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Grupo de Rescate 208 del Colegio
Nacional de Ubrique
VI Campaña 71/72
Objetivo:
ESTUDIO
Y POSTERIOR VALORACIÓN DEL
SALTO
DE LA MORA
UBRIQUE (CÁDIZ) AGOSTO 1.972
Hablar
o escribir sobre temas tan importantes como nuestro Salto de la Mora, es como
entregarnos a una grata tarea, donde el descanso o la fatiga no existen.
Nuestro Grupo 208 de Misión Rescate, vive, ha vivido y vivirá, en torno a la
grandeza allí existente, los mejores momentos de sueños insospechados.
No cabe duda
que hay cosas que en nuestras mentes infantiles apenas si tienen sitio para
estar. Es imposible que, en nuestras cortas edades, podamos advertir qué y
cuanto bello hay en rocas que van saliendo a la superficie, o en elementos
arquitectónicos hundidos de por siglos.
Pero, eso sí,
hay un Maestro que nos enseña y unos Profesores, que de vez en cuando nos
alumbran, y vamos conociendo, poco a poco, el por qué de nuestra historia
Y amparados
por estos elementos antes señalados, vamos a relatar en estas MEMORIAS todo
cuanto ha acontecido, allá arriba. En esa peña a cuyo regazo está Ubrique.
En una enorme
roca, de forma tronco-piramidal, de tipo triásico, despoblada casi de arbustos
y malezas, de casi 4 Km. de perímetro en su base inferior y unos 3 Km. de
perímetro en su base superior, se encuentra en su meseta el lugar conocido por
el Salto de la Mora.
Había muchas
leyendas sobre ella. Se decía que el “moro” perseguía a su hija porque tenía
amores con el “cristiano”. Ella, que quiso cumplir con el “cristiano” renegó de
su fe y ante la persecución se arrojó por una de aquellas agrestes laderas.
Claro que esto no ocurrió. Porque sabemos que los moros no vivieron allí
arriba. Tenían otros sitios.
También se
hablaba, y de un pequeño pozo allí existente, del “baño de la reina”. Pero,
¿quién iba a sospechar que aquel “baño de la reina” fueran unas auténticas
“termas”.
La “pila de la
reina”, la “mezquita” y muchas otras palabras denominaban lugares a los que las
gentes del pueblo estaban acostumbradas a escuchar de sus antecesores.
Pero he aquí,
que gracias a la piqueta de los arqueólogos, aquellas palabras se
transformaron.
Al igual que
el “baño de la reina” se transforma en “termas romanas”, la “pilita de la
reina” se convierte en bella fuente. También romana. Y la “mezquita” en
interesante y único “columbario”.
Se nos queda
atrás “el castillo”, que en su excavación da lugar a una interesante vivienda.
Y todo de una, pero que de una buena época.
Su situación,
privilegiada por su altura, como todas aquellas que el hombre primitivo había
escogido, no tiene nada que desear con respecto a su defensa. Nos causa vértigo
cada vez que asomamos nuestras cabezas a sus precipicios. Calculamos su altura
de unos 100 metros, casi en vertical, sobre las orillas del río de Ubrique. La
foto que en nuestro álbum “MEMORIA”, acompañamos, no está tomada desde ningún
avión ni objeto volador; está tomada, escuetamente desde uno de sus
frontispicios. ¡Impresionante! ¿Verdad?...
Pues bien,
sobre esta mole gigantesca, se asienta, una gran llanura, partida por una
elevación del terreno, y que se le denomina Salto de la Mora, y que también se
le conoce por Benalfeliz o Benalfí.
Y sobre ella,
se suceden distintas civilizaciones, desde el hombre primitivo, a un
asentamiento romano, perfectamente definido y corroborado por las
certificaciones técnicas que acompañamos a nuestras MEMORIAS.
Aunque seamos
reiterativos conviene destacar aquí el cómo y el por qué llegamos al punto
final de las excavaciones en el Salto de la Mora.
Ya se sabe que
entre Ubrique y el Salto de la Mora se rescató un Columbario en anteriores
campañas. Su estudio está perfectamente definido. Pero nuestra “misión”, no
quedaba encerrada en el estudio de dicho monumento. Nuestros ideales iban
encaminados al completo estudio de la zona. Motivos teníamos.
