Pedestal de Postumia Honorata en el San Juan
Fotografía de Leandro Cabello
Por Esperanza Cabello
Nuestro amigo José María Gavira ha publicado en las últimas semanas una serie de artículos sobre el Salto de la Mora y los personajes y objetos más relevantes de este magnífico yacimiento.
Leerlos es un verdadero disfrute, no solo ya estábamos un poquito cansados de que quienes escriben sobre Ocurris sigan creyendo que son los dueños de la verdad absoluta y manejen siempre la misma cantinela, sino porque estamos descubriendo miles de cosas nuevas, y siempre es estupendo aprender un poquito más (en este enlace).
Y entre esos objetos y personajes se encuentra, en un lugar de privilegio, por derecho propio, el pedestal dedicado a Postumia Honorata.
Ya hablamos sobre esta sacerdotisa (en este enlace) el año pasado, y a ella se dedicó la exposición que hay en el San Juan de Letrán con algunas piezas de las últimas excavaciones de Ocurris.
También hemos hablado de la inscripción de este pedestal (en este enlace), que el profesor Julián González publicó en 1882 en su libro "Inscripciones romanas en la provincia de Cádiz"
Del mismo modo explicamos (en este enlace) cómo el padre Fray Sebastián de Ubrique decía que este pedestal, descubierto en el Salto de la Mora en 1824, estaba en Ubrique, en el llano del río.
Y también contábamos (en este enlace) cómo la rápida actuación de nuestra tía María Remedios en el ayuntamiento cuando le explicamos que las piezas arqueológicas de la plaza de Misión Rescate corrían peligro, no solo por las inclemencias del tiempo, sino por los actos vandálicos y robos que habían tenido lugar en pueblos de alrededor en aquellos días, había hecho que las piezas más valiosas fueran trasladadas al San Juan, entre ellas el pedestal de Postumia.
Pero lo que no sabíamos ni siquiera nosotros mismos era cómo de aquel "llano del río" había llegado la pieza arqueológica a la Plaza de Misión Rescate.
El pedestal de Postumia en la Plaza de Misión Rescate, 2010
Fotografía de Leandro Cabello
Y hoy hemos tenido la suerte de hablar con Juan Ardila, gran amigo de nuestro padre, que lo acompañó en mil y un líos de los que Manuel Cabello iba inventando.
Juan participó en las excavaciones de El Salto de la Mora, recuerda que en una de las campañas era presidente de la Diputación don Eduardo Barajas (nos ha contado que estuvo en tres de las campañas, con una cuadrilla de cinco hombres, y que recuerda especialmente el cuidado que había que tener con la tierra removida que transportaban en carretillas). Además fue un trabajador esencial en la construcción de la plaza de Misión Rescate.
Le hemos preguntado por el pedestal, y como tiene esa buenísima memoria, lo ha recordado de inmediato.
Por supuesto que recordaba el pedestal, era una pieda impresionante que estaba junto al río en la calle Ingeniero Juan Romero Carrasco, que antes se llamó Méndez Núñez. Entonces era una zona de tenerías, precisamente estaba justo frente a la tenería de la familia Gutiérrez (conocidos popularmente como los "Chuchi") y al lado del molino de don Adrián Fernández Alcaide.
El pedestal estaba en una estructura para el paso del agua; antiguamente había riadas constantemente, el agua venía de la calle Los Solanos o de la calle Los Morales. Era una estructura de muros y bóvedas. Había una bóveda de medio punto (como las de los nichos del cementerio) de unos ochenta centímetros, después un muro como de metro y medio; otra bóveda, otro muro; otra bóveda, otro muro... Las bóvedas tenían rejas, y por ellas pasaba el agua, pero no podían pasar los animales. Los muros estaban enlucidos, por lo que no se veía con qué material estaban hechos.
Cuando Añón fue a construir su fábrica necesitó quitar algunos de esos muros para construir los cimientos. Él quería construir sobre el río, estar lo más cerca posible del agua. Al comenzar a tirar los muros, vieron que había un gran trozo de piedra, al parecer tallada.
Como parecía antigua fueron rápidamente a avisar al maestro Manuel Cabello, que entendía de esas cosas. Era un momento en el que Misión Rescate estaba en la boca de todo el pueblo y había ya una gran conciencia de que el patrimonio había que preservarlo.
Y ya pueden imaginarse la sorpresa que todos se llevaron cuando descubrieron que esa piedra era, precisamente, el pedestal de Postumia, dedicado a la sacerdotisa Honorata Postumia que estaba en paradero desconocido desde hacía tantos años. Nadie recordaba que el ara estuviera allí, junto al río, en aquella estructura para canalizar el agua de las riadas.
Juan nos ha contado también que más tarde llevaron, con mucho cuidado, el pedestal a la plaza de Misión Rescate, allí también pusieron las piedras de los Nueve Caños, las de Tavizna y otras más.
El pedestal de Postumia en la Plaza de Misión Rescate, 2010
(Visto desde otro ángulo)
Fotografía de Leandro Cabello
Realmente debió de ser
apasionante encontrar así, por casualidad, uno de los "documentos" más
importantes para la historia no solo de Ocurris, sino para el estudio del
mundo romano. De hecho, encontramos este epígrafe como modelo, por
ejemplo, de inscripciones dedicadas a personas de otras comunidades, en
el libro de Evan W. Haley "Migration and economy in Roman Imperial
Spain".
También lo encontramos en el artículo de Julián González en el estudio de otras inscripciones romanas en la zona de Iptuci, en concreto una inscripción votiva de Lucio Postumio Optato:
Ahora solo nos queda encontrar el relato de aquellos momentos que nuestro padre, a buen seguro, escribiría. Agradecemos a nuestro amigo Juan su gentileza y estamos seguros de que volveremos a tener buenos ratos de charla con él, pues tiene una gran memoria "como para escribir un libro", como él mismo dice.
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