miércoles, 8 de noviembre de 2023

El manuscrito de Vegazo. Llegamos a 1795. La casa de Vegazo. El mosaico

 

La casa de Juan Vegazo

Fotografía de Manolo Cabello


 

Por Esperanza Cabello

 

Poco a poco van pasando los años en el manuscrito de Juan Vegazo Montesdeoca, había adquirido las tierras en 1792, y ya en 1795 decidió construir una casa para él mismo en un lugar  resguardado encima del llano. La casa de Vegazo estuvo habitada durante años, aunque no ha llegado completa a nuestros días ni muchísimo menos.

Don Juan nos cuenta que había un maravilloso mosaico en la casa sobre la que construyó, mosaico que se destruyó al querer aplanar la tierra. Una lástima.

La vegetación ha ido invadiendo todo el terreno, dando paso a ejemplares únicos y maravillosos, como este acebuche que está junto a la casa y que, a buen seguro, fue testigo de las tribulaciones del señor Vegazo.

 

El acebuche de Ocurris

Fotografía de Leandro Cabello
 

 

Archivo Histórico Provincial de Granada

 

"El año de 1795 continué completando el plantío de viña en todo este llano, y se encontraron distintas paredes de cimientos de cantería muy sólida, un aljibe o baño en una casa casi redondo, sus esquinas eran redondas y poco hondo en su medio. Esta casa estaba enladrillada con ladrillos como de 4 dedos, todos de puntas. Se halló un pedazo de letrero en piedra jabaluna que parece dice Caesari Adriano dedicatione; media pilita de mármol, como una taza, más lositas de mármol, medio capitel de alabastro y un pedazo de moldura de jaspe y de columnas, varios enladrillados chicos unos de llano y otros de punta: otra casa con figura de flor, por tener un ladrillo pequeño en medio y cuatro a los lados de forma de diamante.

En fin, donde pensé hacer la casa para mi habitación costó trabajo limpiar el terreno, descubriéndose una casa superior por el terreno que ocupa. En una parte formé sobre los muros que descubrí, y deseoso de ver el plano, admiro la tapicería de piedras que, formando tableros de damas de diversos colores causaba admiración y recreo a quien lo miraba: en seguida estaba formada una maceta saliendo de su centro un tronco con ramos, flores y lirios de varios colores tan delicados, que al tacto y vista casi no se encontraban cuando los quité, por tener que rebajar el terreno.

Este cerro en su mayor altura está lleno de cantos y demás fragmentos, y en una casa de estas encontré vestigios de otra fragua. Al fin de esta tierra estaba un almacén de cantos y piedras, y una era redonda de mampuesto. Como me dijeron que sonaba hueco cuando trillaban, la hice romper por tres sitios y encontré un caño que la atravesaba y estaba lleno de una masa como de cenizas condensadas: en esas roturas hallé como si hubiesen vaciado algunos crisoles, y un zarcillo o arete de oro con una como lágrima de pendiente su peso 26 reales.

Juan Begaso

 

 

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