Recordamos,
perfectamente, como en los principios de nuestros trabajos en Misión Rescate,
así como en sucesivas visitas, habíamos encontrado varias piezas primitivas,
hachas, punzones, percutores…, y que hoy día son glorias para Ubrique;
recordamos, también, como en estas excursiones recogíamos en superficie,
cantidades inmensas de restos de cerámicas, de todas las variedades y especies,
plomos, bronces y varias monedas; sin lugar a duda destacamos aquella que
encontramos en la primera campaña, ibérica y de plata. Aquellos hallazgos nos
llenaban cada día de más y más interés por saber que había exactamente en el
Salto de la Mora. Esta inquietud nuestra fue llevada a los técnicos, que con su
saber y su dirección maestra eran los únicos que podían hacerlo.
Pero antes
estaba el Columbario. Primero su rescate, y después su valoración nos llevaron
más de tres años de trabajo. Como es lógico, también sobre esto existe
constancia en el programa. De cuantas vicisitudes como hubo para que el
Columbario, fuera excavado y estudiado, hay mucho escrito, pero es el tesón de
nuestro Grupo 208 el que sin lugar a duda consigue, que la piqueta de los
arqueólogos, valga la metáfora, suba arriba. No hay mucha distancia entre el
Columbario y las excavaciones. Pero esa distancia había que salvarla. Y ahí es
donde está verdaderamente nuestra labor. Insistir, insistir hasta que se
consiguió.
Creemos muy
importante, aparte de nuestros deseos de que el Salto de la Mora se excavara,
es nuestra aportación en materiales encontrados y que formaban parte de nuestra
Colección Rescate. No hemos dudado en absoluto de hacerlo así, ya que sabíamos,
que por su interés eran valiosos elementos de juicio para que las excavaciones
se ampliaran, y como bien nos dijo D. Salvador de Sancha, del cual nos sentimos
orgullosos como amigo y Profesor, en carta que conservamos como reliquia, que
gracias a nuestra labor se llevarían en Ubrique “…. unas campañas de
excavaciones jamás soñadas...” Y así va siendo.
Haciendo
alusión a estos anteriores párrafos hay que hacer constar aquí, lo que en
CERTIFICADO que adjuntamos a estas MEMORIAS, nos justipreciaba D. Salvador de
Sancha con fecha 15 de mayo de 1.971: “…hemos de dejar expresada aquí nuestra
gratitud y más viva felicitación a los componentes y Director del Grupo (208)
de Ubrique que, con el mejor espíritu y amor a nuestra Historia han sabido
realizar una prospección realmente importante y respetar, vigilar y conservar
intacto el yacimiento, de acuerdo con la Ley, dejando a la responsabilidad de
los técnicos el desarrollo de los trabajos de investigación…”
Quizás uno de
los elementos que más hayan influido en atraernos la voluntad de los
arqueólogos (a pesar de que el yacimiento sea muy interesante) es el haber
colaborado en sus primeras planificaciones, con la entrega, como antes hemos
dicho de algunos materiales. Una entrega, que a fuerza de ser sinceros, ha sido
franca y noble. Pues desde el primer momento, quizás por un desmedido afán de egoísmo,
podíamos haberlas dejado en nuestra selección, pero comprendimos, que eran
elementos de juicio, para que se hiciera un estudio detallado en el Salto de la
Mora. Y estas piezas, ya en nuestros Museos, son sin lugar a duda blasones para
Misión Rescate.
Recordamos de
entre ellas una punta de flecha, huesos fosilizados de hombre y animales,
encontrados en la Cueva del Berrueco (término municipal de Ubrique), un par de
hachas neolíticas en perfectísimo estado, un hacha en bronce, y algunas monedas
que los chicos entregaron a los arqueólogos. Una fístula, del periodo del
bronce, en perfectísimo estado, y la mejor pieza entregada, ya en el Museo de
Cádiz, una fístula de bronce, al parecer cabeza de toro, que hemos presentado
esta Campaña como un objetivo más. Todo ello sin recibir gratificación alguna,
solo por el hecho de haber colaborado.
Recientemente,
y enterados de que un campesino había descubierto una fenomenal hacha de bronce
(tiene 20 cm. de longitud) fuimos a visitarle (con ánimos de saber de done
habían salido). El sitio no lo conocemos aún, pero sí conseguimos traernos la
pieza y que actualmente está en Sevilla.
Creemos, por
una parte, que estas desinteresadas entregas, han causado impacto en la
voluntad de los arqueólogos, de los cuales, ha sido D. Salvador de Sancha
Fernández, actual Director de las excavaciones ubriqueñas y a su vez Director
del Museo de Arte y Costumbres populares, de Sevilla, e Inspector Regional de
Excavaciones, el que con más cariño se ha entregado a ubrique.
