trabajar en la marroquinería, José dedicó el tiempo a su familia y a sus hobbies favoritos, siendo la fotografía, y sobre todo la taurina, la que protagonizó innumerables momentos y viajes a Jerez, a Ronda y, sobre todo, al Puerto de Santa María, para retratar a los más variados y famosos toreros. No había Carnaval en el que José no apareciera, cámara en ristre, para plasmar la variedad de disfraces y el arte ubriqueño. Tanto es así, que era conocido en el pueblo como: “Núñez el fotógrafo”. Otra de sus aficiones era la cocina, aún se recuerdan sus exquisitas paellas, con las que deleitó tantas veces a su familia sus mejillones con tomate y, en general, todos los platos que hacía, porque tenía muy buena mano cocinera. 



                                                   ¡Qué buenísimas eran sus paellas!
 

José era amante del sol, de los bellos paisajes, de ciudades como Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, El Puerto con sus ricos “pescaítos fritos”, sus playas y, por supuesto, de su Ubrique natal, con esa sierra tan preciosa que tantas veces fotografió. 




 

Desafortunadamente, la salud de sus bronquios fue su talón de Aquiles y de forma inesperada sus seres queridos se quedaron privados de su grata compañía.
    Pepe como cariñosamente lo conocían sus familiares y amigos, se fue un soleado 11 de marzo de 2010, con el mismo sol que le vio nacer, acompañado de sus seres queridos y de tantas personas que tuvieron el privilegio de conocerlo y de aprender de él. Fue un momento muy triste y emotivo, pero no recordaremos ese instante, porque hablar de José Núñez es recordar a una persona entrañable, divertida, luchadora, afable, sensible, cercana…Hablar de él es también sinónimo de familia, encuentros, fotografía, toros, pasodobles, Ubrique, marroquinería. Palabras y vivencias que han formado parte del océano que ha sido su vida. José ha dejado una huella imborrable en todas las personas que hemos tenido la fortuna de bañarnos en sus aguas.

                                                                                                             Ester, 11 de marzo de 2012





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2 comentarios:

Leandro dijo...

Recuerdo que cuando saliamos en chirigotas, esperabamos las fotos de Pepe Nuñez después de cada carnaval.

periko dijo...

Que bonito Esther. Yo lo quería mucho. Besos de tu primo (creo, no sé) Pedro. Desde Cai😉