sábado, 31 de agosto de 2019

¿Hasta cuando soportaremos la barbarie en nuestras calles?


Ilustración de Manuel Janeiro
"El torito juguetón"



Por Esperanza Cabello

En femenino singular


Cada año, desde hace unos cuantos, (en este enlace) me veo en la triste obligación de escribir en primera persona, en femenino singular, para alzar mi voz y llorar por la barbarie que se perpetra en mi pueblo a principios de septiembre.

Esto pasa desde que unos cuantos iluminados decidieron organizarse para maltratar a dos toros en las calles de Ubrique un día de septiembre, pidieron permiso al ayuntamiento y todos los representantes municipales, por unanimidad, estuvieron de acuerdo en autorizar este maltrato de nobles animales por las calles de nuestro pueblo.

Por nuestras calles y con nuestro dinero, pues también mis impuestos, y los tuyos y los suyos pagan parte de esta atrocidad.
Ya ni me acuerdo de qué año era, pero hace demasiado tiempo.
En balde he esperado que volviera la sensatez a nuestro ayuntamiento. En balde deseé que con el cambio de corporación municipal esta brutalidad terminara. En balde hemos hecho una gran tarea de concienciación y hemos alzado muchas voces diferentes... el maltrato en nuestras calles sigue.
Eso sí, es de agradecer que no haya ido a más, aún podría ser más triste. Y además en los últimos tiempos hemos visto un pequeño avance tanto desde el punto de vista político como social; algunos colectivos se han pronunciado claramente en contra, incluso dentro del ayuntamiento, lo que es moderadamente satisfactorio.

Lo peor es que como se trata de una juerga primitiva se hace muy difícil pensar que la sensatez pueda imponerse. Hay gente que aún piensa que los animales existen para hacer con ellos lo que les de la gana a unos cuantos. Estoy segura de que muchos de los que disfrutan maltratando o viendo cómo maltratan a los toros después le hacen cariños a sus animales de compañía ¿A que sí? 

Para los que gritan y vocean, a veces con sus hijos pequeños al lado, no sé si es más interesante el morbo de esperar a ver si un humano es corneado o de ver cómo mortifican a un animal (que a veces cae rendido) entre chillidos y voces. Pero seguro que no consentirían que nadie le tocara ni un pelo a su querido perro ni a su querido gatito, mucho menos a su caballo. Pues animales son los unos y los otros, y todos merecen el mismo respeto.

Por eso pedí al pintor Manuel Janeiro que me hiciera un dibujo representando a un torito como si fuera un perro, un conejito o un gato, como si fuera un animal doméstico.

¿Seríais capaces, vosotros que disfrutáis vejando y mortificando a un animal por las calles de Ubrique, de disfrutar si unos cientos de insensibles patearan y corretearan a vuestro "perrito" delante de mayores y niños?

Dejemos a los animales en paz, enseñemos a nuestros menores que aspirar a un mundo  mejor dentro del respeto por todo lo que nos rodea es lo único que nos hace buenas personas. Dejemos a Ubrique como estaba desde siempre hasta hace unos años, sin maltratar a ningún toro en las calles, sin señalarnos como pueblo primitivo, que no lo somos de ninguna manera.

Tenemos fiestas alegres, divertidas, únicas. Tenemos historia y cultura a raudales, inventamos nuevas formas de ocio que se convierten en tradiciones animadas y festivas. Ubrique es un pueblo digno, feliz, un verdadero paraíso. Nos hemos hecho respetar a lo largo de nuestra historia con nuestro trabajo, con nuestro modo de vida. Sigamos así. Olvidemos esta crueldad y volvamos a ser, por favor, dignos de respeto.

Por mi parte, este año de nuevo, con toda la pena del mundo, y deseando que sea la última vez, dejaré de ser ubriqueña durante unas horas, sumida en la más triste de las vergüenzas.


.


1 comentario:

Rafael Hevia dijo...

Acierto pleno de los movimientos sociales ubriqueños que promovieron al profesor Bartolo Pérez para que con la unanimidad de la Corporación municipal- que en 2003 presidía la socialista Isabel Gómez- lo nombrara Hijo Predilecto y - a mi parecer- desde él se proyectaran y destacaran los méritos conjuntos de los enseñantes de las instituciones académicas locales.
No puedo mostrar idéntico entusiasmo y sí testimoniar mi reiterada protesta y desaprobación al adoptado por una Corporación precedente.
Autorizó la suelta de toros por las calles, sin ningún arraigo histórico que avalara el organizado por una novel asociación coincidente, además, con los tradicionales festejos patronales de septiembre.
¿Hasta dónde progresará el error popularista y hasta cuándo?
Felices fiestas.