Por un lado
estas entregas, que suponen horas y horas de rastreo y busca de todo el Grupo,
y por otro esa constancia sin fin, manifestada por nuestro Grupo, durante tanto
tiempo. Vale aquí transcribir, otro párrafo de la Certificación habida, por
parte del mencionado arqueólogo Sr. Sancha para poder captar nuestro interés:
“… a la entusiasta vehemencia demostrada por el Grupo 208 que en conjunción
perfecta y estrechísima con las Autoridades de Ubrique no han cesado de tomar
contactos y exponer sus aspiraciones cerca de los Organismos competentes,
ajenas también a los proyectos de la entonces existente Delegación de Zona y
por supuesto a nuestra propia voluntad, la excavación en dicho lugar ha venido
demorándose hasta que el Eximo. Sr. Comisario General de Excavaciones
Arqueológicas, delegaba en nosotros la dirección de los trabajos oficiales a
realizar en Ubrique…”
La excavación
del Salto de la mora comienza. Es el 24 de septiembre de 1.971. Primero, en la
parte más alta de la explanada, (unas 20 hectáreas). Se pincha la tierra y se
inicia una cata. Es el lugar al que la gente le llama “el palacio”, y los
arqueólogos le llaman “Sondeo II”. Seis o siete obreros, miman la tierra en sus
trabajos. Dos alumnos de la Universidad de Madrid, llevan un “diario”.
Primero se
cuadricula el terreno. Se señala una zona de 1,30 x 7 metros. Después el pico y
la pala, lentamente, en capas de 10 en 10 ctm. inicia su descenso. Se alcanzan
los dos metros de profundidad. Pero para llegar a ellos, cuantas y cuantas
cosas han salido a la superficie. Destaquemos las más interesantes, no sin
antes ver como era el terreno a medida que se iba descendiendo. Primero una
tierra negra, humus, de labor, después una capa arcillosa, después una banda
negra de carbón (1,30 de profundidad, vestigios de incendios), continúa otra
capa de arcilla más rosada, para en los dos metros de profundidad, ser una
arcilla oscura.
Estas capas de
terrenos superpuestas a manera de estratos, es lo que en el argot arqueológico,
se le llama estratigrafía. Y en todas estas capas materiales de muy diversa
significación. Relataremos los que creemos son del mayor interés, dejando para
después la obra de fábrica que forzosamente tuvo que salir, y que para el
visitante actual le llama más la atención.
Materiales: Un
capitel, corintio, en piedra muy dura, en la pág. nº 5 del álbum fotográfico.
42 ctm. de altura. Peso aproximado 30 kilos.
Tres fustes,
correspondientes a otras tantas columnas, que no corresponden al anterior
capitel, ni por material ni por medidas.
Una flauta,
fragmentada, de hueso tallado, con unos 20 ctm. de longitud.
Varias
monedas, en los distintos niveles, no recordando el número exacto de ellas,
pero creemos recordar eran seis o siete, y que pertenecen a épocas romanas.
Cerámicas: es
el capítulo más interesante de esta cata. Cada capa de tierra excavada presenta
diverso material. Desde la atípica, abundante en superficie y primeras capas de
rastreo, a la púnica en su fondo, pasando por tégulas, opus, sigiladas, hispánica
y de importación, neolítica… Vidrios, bronces, nácar, …, restos de dolium,
pesas e infinidad de materiales que dan una gran nota de optimismo a la
excavación. Pero (y he aquí lo más interesantísimo de todo) al llegar al fondo
comienza a aflorar una cerámica púnica y de buenísima calidad, y que gracias a
la gentileza de D. Salvador de Sancha, podemos remitir fotografiada en las
Memorias, foto realizada “in situ”, y que por si sola habla de su calidad,
demostrando un mundo púnico en el Salto de la Mora. Estas fotos, que serán
debidamente comentadas en el comentario fotográfico se encuentran en las
páginas 21 y 22 del álbum.
La fábrica en
este sondeo II, corresponde a unos paños, en su cara este, de piedra, argamasa
y que sólo era visible por una de sus caras. A medida que se profundizaba, este
muro se convertía en otro de mayor consistencia y perfección.
Como a medio
metro de la superficie, se va localizando la puerta de entrada, en grandes
sillares, y que está fotografiada en las páginas 19 y 20 del álbum.
