viernes, 20 de marzo de 2015

Ubrique en la obra de Vicente Blasco Ibáñez

Portada de "Crónicas de Viaje"

Por Esperanza Cabello

Todos conocemos a Blasco Ibáñez como novelista, pero el genial escritor valenciano tiene además muchas otras facetas creativas. El libro que traemos hoy, Crónicas de Viaje, es una recopilación  de artículos periodísticos escritos en los años sesenta y que relata los viajes realizados tanto en nuestro país como en Argel.
Sabíamos que Blasco Ibáñez describía la Sierra de Cádiz en estas crónicas, pero no teníamos acceso al libro, publicado en 2011, así que pedimos a nuestra amiga Rafi Carrasco Román (siempre rodeada de libros) que nos echara una mano para corroborar que, efectivamente, Blasco Ibáñez hablaba de nuestra sierra.
Y, efectivamente, Blasco Ibáñez retrata nuestra sierra en estas crónicas. 
Este retrato no ha sido demasiado benévolo. Blasco Ibáñez es realmente un mago de la descripción, aunque describe el nuestro como un  paisaje seco y rudo, la sierra solo como un lugar pedregoso; la gente, tan pobre y tan miserable...
 Creemos que su visión de nuestra sierra se quedó solo en la primera impresión.

 Hemos podido leer un comentario de José Luis León Roca sobre su crónica:




"Desde sus primeras líneas, el diario del trayecto blasquiano por Andalucía, Gibraltar y Tánger evidencia unas constantes que serán recurrentes en sus artículos de viajes. El cronista nos habla de su marcha a caballo por las fragosidades de la Sierra de Cádiz. Más allá de la dificultad del camino, se impone de inmediato un comentario en tono social y político que delata su actitud comprometida. En aquellos lugares, la lucha por la vida se refleja en las penalidades que tienen que sufrir aquellos que viven del contrabando del tabaco. Gente humilde, denominada como mochileros, que arriesga su vida frente al control y las represalias con que los blanquillos de la Tabacalera castigan tales prácticas…






Y hemos transcrito unas líneas de su descripción de la sierra, concretamente algunas de las que se refieren en concreto a Ubrique:



"La sierra está lo mismo que en aquellos siglos que no conocieron otros medios de locomoción que la mula, el caballo y el asno. Grandes recuas llevan las mercancías a lomos por veredas que ni siquiera merecen este nombre; surcos pedregosos trazados por el agua de las lluvias al descender de las cumbres en espumosos torrentes; callejones abiertos en la roca donde cada paso de las cabalgaduras hace rodar un sinnúmero de pulidos guijarros por los despeñaderos que bordean estas vías primitivas.

La gente vive aquí como vivía la humanidad antes de la invención de la rueda. En Ubrique, hermoso pueblo, famoso en toda España por la fabricación de sus petacas y carteras, los niños llegan a la adolescencia sin saber lo que es un carro, hasta que descienden a la campiña jerezana para ganarse el jornal

El caballo es el eterno compañero del hombre. Los pequeñuelos saben sostenerse en los lomos de una cabalgadura casi antes de aprender a andar; las mujeres son amazonas que galopan por los temibles riscos con sonriente serenidad. En los pueblos, las calles son pedregosas pendientes, donde resbalan a cada paso las ágiles bestias, sin llegar a caer nunca. La tierra roja y suave, solo se ve en los campos cultivados, por todas partes, el pedrusco azul, pulido con el roce y las lluvias, resbaladizo y duro, haciendo pensar en el choque sordo de una caída mortal…"



Nos gusta ver que nuestro pueblo ha estado presente (además de enlibros de geografía o historia) en las obras de algunos de los clásicos:  Azorín, Pío Baroja, Max Aub, Frasquita Larrea, Vargas Llosa, Gerardo Diego, Enrique Zummel, y ahora Blasco Ibáñez (esperamos no olvidar a ninguno de ellos).
Confiamos en que esta lista seguirá creciendo a medida que sigamos conociendo nuevas publicaciones.


Nota: De nuevo agradecemos a Rafi Carrasco Román la gentileza que ha tenido con nosotros proporcionándonos este texto.




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