Antiguo cementerio de San Sebastián,
a la derecha de la iglesia del Jesús
Fotografía de Francisco García Parra
recuperada por Manuel Cabello
Por Esperanza Cabello
Nuestra visita al archivo del Registro Civil ubriqueño, buscando la genealogía de nuestra tatarabuela, Isabel Coveñas, para la conferencia sobre mujeres ubriqueñas en la historia, nos ha permitido confirmar algunos datos muy curiosos para la historia de nuestro pueblo.
Todos sabemos que los enterramientos se han hecho, a lo largo de la historia, alrededor de las iglesias, o, si se trataba de alguien más señalado, se enterraba en el interior de la misma.
En Ubrique, sin ir más lejos, sabemos que don Pedro Romero, fundador de la ermita de San Pedro, fue enterrado en el interior de la ermita, delante de altar (más o menos donde se coloca actualmente la mesa de las conferencias).
Los primeros enterramientos se harían cerca de la iglesia de San Antonio, la más antigua de las iglesias del pueblo, pero de eso no tenemos constancia. Más tarde, y una vez construída la iglesia parroquial, el cementerio se situaba a su izquierda, de ello queda como testigo el nombre de la calle de las Ánimas, que circundaba el cementerio.
Al mismo tiempo, desde 1660, se consagró una determinada zona de las huertas del convento como cementerio, de hecho los mayores del pueblo hemos conocido ese cementerio, incluso las llaves de los ataudes de los monjes estuvieron muchos años en esa zona de cementerio.
También sin saber exactamente desde cuando, Ubrique comenzó a enterrar a sus muertos en el cementerio de San Sebastián, situado a a derecha de la iglesia de Jesús. Esta iglesia fue construída en honor del patrón de Ubrique, San Sebastián, en el Jardín de Jesús; en la página de la Hermandad del Nazareno podemos leer que fue a finales del siglo XVI, después de una epidemia de peste (en este enlace). Esta iglesia con el paso del tiempo ha ido tomando el nombre de Iglesia de Jesús.
Hasta esta semana teníamos el dato, contado por nuestros mayores, de que había sido en 1900 cuando don Bartolomé Romero había cedido unos terrenos para la construcción de un nuevo cementerio a la entrada del pueblo, y nuestro amigo José María Gavira había recuperado una estupenda descripción escolar del mismo (en este enlace).
Pero ahora sabemos que los datos son diferentes. Gracias a la amabilidad del encargado del Registro Civil, José Antonio Herrera, hemos podido revisar los libros de defunción entre los años 1871 y 1900, poniendo especial atención al lugar en el que cada difunto iba a ser enterrado.
Por ejemplo, don Serafín Vecina Poley, muerto en 1871 e inscrito en el libro primero de defunciones, fue enterrado en el cementerio del convento:
Francisca Gómez Bohórquez también falleció en 1871, en julio, y su cadáver fue trasladado al cementerio de San Sebastián:
En 1875 murió nuestro tatarabuelo Cayetano Janeiro, y fue enterrado en el "cementerio general", así era conocido el cementerio de San Sebastián:
Nuestro trastatarabuelo José Coveñas, fallecido en 1876, el siete de febrero, e inscrito en el libro número seis de defunciones, fue enterrado en el cementerio del convento, llamado también cementerio de San Francisco:
El 16 de marzo de 1880 murió el ubriqueño Antonio Aragón Macías, a los 77 años, de un "reblandecimiento cerebral", y fue enterrado en el cementerio general, o sea, junto a la iglesia del Jesús.
Y así, año tras año, libro tras libro, hemos podido comprobar cómo los ubriqueños fallecidos en la segunda mitad del siglo XIX, eran enterrados, casi todos, en el cementerio de San Sebastián, sin ninguna referencia al nuevo cementerio hasta que llegaamos al año 1899.
En el libro 31 de defunciones encontramos, en el folio 200, el acta de defunción de una niña de nueve años, Beatriz Muñoz Rincón, muerta de "fiebre perniciosa" el 17 de septiembre de 1899, hija de José Muñoz y Manuela Rincón, que sería enterrada en el cementerio de San Sebastián de Ubrique. Esta es la última inhumación en este cementerio (exceptuando algún caso aislado).
Diez días más tarde, inscrito en el folio 201 del libro 31 de defunciones, encontramos el acta de la muerte del pequeño Juan Morales Pardeza, residente en la calle Palma y muerto el veintisiete de septiembre de 1899 de "meningoencefalitis", según consta en elo certificado médico.
Este pequeño fue, tristemente, el primer ubriqueño enterrado en el cementerio de San Bartolomé de Ubrique:
A partir del acta 116, del 27 de septiembre de 1899, consta en los libros de defunción que todas las personas fallecidas en Ubrique fueron enterradas (con alguna excepción que no podemos determinar aún) en el actual cementerio de San Bartolomé.
Así pues podemos afirmar, con tristeza, que el comentario de nuestro tío José María era muy certero, la mayor parte de las inscripciones de defunción en el siglo XIX era de niños y niñas ubriqueños (también hay inscritos muchos con el nombre de "feto", indicando igualmente los datos de sus padres y de su fallecimiento). Y la última persona enterrada en el antiguo cementerio de Ubrique fue el 17 de septiembre de 1899, una niña de 9 años, Beatriz Muñoz Rincón. La primera persona enterrada en el actual cementerio fue el 27 de septiembre de 1899, un niño de dos años, Juan Morales Pardeza.
Cementerio de San Bartolomé en la década de los cincuenta
Fotografía cortesía de Lely Fernández
Ubrique en el recuerdo
En anteriores entradas, (en este enlace) habíamos mostrado imágenes del exterior del nuevo cementerio, e incluso habíamos explicado que comenzó a utilizarse en 1900 basándonos en los testimonios de los mayores. Parece que debemos adelantar unos diez años esta fecha.
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