Por Esperanza Cabello
Exite en Granada un rincón muy poco conocido pero digno del mayor de los elogios y lugar obligatorio de visita cuando se quiere conocer esta impresionante capital andaluza, se trata de un pequeño Carmen (casa con jardín) situado muy cerca de la Alhambra y junto al auditorio Manuel de Falla en el que vivió nuestro músico más internacional junto a su hermana María del Carmen desde 1920 hasta 1939.
La casa museo Manuel de Falla se mantiene intacta a través de los años, guardando en su interior las ilusiones y los secretos más íntimos de este gran músico.
Hemos tenido la gran suerte de poder hacer una visita guiada, cumpliendo con todos los protocolos de seguridad, de la mano de Federico, uno de los responsables. Las visitas son de grupos muy reducidos, en este caso solo nosotros, y nuestra impresión no ha podido ser más favorable.
Manuel de Falla había nacido en Cádiz en noviembre de 1876, para nosotros uno de los músicos andaluces de referencia, el favorito de nuestros padres, con los que asistimos, en aquellos festivales de verano de Cádiz, a todas las representaciones posibles.
De familia con gran tradición musical clásica, su madre era pianista, tuvo además la singularidad de ser cuidado por su niñera "La Morilla" que le cantaba canciones populares andaluzas y canciones de cuna que dejaron gran huella en él.
Era el mayor de cinco hermanos, José María, María del Carmen, y los gemelos Servando y Germán (¡Cómo se ve que eran gaditanos!). José María y Servando murieron en la infacia, esto, unido a que Falla padeció tuberculosis, hizo que el músico estuviera excesivamente preocupado con la higiene y la salud toda su vida, lo que no impedía que fiera fumador empedernido de Ideales.
Los objetos de higiene y salud juegan un importante papel en la habitación del genial músico.
Su infancia en Cádiz estuvo marcada por la música, su madre se ocupó de que tomara clases de piano y solfeo, además de hacer sus estudios brillantemente en el Columela.
Sabiendo que su vocación era la música, con veinte años comenzó a viajar a Madrid para dedicarse en exclusiva al aprendizaje y a la composición, haciendo que sus trabajos fueran conocidos y gozando de cierta fama. La música era, definitivamente, su vida.
Diez años más tarde decidió trasladarse a Francia, en París entabló contacto con músicos muy relevantes y personas muy influyentes desde el punto de vista cultural, se ganaba la vida dando clases de piano a hijos de familias adineradas y dando conciertos, el piano se convirtió en su tarjeta de presentación más reconocida.
El piano de Manuel de Falla en su casa granadina
A causa de la Primera Guerra Mundial, Falla decide regresar a Madrid, donde continúa infatigable su trabajo y donde su renombre alcanza límites insospechados, pero en 1919 mueren sus padres, y Manuel se va, con su hermana Maria del Carmen, a Granada, donde deciden aposentarse llevando una vida más bien retirada.
Marcador de punto de cruz de María del Carmen Falla
(hecho en 1892)
Falla fue muy feliz en Granada, a pesar de las vicisitudes, de sus pequeñas manías y de sus miedos, Granada fue para el músico un refugio imprescindible "mi pequeño París", como él mismo decía.
Y su casa, conocida en esa visita tan bien preparada, con Federico, conocedor de todos los pequeños detalles de la vida de nuestro músico, en ese lugar mimado, conservado y cuidado con celo, que nos habla de otros tiempos, de otras gentes, de otras vidas tan diferentes a las nuestras.
No se trataba de citar a todas las celebridades con quienes Manuel de Falla cmpartió talento, amistad y aficiones, tanto españoles y andaluces como franceses, los nombres de algunos de los grandes músicos, pintores y escritores están unidos para siempre al nombre de Manuel de Falla, pero nos ha pearecido fantástico pensar que Lorca o Alberti compartieron charlas e inquietudes en esta pequeña casa, que Hermenegildo Lanz o Bacarisas diseñaron los decorados para sus obras quizás después de una charla en su jardín.
Porque el carmen por el que tan gentilmente nos ha guiado Federico tiene un delicioso jardín, pequeñito, que conecta directamente con el auditorio manuel de Falla y desde el que la vista sobre la Vega de Granada debía de ser impresionante en la época.
Íntima, familiar y cercana, la visita de la casa granadina de Manuel de Falla es algo que no podemos dejar de lado en nuestro recorrido. Habíamos reservado enesta dirección: casamuseomanueldefalla@granada.org (También se puede concertar en el teléfono 649 055 947) y llegamos puntualmente, ya nuestro guía, Federico, estaba allí a primera hora. Es una casa pequeña, en forma de L con dos plantas, entramos por la cocina, que nos recordaba a las de nuestras abuelas. Todo limpio y perfectamente ordenado. Federico nos puso en antecedentes de toda la visita, que además es baratísima.
De la cocina pasamos al salón, y empezamos a rememorar aquellos tiempos en los que los amigos se reunían alrededor de la mesa camilla, sentados en sillas de enea y con la pared cubierta de esteras de esparto para proteger de la humedad.
En la planta de arriba, los dormitorios de los dos hermanos, nos llamó la atención la cantidad de medicamentos y artículos de higiene en la habitación de Manuel, después supimos que era extremadamente limpio, con rutinas para limpieza de manos, de dientes, para todo el aseo personal, a veces durante horas.
Es curioso, pero al saber algo más de este genial músico hemos recordado a dos ubriqueños de pro, coetáneos, que compartieron con él muchos detalles de su vida, nos referimos a don Serafín Bohórquez y don Francisco García Parra. Los tres de familias acomodadas, nunca se casaron, vivieron con sus hermanas, con gran cultura, Francisco y Manuel viajeros, Serafín y Manuel extremadamente cuidadosos con las bacterias, los tres infinitamente religiosos... incluso nos atreveríamos a decir que los tres podrían parecerse físicamente.
En la visita, la máquina de escribir (de cuando el teclado aún no estaba organizado como actualmente), el piano, el fonógrafo, el bureau, los muebles populares, los objetos de cerámica popular y la silla de enea de ruedas, por la artrosis, fueron los elementos que más nos llamaron la atención.
Y aquella puertecita debajo de la escalera, donde Manuel de Falla se encerraba a rezar durante los bombardeos en la Guerra Civil, junto al presupuesto para construir un refugio antiaéreo en el carmen (que ascendía a unas tres mil pesetas de entonces), nos hizo saber cuánto sufrió durante la guerra.
Después de la visita a la casa, Federico nos indicó que podíamos visitar en el auditorio una exposición permanente sobre la vida de Falla. Magnífica exposición, de la que salimos con el ánimo sobrecogido al saber de su exilio en Argentina.
Después de haber sufrido la quema de las iglesias y sobre todo después del fusilamiento de tantos amigos (sobre todo de Federico García Lorca), Manuel y su hermana María del Carmen decidieron exiliarse en Argentina, donde Falla murió en noviembre de 1946 a causa de un infarto.
En esta exposición pudimos leer la dramática carta manuscrita de Hermenegildo Lanz relatando la salida del carmen de la Antequeruela de Manuel de Falla, que se despidió de todos sabiendo, quizás, que nunca volvería.
Queremos agradecer a Federico el interés por la visita; a quienes nos recomendaron hacerla por habernos abierto una puerta a la cultura y a la emoción y a todos los que hacen posible recordar nuestra historia y a nuestros personajes, por no dejar que caigan en el olvido nunca.
Dedicado a la memoria de los grandes hombres que, al conocerlos, demuestran ser aún más grandes.
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