lunes, 12 de marzo de 2007

La redacción de Julia para "Las Cumbres", su Instituto en Ubrique




LA AUTÉNTICA RECETA DE LOS AUTÉNTICOS GAÑOTES DE UBRIQUE

Cuando he contado a mi abuela Esperanza que organizaban un concurso de buenas recetas del pueblo me ha contado una historia real, que pasó hace muchos años...
Tenía mi abuela dos tías mayores que eran confiteras, eran dos hermanas solteras, y todo el mundo las conocía como “la Piñeritas”, por su apellido. Josefa e Isabel eran dos buenas personas, siempre amables, siempre dulces y siempre horneando los más exquisitos pasteles que uno pueda imaginar.
Cuenta mi abuela que hacían muy poco negocio, porque no podían soportar a un niño mirando los dulces, y se los daban. Como eran “los años del hambre” (después de la guerra civil) siempre había alguno que no tenía nada para comer. Tampoco dejaban que les sobrara un poco de masa, en vez de hacer un rosco de más, para sacar más dinero, se ajustaban a lo que habían pensado y hacían un poquito más grandes los roscos que ya estaban hechos.
Josefa e Isabel fueron buenas siempre, y siempre buenas confiteras. Por aquel entonces en todas las casas se hacían todas las comidas, se preparaba la carne de membrillo en otoño, se hacían los dulces de Navidad, se preparaban las canastillas de pan, se hacían las magdalenas, los borrachos y los gañotes para Semana Santa... Y además tartas, bizcochos, arroz con leche, flan, natillas, huevos nevados...
Pero los dulces y pasteles de “las Piñeritas” eran muy especiales, tan finos, tan bien amasados, con un azúcar tan suave y una miel tan escogida que siempre quedaban sueltos y deliciosos. Siempre con aquellos calderos de cobre y aquellos peroles que ya no conservamos.
Mi abuela explica que su madre, Natalia, heredó de “las Piñeritas” el don para hacer dulces, y que también heredó la receta de los gañotes. Los gañotes son dulces de Semana Santa. Creíamos que sólo se hacían en Ubrique, pero también se hacen en algunos pueblos de Extremadura, aunque la forma es diferente.
Se hacen con harina, “ajolí” (que así llamamos en el pueblo al ajonjolí), huevos, azúcar y aceite. Se amasan todos los ingredientes, después se forman finas tiras, como de plastilina, que se enrollan en una caña, y a freír.
Como ustedes comprenderán, la receta de “las Piñeritas”, la auténtica receta de los auténticos gañotes, sigue en la familia, pero si quieren probarlos, vengan a Ubrique en Semana Santa; vengan a La Plaza, al concurso de gañotes, o vengan a cualquiera de nuestras casas, serán bien recibidos, a la andaluza, y serán agasajados con nuestros exquisitos dulces caseros, un bien que ya es escaso.




Julia Ruiz Cabello


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jueves, 1 de marzo de 2007

Mi cuaderno de bitácora. Marzo de 2007

 


Mi cuaderno de bitácora: la primera entrada

 


 

Por Esperanza Cabello

 

Esta fue, el uno de marzo de 2007, el primer intento de blog que hice aprovechando que comenzaba a estar internet a mi alcance tanto en casa como en el trabajo. Al mismo tiempo nacieron el blog profesional "Le coqui hebdomadaire" y este personal "Mi cuaderno de bitácora" que solo tuvo una pequeña entrada:

 

 

Las historias de Ubrique

Cuando era pequeña quería ser escritora, me encantaban las historias y los cuentos que nos contaba mi madre a diario, y siempre me dormía reinventando esas historias, yendo a un pasado más remoto, a un bosque más lejano, a un paisaje más exótico.
Más tarde empecé a pensar que lo mío era la historia, no en vano mi padre era el mejor ejemplo, y pude aprender muchísimo de él. Incluso pensé, en ese momento decisivo en el que debes comenzar tus estudios en la universidad, ser arqueóloga, pero mi abuelo Leandro, con mucha sensatez, me explicó que esa era una profesión de ricos, porque a principios de los setenta en nuestra tierra la arqueología era un lujo.
Así que decidí convertirme en profesora, y en ello llevo muchos años felices. Pero...
¡Quién me iba a decir que cuarenta años más tarde me decidiría a contar las historias de Ubrique!
En este cuaderno de bitácora tan moderno me pondré al día por los vericuetos de internet y los misterios de los ordenadores, y al mismo tiempo intentaré recuperar todas las historias de mi pueblo que abuelos, tíos y, sobre todo mi padre y mi madre, me han contado a lo largo de la historia.