Causa impacto
el contemplar esta grandiosidad.
Como este
sondeo se hace solo con una anchura de 1,30, más el grueso del muro Este, 50
ctm, el corredor o pasillo que queda tras la puerta descubierta, queda bajo
tierra, y por tanto no puede hacerse una distribución exacta de la vivienda, en
su interior, aunque los muros que sobre superficie continúan, nos dan idea de
su aspecto exterior (unos 20 x 20 metros). Estos muros exteriores dan aspecto
de gran consistencia, ya que en algunos sectores alcanzan el metro de grosor.
Sondeo 3º.
Visto el resultado en el Sondeo II, en el que se alcanza un nivel púnico, otra
cuadrilla de obreros, más numerosa, comienzan la limpieza, en otra explanada,
en la que solo emerge un lienzo de muro, también de muy buena fábrica, con un
talud enorme de piedras y tierras y sobre estas, una tupida red de arbustos.
Forma todo
esto, a manera de promontorio, con unas medidas aproximadas de 15 x 10 metros y
recortado sobre una gran elevación del terreno y dando cara a uno de los precipicios
de la sierra en su parte Norte. Al igual que en el sondeo II, se cuadricula el
terreno, y comienza su limpieza exterior. Esta limpieza da como resultado que a
un metro escaso de superficie, aparezca la primera esquina, por cierto,
redondeada. En principio se cree se trata de un torreón de murallas, dada la
proximidad del precipicio. Pero no. Lentamente va apareciendo, en una magnífica
fábrica, un gran rectángulo, con esquinas redondeadas, recubiertas en su
interior con una argamasa de cal y restos de cerámica a manera de hormigón
moderno. No cabe duda se trata de un depósito hidráulico y con unas dimensiones
de 7,5 x 1,4 metros.
Mientras un
grupo de obreros, van limpiando su interior, que tiene una forma definida de
romboide, el resto va limpiando sus caras exteriores.
Sigamos en su
interior. Claramente se ve que todo lo que hay en su interior es relleno.
Enormes piedras, tierra, cerámica no bien definida, y que corresponden a muy
diversas épocas. Restos de animales e incluso un hacha neolítica de 12 ctm. en
muy buen estado. Y sacando, sacando tierras, se llega, nada más y nada menos
que a tres metros de profundidad. Se estudia su fondo, impresionante conjunto,
y se observa que como depósito hidráulico, ni tiene entrada ni salida de agua.
Una incógnita que habrá que resolver en su día.
Volvamos a su
exterior. Se ha ido limpiando a su alrededor. La cara de muro que no da a la
pared de sierra, es decir su cara Oeste, presenta una fábrica con unos sillares
fenomenales, bien unidos entre sí. Algunos alcanzan el metro cúbico de espesor.
En la cara Este, la que da a la sierra, aparecen otros muros, no tan buenos
como el anterior descrito pero que se continúan hasta ensamblar con la sierra.
En esta parte aparece una especie de plataforma sobre el nivel alto de los
muros que encierran el depósito hidráulico, y junto al ensamble indicado,
aparecen unas escaleras, actualmente con cinco escalones excavados (con una
anchura de un metro) que sube a la parte alta y más elevada del Salto de la
Mora. En el escalón central de estas escaleras, es decir, en el nº 3 se
encuentran los obreros con dos buenas monedas.
También en
toda esta excavación exterior aparecen restos de cerámica atípica, sin una
estructura bien definida. E incluso restos humanos, de tres o cuatro cadáveres,
enterrados allí, aprovechando los huecos habidos entre los muros y sierra, y
que pertenecen a épocas más recientes, posiblemente árabes, todos muy pobres y
sin ajuares.
Una vez limpio
este depósito y su plataforma superior, el Director de la excavación decide
hacer una cata sobre el muro, en su cara Este. Su tamaño en superficie es de 3
x 2 metros, y cuando se alcanzan los 2,5 metros de profundidad, es decir casi
los 6 metros desde la superficie original, se dan por terminados los trabajos,
para posterior ampliación ya que la cosa lo requiere. Es precisamente aquí
donde se encuentra el mejor material. Material púnico abundante y campaniense,
que corre paralelo con el encontrado en el Sondeo II. Gran cantidad de filos,
bocas, cerámicas, en su mayoría decoradas con pinturas rojas y negras, y sobre
todo una copa, oscura, campaniense, aunque fragmentada, completa. Asas y
asideros redondeos… En fin todo ello de una belleza inimaginable. La
satisfacción entre los técnicos es indescriptible.
