jueves, 8 de mayo de 2014

El pregón del Día de los Gamones, por don Bartolomé Pérez Sánchez de Medina

Don Bartolomé Pérez Sánchez de Medina
Pregonero de la Fiesta de los gamones de Ubrique


Agradecemos a don Bartolomé Pérez Sanchez de Medina que nos haya enviado el texto del pregón del Día de los Gamones en Ubrique, el pasado 2 de mayo de 2014 (en esta entrada).
Las fotografías de esta entrada son del muro de facebook de la Fiesta de los Gamones de Ubrique (en este enlace), realizadas por Leandro Cabello.





    Pregón del día de la Cruz y de la crujida de gamones



            Buenas noches. Ha sido una satisfacción muy grande que la concejal de Cultura  me haya encomendado el Pregón que me ha traído aquí. De hace muchísimo tiempo siento la necesidad de expresar lo que significa esta manifestación popular tradicional del Día de la Cruz en mi pueblo, en Ubrique.

            El comienzo del mes de mayo es el momento en el cual la primavera llega a su punto máximo de exuberancia en la vida vegetal y animal. Los animales paren y  sus crías  alegran la vida con sus  voces y trinos, con la variedad del pelaje y plumas, con el movimiento y con el vuelo. Las flores derraman al aire su aroma y alfombran de  colorido la Naturaleza. Se trata de la renovación de la vida. Es la Primavera anunciada por el ruiseñor:



                                     Escondido en la arboleda

larga un trino el ruiseñor,

se ilumina la vereda,

limpio el eco lo remeda

y despereza una flor



 El sol saluda al rocío

estallando en resplandores,

la sombra duerme en río

y el ruiseñor con más brío

va despertando a las flores.



Guiña el sol a la corriente

del agua alumbrando el día

y su rumor transparente

acompaña sonriente

                                      a la alegre melodía.



                                       Desde la mimbre hasta el pino,

                                       del valle por la ladera,

                                       se oye el silbo diamantino

                                       y deja en el aire su trino

                                       alientos de Primavera.

  






      Es la Primavera. Y es que la Iglesia fue acomodando el Calendario Litúrgico a lo largo del año, de forma que en Primavera,  renovación de la vida natural, tiene lugar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, culminación del triunfo de la Cruz sobre el pecado, renovación de la vida espiritual. En Ubrique la Cruz tiene un significado especial. En 1755 tiene lugar el terremoto de Lisboa. En Ubrique se sintió y temblaron los picos más altos de la sierra sobre cuya ladera se asentaba el pueblo. Un monje del Convento de Capuchinos, el Padre Buenaventura, trazó un Vía Crucis que se iniciaba en la ermita de San Antonio y ascendía hasta el Calvario, que  edificó él, al igual que los de Benaocaz y Villaluenga. Sobre las cumbres de las montañas de Benalfí, El Tajo y La Viñuela  erigió una cruz en cada una de ellas para que no volvieran a temblar como ocurriera en 1755.

      El Carnaval en Ubrique ― me refiero a las coplas del las agrupaciones ― año tras año forman una crónica local de sucesos la mar de interesante,  lo que ocurre en nuestro pueblo, pero a veces rebasa ese límite y ya lo que ha acontecido en la provincia, en la región, en España e, incluso, en el resto del mundo. Claro, que  lo que ha ocurrido en la localidad,  habitualmente tiene más interés. Y esto es lo que  plasma esta coplilla atribuida por unos, a Paco el de Amadora, que yo a sus hijas conocí ya ancianitas, a Esperanza y a Angelita, que vivían al lado de las Curritas Fría, en  el callejón de Fleming, y todo Ubrique las conocía como las hijas de Paco; y por otros era atribuida al Maestro Pepe, al que también se le llamaba Tío Pepito, el de la cueva, la cueva de Tío Pepito. La copla dice así:

      

                                        A Ubrique vino un inglés

                                        y dijo con calma ofendida,

                                        que la cruz del Benalfí

                                        estaba un poco torcida.

                                        ―" Aunque yo no sea devoto,

                                        aunque mis labios no recen,

                                        aunque me cueste el dinero

                                        quiero que me la enderecen".

    


Pues hoy debiéramos  cantar algo así por estas cruces, sobre todo, por la del Benalfí y la de  la Viñuela.

   Fray Diego José de Cádiz colocó en algunas calles de Ubrique cruces de hierro forjado: en el Toledo, en la Trinidad, en la calle San Sebastián, en la plaza Colón, en la calle Fuentezuela...



