lunes, 13 de noviembre de 2023

Don Juan Vegazo busca el acueducto. Etapa final de la primera parte del manuscrito

 

El acueducto romano de Ocurris

Fotografía de Manolo Cabello

 

 

Por Esperanza Cabello

 

Toda la vida hemos oído hablar del acueducto de Ocurris. De pequeños, íbamos muchos domingos al llano del Pluviómetro o a lugares cercanos y nuestras correrías eran entre vestigios de muros, trozos de argamasa y lugares preparados para la conducción de aguas desde el Castril hasta Ocurris.

De pequeños soñábamos con un acueducto a la imagen del de Mérida o del de Segovia, y veíamos en nuestra imaginación unos arcos de piedra en el llano  de Santa lucía para la conducción del agua. Claro que esta imagen infantil pronto fue sustituida por la de una conducción mucho más humilde. 

Una complicada muestra de la ingeniería romana, pero mucho más simple que esa tremenda estructura de piedra. Algunos muros, tuberías de plomo, estructuras incluso de maderas, siempre teniendo en cuenta los desniveles del terreno y la inclinación necesaria para que el agua fluyera desde el Castril hasta el Salto de la Mora.

Don Francisco García Parra creía que la antigua conducción de aguas de las aguas del Benalfí era romana. Esta era la idea que todos teníamos de la ingeniería romana:

 

 

"Antiguo acueducto romano de las aguas del Benalfí". 1934

Fotografía de Francisco García Parra

 

 

Este es el final de la primera parte de la copia del manuscrito. Realmente ha sido muy interesante poder leer de "segunda mano" las historias de las tribulaciones de don Juan Vegazo. Una historia difícil y además muy costosa, el pobre hacendado se quejaba constantemente de los grandes gastos y del costo de esta hazaña. 

En realidad, entre fray Sebastián de Ubrique, Enrique Romero de Torres y Simón de Rojas habían desvelado casi todos los secretos de Juan Vegazo, pero el localizar la copia del manuscrito en los archivos nacionales  nos permite saber, concretamente, qué escribió su autor.



 La conducción de agua "Caput aquae"

Este era el primer destino del acueducto

Fotografía gentileza de Manolo Cabello

 


 

"Más no olvidándome de la Mesquita o Baño que está a la subida y discurriendo de dónde o cómo podría venir el agua para purificarse y subir al templo a ver a sus dioses, descendí a la tierra de labor llamada puerto de Pedro Rodríguez y encuentro toda la falda de esta sierra llena de fragmentos, mucha cantería desconcertada, y en lo más llano varios pedestales de piedra. A distancia corta, atravesando estas tierras, y siguiendo con rectitud a otra vecina, a distancia de tiro de bala, escarpada y tan áspera que perdí la esperanza de averiguar el rumbo de los arcos de acueducto y su principio. Me retiré con bastante disgusto y reiteré nueva subida al Baño y tendiendo la vista a la sierra del frente, cotejé su igualdad y me encaminé a ella hasta dar con el punto que me propuse, llevando un conocido del terreno que me condujese. Ya cansado, conseguí por fin ver obras de romanos, frente a frente del Baño. Parece increíble y de todos ignorado cómo condujeron el agua por aquellas montañas cortando las sierras y bajando, según me he informado, de un nacimiento o manantial llamado El Castril, cerca de la villa de Benaocas.

Volví tercera vez y llegando al primer descubrimiento de la cañería seguí su giro según podía conservar; ya se pierde, ya la descubro; y en fin cansado y fatigado entre estos riscos logré hallar salida, llevando el giro cierto, hasta dar en un sitio llamado los Paredones, junto a una cabreriza que dicen de los Pérez, pasando y girando nuevamente a otra sierra más encumbrada, junto al camino de Benaocas.

Aquí ya casi llegué a perder las esperanzas; pero preguntando a varios sobre la cañería que buscaba, me informaron, según la tradición de sus mayores, que bajaba del nacimiento o manantial del Castril una cañería de Gentiles a la sierra del Benafis alto. Otros me dijeron iba a dar al edificio que ellos llaman Mesquita, y es Baño Romano. En fin, para informarme mejor, habiendo pasado a Benaocas pregunté a los ancianos y convinieron en lo dicho, y hallándose predicando allí la cuaresma el reverendo padre Guardián de Capuchinos de Málaga, don Diego José de (Málaga)[1] Ubrique[2], me dijo que había visto un atanor[3]de plomo que habían sacado unos cabreros de entre un tallisco[4], de la cañería de los romanos.

Aunque en las excavaciones que llevo referidas se han encontrado bastantes monedas, las he ido repartiendo entre varios sujetos curiosos, y aún conservo algunas pocas, pero todavía se hallan en las labores que se dan a la viña. No hago más descubrimientos formales cansado de tanto gasto.

En el fondo de la haza es probable se encontrarían muchas cosas, pues sin mayor diligencia al cavar las cepas se han hallado pedazos de tazas con algunas letras y flores y una tenía gravado de relieve una figura vestida a la romana.

En el terreno contiguo a la sierra del Benafis se descubren ruinas, cuadros de casas y muchos fragmentos, cantos y hasta el cerro llamado de la Llave, donde entre los olivos se ven restos de la población que sería populosa. Las piedras que se han encontrado en las excavaciones unas parecen de las canteras de Morón, distante 9 leguas, otras de Marchena, distante 13 leguas. El busto o trozo de estatua parece de Carrara, en el Genovesado".

 

Nota: Muchísimas gracias a todos los que han colaborado con sus explicaciones, observaciones, fotografías, buenas ideas y consejos en la publicación de la copia de este manuscrito, especialmente a Valle Riego, por haberme recomendado archivaweb, a Manolo Cabello y a David Bulpe, por sus fotografías, y a Manuel Zaldívar y José María Gavira, por sus indicaciones.

 

 

Nota: en esta página podemos obtener el texto completo de la copia de esta primera parte del manuscrito.



[1] Tachado en el texto.

[2] Fray Diego José de Ubrique fue guardián de Málaga.

[3] Cañería para conducir el agua

[4] Una pequeña zanja entre cortados de piedra.

 

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