Sondeo IV. La
gran llanura de la meseta del Salto de la Mora no es totalmente llana. Hay a
manera de ondulación del terreno presentado a la vista del visitante un gran
promontorio. Pues en ese mismo promontorio, se veía una aljibe y junto a ella,
restos de muros que la gente llamaba “baño de la reina”.
La mitad de
este “baño”, y muchos metros a la redonda, estaba tapado con un “majano” (aquí
se le llama así) enorme de piedras. Con una altura de casi los tres metros.
Toneladas y toneladas de piedras. Poco a poco fueron quitándose estas hasta
dejar totalmente limpio el sector. Estos trabajos se hicieron en una superficie
circular de unos 500 metros cuadrados. Lo que más nos llamaba la atención (aquí
si estuvo directamente el Grupo, por encargo especial de D. Salvador de Sancha)
es que a medida que íbamos quitando las piedras que estaban más en superficie
iban apareciendo fragmentos de mármoles de las más diversas tonalidades. En
incluso paño de mosaico. Se tardó cerca de dos semanas en quitar aquel enorme
talud (en la pág 27 del álbum, foto gentilmente cedida por D. Salvador de
Sancha, puede verse parte del “majano”), no sin antes haber encontrado en él
materiales de toda índole, de las más diversas épocas e incluso, localizadas
por nuestro Maestro-jefe, cinco monedas, todas juntitas y que pertenecen, no a
épocas romanas, sino a Felipe IV, posiblemente dejadas allí, olvidadas por
quienes hicieron el “majano”. También conviene destacar el hallazgo de un
enorme martillo neolítico, muy interesante.
Una vez
despejado el terreno de este enorme montón de piedras se procedió a la
limpieza en superficie, para ir delimitando los muros. Y aquí viene lo bueno.
Aquellos “baños de la reina”, se convierten en unas termas romanas
maravillosas. Depósito de agua, horno, baños rectangulares y en excedra,
canales de calefacción, de conducciones de agua, vestíbulos, solarium circular
y gran cantidad de departamentos. Aquellos mármoles formaban parte de las
termas. Y por si era poco, un pavimento perfectamente definido en su figura,
pero muy destrozado con restos de mosaicos, cuyas teselas son geométricamente
bien equilibradas.
El conjunto en
sí de estas termas da idea de grandiosidad, y es la pieza que más llama la
atención al visitante del Salto de la Mora. En reciente visita nuestra al Salto
de la Mora, hemos encontrado sobre el pavimento del Solarium, huellas de una
lápida o altar y que hemos denunciado a D. Salvador de Sancha.
El Grupo 208
de Misión Rescate, cumple en estas excavaciones, tres funciones fundamentales,
aparte, claro está de la inquietud demostrada para que se lleven a cabo los
trabajos.
Es la primera
la confianza que depositan en nosotros, para que el material que llevamos a la
escuela, sea lavado, preparado y catalogado, en lo posible, por nosotros, en
escrito que recibimos en su día y del cual tiene constancia el Programa.
Nos referimos
a una carta de fecha 10/1/71 en la que, entre otras cosas se nos decía: “… he
de recordarte que, así que vayas pudiendo, encargues a tus alumnos o a tu Grupo
de Misión Rescate que lave, poco y cuidadosamente la cerámica…” ¡Qué mejor
colaboración que esta responsabilidad adquirida!
La segunda
actuación de nuestro Grupo, es la asistencia total, en el sondeo IV, buscando y
rebuscando cuanto de interés se encuentra en el “majano”, inventariándolo y
clasificándolo.
Y por último,
los mismos peques actúan con eficacia en ayudas que le son posibles, privándose
de muchísimas horas de asueto. En el álbum fotográfico, y en la pág. 17 hay
buena parte de ello. Y si se observa detenidamente dicho álbum, hay varias
fotos de su colaboración en medidas.
Y cerramos
este trabajo, de lo que nos sentimos orgullosos por haber sido Misión
Rescate y su Grupo 208 del Colegio Nacional de Ubrique, quien a la postre
consiguió, no sin mucha paciencia y trabajo, que Ubrique haya dado a la
historia tres páginas envidiables. La de un mundo prehistórico, la de un mundo
púnico y por fin, la de un extenso y rico romano.
Ubrique,
agosto de 1.972.
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