      El fuego, desde los más  remotos tiempos, tiene para el hombre un significado ritual y religioso. Con el fuego se convocaba a los espíritus, se hacía luz en la oscuridad, se acondicionaban los alimentos para su conservación, se combatía el frío y se destruía lo inservible y lo perjudicial; con el fuego se convertían en ceniza y humo los restos marchitos del año anterior. Con la destrucción de lo inservible se daba paso a la nueva vida. Las candelas del día 3 de mayo en Ubrique se preparaban y preparan con anterioridad, amontonando los trastos viejos de las casas, los muebles que ya no sirven para nada y ocupan un espacio inútil, la leña seca producto de la poda y arbustos de la roza de las tierras.

          Las candelas se encienden sobre todo en las plazas y en cruces de calles del casco antiguo. Esta costumbre ancestral, trasmitida a través de generaciones, coincide en el Calendario Litúrgico con la festividad de la Santa Cruz, "el día de las Cruces", el día 3 de mayo. 



          El gamón es una planta herbácea de la familia de las liliáceas,  Asphodelus fistolosus, de hojas radicales, erectas, largas; de tallo cilíndrico de más de 50 centímetros de altura, de flores blancas con una línea rojiza en cada pétalo; florece en Primavera; sus raíces, tuberosas y fusiformes, se han empleado en medicina popular, en forma de cocimientos, contra afecciones de la piel.

             La crujida de los gamones podría deberse a una práctica ritual primitiva para alejar a aquellos espíritus malignos a los que atribuían los males que padecían en la piel. Para crujir el gamón, se mete la parte gruesa del tallo entre las ascuas, sin que las llamas lo afecten directamente, así hasta que hierve; entonces se retira y rápidamente se golpea fuertemente contra una superficie dura y plana. Al estallar, el vapor de agua mezclado con la savia, se extiende por el aire dejando un olor muy peculiar. Al crujirlos, se libera vapor de agua y savia caliente del bajo tallo, y queda todo ello flotando tras el estallido, de forma que la aromática mezcla entra en contacto con la piel y la embadurna al relente de la noche.

                                    La noche está despierta en las candelas

                                    y eleva a las alturas ilusiones,

                                    en tostados crujidos de gamones,

                                    de oloroso humo blanco las estelas.





      El triunfo de la vida nueva sobre los restos del año biológico anterior no sólo se afianza con el fuego ― ya que el fuego de las candelas se alimenta de muebles viejos, enseres inservibles, leña seca ― sino también con el juego del amor, inocente, sencillo, fresco, por el que las muchachas suben a un columpio, trazado de un balcón a otro de la calle, mientras que una mujer canta una cancioncilla de columpio en la que es revelado el secreto amoroso de una moza, que primitivamente era de la moza que estaba subida al columpio. Estas cancioncillas de columpio se pierden también en el tiempo. Es en los columpios donde las muchachas, llenas de vida y recién tocadas por el amor, balancean sus hermosos cuerpos mientras la coplilla rocía el aire de gracia y desenfado. Miguel Ángel Peña Díaz realizó un estudio muy interesante de coplas de columpio recogidas en Ubrique en su trabajo El Vaivén  de la Copla de Columpio en la Sierra de Cádiz: Fiesta de Ubrique.

       Pienso en el columpio del San Juan, y cuando lo recuerdo me sorprendía por lo grande que me parecía. Y las coplas, que a veces pueden expresar el momento luminoso en que la mocita se siente feliz porque un mozo simplemente la mira y le sonríe:

                                    En una fuente bebí

                                     un agua clarita y fría ,

                                    y, al levantar la cabeza ,

                                     un mozo me sonreía.

                                     En una fuente  bebí.



            También se expresa la queja de un desencuentro y la alegría de recobrar a su pareja:





                                        En el Calvario recé

                                         pa que volviera mi novio,

                                        y al bajar se me acercó

                                        cerquita del San Antonio.

                                         En el Calvario recé.



        ¡Hay que ver las muchachas columpiándose la noche de los gamones parece que se impregnan de Primavera! La noche lo acapara todo y lo idealiza:



                                 Como las rosas de perfume fresco,

                                que del cielo robaron sus colores,

                                 son las mozas que bambolean sus cuerpos

                                 en la soga esparciendo sus amores.



            Candelas y columpios, crujida de gamones y coplillas al balanceo de un cuerpo grácil y hermoso dan un prestigio especial a la noche del Día de la Cruz.

             Esta tradición se debe conservar ya que es una singular seña de identidad de Ubrique. ¡A la salud de la Cruz!



 Gracias.



                                        Bartolomé  Pérez  Sánchez  de  Medina Ubrique, 2 de mayo de 2014

                                     






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