sábado, 11 de agosto de 2012

"Los Deportes Náuticos: impulsando el turismo"

 Julia y Esperanza en la Gran Regata 2012. Cádiz


Por Esperanza Cabello
Fotografías: Julia Ruiz Cabello

El pasado lunes estuvimos hablando un poco de la Gran Regata que  había sido un acontecimiento para la ciudad de Cádiz en este emblemático año 2012.
Nuestra madre y nuestro hermano nos recordaron que Manuel Cabello Janeiro había escrito un pequeño artículo sobre los deportes náuticos (él, que era tan de tierra adentro) y que incluso lo había presentado a un premio literario, la IX Edición del Premio Literario In Memoriam de José María Mateu Borras.
Hemos estado buscando el texto hasta que Eduardo recordó que nosotros mismos lo habíamos pasado al ordenador y lo hemos encontrado en unos ya anacrónicos disquettes que ya nos ha preparado. (Menos mal que siempre tenemos a mano a un magnífico especialista en cambio de formato, capaz de digitalizar cualquier documento desde cualquier tipo de soporte).

   
La Gran Regata fue también una invitación a la cultura
A la música, a la pintura...
Este cuadro de Abraham Pinto Mendoza nos encantó


 Hemos estado leyendo el artículo, y, entre un montón de datos técnicos y anécdotas marineras, hemos encontrado la esencia de los escritos de nuestro padre:


  Yo había nacido en el, para mí, pueblo más bonito de la España turdetana, UBRIQUE, en la provincia de Cádiz. Forjado del trabajo, del tesón, de la lucha… y que el Creador colocó como un cuajarón de cal, al igual que un clavel blanco en la solapa de sus sierras. Pero tuvo la buena idea de no ponerlo en las alturas, como lo están casi todos los pueblos de la Hispania, que buscaron en lo alto sus defensas contra las huestes invasoras, sino en la bajura, para que, siendo vergel de la belleza, el enemigo cayera siempre vencido, de tanto frescor y hermosura: Fenicios, cartagineses, romanos, bárbaros, árabes y cristianos, todos hollaron la cerviz y dejaron sus culturas.
     Desde muy pequeño había visitado la mar. Quizás el primer recuerdo que tenga de mi vida sea aquel en que por primera vez la vi y que, zafándome de mi madre corrí hacia el agua metiendo mis piernecillas entre las olas. ¡Aquel bautismo me marcó para siempre!
     Lo que más me llamaba la atención era la ingente inmensidad de esas aguas que bajo el cielo parece que nunca acaban. A lo lejos, muy lejos, eran sueños infantiles, una raya, sobre ella la mar, y por debajo el infinito. Todo un misterio. Y entre el cielo y el agua todo un continuo ir y venir de ondas azules y blancas.
     Aquellas fantasías de mi niñez, que tantas veces había visto sobre el mar, con los años las hice realidad, mirando en mis montañas. Sus esbeltos picachos, de diferentes alturas, desde  lontananza, se me imaginaban las olas, que desde las cumbres llegaban hasta mí, siempre bajando...
     Por eso al mar siempre lo amé; primero por aquel encuentro infantil, largos años ha, y luego porque las crestas onduladas de mis montañas eran el claro espejo de lo que yo recordaba.


Cádiz al atardecer: suficiente impulso para el turismo 
Fotografía: Julia Ruiz Cabello


También hemos encontrado su relato de la Gran Regata de 1992 : 

     Pero si, de una manera reglada, se trabaja intensamente para atraer al turismo, tendríamos que volver la vista atrás para comprender que hay que “forzar la máquina” para conseguir lo mejor.
     Lisboa, Génova, Cádiz, Las Palmas de Gran Canaria, Santa Cruz de Tenerife, La Gomera, San Juan de Puerto Rico, Nueva York, Boston y Liverpool  fueron las escalas de una regata de cuatro meses de duración, recorriendo 9.500 millas náuticas, o 17.000 kilómetros. 210 barcos inscritos para la salida desde el Viejo Continente; 24 de ellos con más de 48 metros de eslora. Una regata que tuvo lugar en 1992, quinientos años después de la singladura más conocida, discutida y trascendente que se realizara en la historia: la de CRISTÓBAL COLÓN.
     Esta fue la gran regata Colón 92. Los navíos hicieron escala en Cádiz, cuyo puerto fue calificado como el “mejor punto de encuentro” por los organizadores de la mayor concentración de veleros de este siglo que finaliza.
     De su estancia en Cádiz entresacamos unas breves líneas de Sobrino Grosso, que destaca “... un extraño bosque de jarcias, velas y aparejos conmemoran el Vº Centenario del Descubrimiento de América, y por ello se va por la misma derrota... medio millón de personas señalan la irreal belleza de los muelles... la ciudad se sube a sus torres para recibirles y decirles adiós.” (Del libro “Cádiz en la gran regata”)
     Nosotros pudimos observar en los pantalanes un nuevo pueblo, un pueblo efímero, de casetas, tiendas, círculos... que daban cabida las veinticuatro horas del día a la alegría, al festejo, a la movida, al baile, a la música carnavalesca, al flamenco. Los barcos pueden ser visitados, y se visitan. Ingentes multitudes, interminables filas. Los marinos sudamericanos descubren a las gaditanas, y las atraen con sus sambas y sus lambadas; hay quien asegura que este descubrimiento es revancha de aquel otro que los “descubrió” a ellos.
     Los hoteles, hostales, residencias, fondas, casas particulares, al completo. Hasta la Sierra de Cádiz, a más de cien kilómetros, llegaron turistas en busca de habitación. ¡Un éxito sin precedentes el de esta regata!
     El continuo movimiento fue espectacular; se abren exposiciones, tenderetes, el comercio bulle. Los astilleros, la filatelia, los caballos andaluces que mezclan sus saltos con las jarcias y las velas desplegadas. Cerca de mil periodistas de todos los continentes. El puerto es un lugar de contrastes: tunas universitarias, piconeros, desfiles, guardiamarinas de mil y un uniformes, trompetas y tambores, bandas, recepciones en los buques, fuegos de artificio. En el muelle ciudad, El Juan Sebastián Elcano y La Galeona...



Los grandes veleros abandonan el puerto de Cádiz, continúa la Gran Regata


Pero quizás sea lo mejor dejar a la disposición de todos el artículo completo, pinchando en este enlace tendremos acceso al documento que supuso un gran trabajo investigador para nuestro padre, en aquellos tiempos en que aún no existían internet ni los buscadores. En esta ocasión no obtuvo ningún premio a la promoción del turismo, como aquel que había conseguido en 1973, aunque lo que a él más le gustaba era afrontar nuevos retos, abrir nuevos caminos, y, para un marinero de tierra adentro, escribir sobre los Deportes Náuticos supuso un magnífico desafío.


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2 comentarios:

Candela. dijo...

A ver si puedo ir a verlos a Dublin. "Mira, ahi viene la pesá de Cadiz", XDDD

Julia dijo...

Vaya fotos bonitas!!!! :P :P :P