viernes, 6 de junio de 2014

La fiesta de la flor en Ubrique. El sanatorio que nunca existió.

Nuestras abuelas Julia Janeiro y Natalia Fernández entre las señoritas que postulaban 
entregando flores a cambio de un donativo para el sanatorio



Por Esperanza Cabello


De vez en cuando nos llevamos gratas sorpresas curioseando por internet. Compramos un ejemplar de la revista "La unión ilustrada", de 1925, porque sabíamos que  podríamos encontrar unas fotografías y una historia muy curiosa de nuestro pueblo y de nuestra familia:
La historia del Sanatorio Antituberculoso de nuestra localidad.
Pero además, en esta historia estaban implicados varios miembros de nuestra familia, ya que podemos reconocer a nuestras dos abuelas en las fotografías, que, curiosamente, había hecho Pedro Janeiro para enviar a la revista.

 en este enlace p. 32

La Fiesta de la Flor: las chavalas ubriqueñas 
(entre ellas nuestras dos abuelas, Julia y Natalia)
engalanadas y preciosas para la ocasión


Hemos estado indagando y preguntando a nuestras "informadoras habituales", Isabelita Álvarez, Margarita Piñero y Rafaelita Ponce, nos han contado lo que ellas recuerdan de este acontecimiento: A principios de siglo había muchos enfermos de tuberculosis.
 Nuestros compañeros científicos, Luis y Pepe, nos explican que la tuberculosis era una enfermedad muy grave, mortal, producida por una bacteria, que se contagia por las gotitas de saliva expulsadas al estornudar. Las condiciones de vida poco salubres, la mala alimentación, la escasa higiene y la humedad hacían que se propagara y fuera muy difícil de curar. En aquella época no había aún antibióticos (Fleming descubrió la penicilina en 1929) y se construían sanatorios antituberculosos que cumplían una doble función: por un lado los enfermos estaban aislados y no se propagaba la enfermedad; por otro tenían mejor calidad de vida, mejor alimentación, mejor higiene y estaban en un clima seco que les ayudaba a reponer fuerzas y luchar contra la bacteria.

Pues en Ubrique surgió la idea de construir un sanatorio antituberculoso. No sabemos aún de quién surgió la idea; quizás el Doctor Zarco Bohórquez, eminentísimo médico ubriqueño, impulsó esta idea.
En el abc de 17 de diciembre de 1935 encontramos al doctor Zarco dando conferencias sobre la curación de la enfermedad.


Doctor Zarco Bohórquez


En el libro Panorama de la cardiología en el Cambio de Milenio, escrito por Pedro Zarco Gutiérrez y Manuel Díaz-Rubio García, podemos leer una pequeña biografía de Pedro Zarco Bohórquez:


Don Pedro Zarco Bohórquez nació en Ubrique en 1887, fue médico militar y del instituto de higiene de Alfonso XIII. En 1925 ingresó, por oposición, en el cuerpo facultativo del Hospital de Rey donde fue Jefe de Clínicas, desarrollando una gran labor dentro del área de las enfermedades infecciosas, concretamente sobre la viruela. Gran médico, con enorme dedicación a  su profesión y carisma personal, realizó importantes aportaciones en el campo de la tuberculosis, alguna, siendo Director del Sanatorio de Valdelatas, de gran trascendencia en relación a la posibilidad de trasmisión de la tuberculosis de madre a hijo. Demostró que el hijo de una madre tuberculosa nace sano y que la tuberculosis no era una enfermedad hereditaria. Su libro “Tuberculosis y embarazo” tuvo gran impacto por estas aportaciones. Su pronta muerte a los 55 años como consecuencia de la enfermedad a la que con total entrega se dedicaba…

Esto nos hace pensar que quizás fuera uno de los impulsores de la construcción del Sanatorio Antituberculoso en la Sierra, aunque seguramente era un proyecto común, pues, según Margarita Piñero, había muchísimas criaturas afectadas de tuberculosis, y se hacía necesario tomar medidas.




Noticia en "La Unión Ilustrada"


Según la revista "La Unión Ilustrada" la cuestación tuvo un  gran éxito, quedando demostrados los sentimientos humanitarios de los vecinos, y la recaudación obtenida fue de relativa importancia.
Hasta aquí, todo bien. Pero... ¿dónde está el sanatorio?

Nuestras tres informantes rieron y nos repitieron la pregunta. Parece ser que el dinero (el que se recogió entonces y en los años siguientes) se perdió. Por lo visto en todas las épocas ha habido listillos que se aprovechan del trabajo de los demás.
Quizás nunca se consiguiera suficiente y el dinero se destinó a otros menesteres. Rafaelita nos dice que hasta sacaron el tema en las coplillas de carnaval, y que, de todas formas, la gente siguió yendo a Benaocaz, donde el clima excepcional, la escasa humedad, la tranquilidad y las buenas comidas hacían milagros con los enfermos.


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