lunes, 9 de junio de 2014

Luis Vilches Moreno, homenajeado por el pueblo de Ubrique

Luis Vilches, recibiendo de manos de José Pulido
 el reconocimiento por toda una vida dedicada a la marroquinería


Por Esperanza Cabello

Cada año por estas fechas tiene lugar un acontecimiento extraordinario: el pueblo de Ubrique rinde homenaje a algunas de las personas que han dedicado toda su vida a la marroquinería en todas sus facetas: empresarios, petaqueros, costureras, viajantes...
En esta ocasión los homenajeados han sido Juan Zapata Vázquez, como petaquero, Diego Ríos Domínguez, como viajante, Carmen y Paca León Gómez, como costureras, y Luis Vilches Moreno, como empresario.


Comienza la ceremonia


El acto fue presidido por el alcalde de Ubrique, Manuel Toro; la concejala de Cultura, Josefina Herrera; el presidente de Empiel, José Pulido y una de las responsables del Museo de la Piel, Maribel Lobato. Comenzó a las siete y media de la tarde del viernes pasado, y alrededor de los homenajeados nos reunimos amigos y familiares, acompañándolos y  sumándonos al homenaje.
En la página del Museo de la Piel de Ubrique podemos leer la noticia, con una estupenda serie de fotografías del acto realizadas por Paco Solano (en este enlace)



Todos los homenajeados reunidos, felices de este reconocimiento


Nunca habíamos asistido al homenaje que cada año se celebra con motivo del Día del Petaquero. A pesar de que la mayoría de nuestra familia se ha dedicado (y se dedica) a la marroquinería nunca, hasta este viernes, el homenaje había recaído en alguien de la familia.
Y al hablar de la familia nos referimos, por supuesto, a Luis Vilches. Lo conocemos desde siempre, fue amigo de nuestro padre durante toda su vida, y la historia de las dos familias, la familia Vilches y la familia Cabello, ha transcurrido, durante muchos años, simultáneamente. 


Luis Vilches y Paquita Arenas, su mujer, también empresaria de la piel


Luis y Paquita eran muy amigos de nuestros padres, más que amigos, eran compadres, y en nuestra familia siempre ha habido un reconocimiento y un cariño especial por ellos. Desde que nos subíamos en el Dos Caballos los catorce (siete Vilches y siete Cabello) para ir al campo, a la feria, a la romería o donde fuera pasando por las subidas al San Cristóbal, los paseos al campo, las excursiones al Salto de la Mora, como buenos ocurritanos, los Días de los Paseos...
Recordamos aquellos días de Reyes cuando llegaban a casa con tantos regalos (eran los padrinos de la pequeña de la familia), o las historias de lo buena que era Paquita y lo bien que se había portado en aquella difícil época empresarial.
Por eso cuando nuestro amigo Rafael nos habló de a este homenaje nos pusimos tan contentos como si fuera a nuestro propio padre. 
Luis Vilches ha dedicado casi toda su vida a la marroquinería. 
Nació en Ubrique en 1926, era el tercer hijo de María Moreno Muñoz y Rafael Vilches Rodríguez. Su madre estaba embarazada de siete meses cuando su padre, brigada del ejército en Tetuán, murió en acto de servicio en la Plaza de España de Tetuán.
Así que Luis no pudo ni siquiera conocer  a su padre, y, aunque su madre se dedicó con gran empeño y entrega  a la educación de sus hijos, a los doce años el benjamín dejó la escuela, muy orgulloso de su maestro, don Fernando Gavilán, del que siempre tuvo buenos recuerdos.
A esa edad tan temprana el pequeño Luis Vilches comienza a trabajar en la petaquería de los hermanos Ramos. Siempre recuerda con alegría y añoranza aquella primera época de petaquero. Luis habla de sus primeros jefes con gran cariño, y destaca el gran ambiente de trabajo y la alegría que había en aquel taller.



Luis Vilches y Manuel Cabello, 1971


Muy pronto Luis y su hermano Rafael fundan, junto a Juan Ortiz Moreno y Pedro Montero Gago, su propia empresa, en la que el encargado era su hermano Rafael Montero. Una empresa líder y de referencia  en el sector de la marroquinería: manufacturas Mórvil.
No sabíamos bien el origen de este nombre, y gracias a su hijo Rafael hemos sabido que se trata de las iniciales de los socios de la empresa.
Aunque en realidad, como pasa en los pueblos, la empresa era conocida con otro nombre. Seguro que si preguntas en Ubrique por Mórvil habrá pocas personas que sepan dónde está (o dónde estaba), pero si preguntas por "El Vaticano" todo el mundo sabrá que es la empresa que estaba en la calle Doctor Zarco Bohórquez.
En el discurso de agradecimiento que Rafael, el mayor de los cinco hijos de Luis y Paquita, pronunció el pasado viernes, tuvimos muchos momentos de emoción, pero también momentos divertidos.



Rafael agradeciendo en nombre de su padre el homenaje


Rafael nos contó que Manufacturas Mórvil comenzó en un soberado frente al San Antonio en sus primeros tiempos. Pronto se instalaron los cuatro socios en una casita amarilla en el Caracol, también en el soberado.
 La familia siempre se ha distinguido por una religiosidad ferviente y en aquella época tenían un gran cuadro del papa Pío XII con un mensaje de paz que presidía el taller de trabajo.
Un conocido y querido ubriqueño, Sebastián Macías "El Pato", llegó a la empresa como petaquero, y al ver aquel cartel del papa se dijo en voz alta: "Ya está, esto es El Vaticano". 
Y desde aquel día a la empresa de Luis se la conoció con ese nombre.
Luis se ha distinguido siempre pòr su amor al trabajo. Hombre serio, correcto, educado, responsable y muy cariñoso con nosotros, era de los que han marcado, como nuestro padre, una época.
Siempre era el primero en llegar al trabajo, y el último en terminar la jornada. 
El hecho de ser empresario no le hacía mantener distancias con sus trabajadores, con los que siempre tuvo un trato afable y cercano.
Es el ejemplo de persona que se hace a sí misma: autodidacta y resuelto, facilitó la construcción y el desarrollo  de una de las empresas líderes en el sector marroquinero desde principios de los cincuenta hasta mediados de los ochenta, dando trabajo a cientos de petaqueros y fabricando miles de piezas, de las que él mismo era el diseñador y patronista.

Nos sentimos muy felices y muy orgullosos de este reconocimiento a su labor como empresario marroquinero, y estamos seguros de que tanto Luis como su mujer, Paquita, a la que él ofreció inmediatamente su homenaje, lo  merecen sobradamente.

Nuestra enhorabuena a Luis, a Paquita, a Juan Zapata, a Diego Ríos y a las hermanas León, Paca y Carmen. Todos ellos han contribuido a la grandeza de la marroquinería y al buennombre de nuestro pueblo.


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