viernes, 15 de julio de 2016

Esperanza Izquierdo, una mujer carismática

Esperanza Izquierdo y Manuel Cabello
Años cincuenta





Por José María Cabello
Ronda, 30 de junio de 2016

Acabo de recibir la noticia del fallecimiento de Esperanza Izquierdo. Por dos veces seguidas y en el espacio de algunas horas, dos duros golpes con la desaparición de las dos figuras mas representativas, verdadero archivo oral de nuestra larga familia.

Y mi primer sentimiento ha sido de agradecimiento a Dios que nos ha permitido gozar tantos años de su presencia, de su prudencia, de sus consejos, de sus recuerdos y de su amor inextinguible para la extensa rama familiar nacida del árbol común con mi hermano Manolo y del amor ejemplar que vivieron.

Enseguida daros las gracias a vosotros, sus cinco hijos, con vuestras respectivas familias,  que habéis conllevado modelicamente el larguísimo calvario de su enfermedad, haciendo posible que su tránsito del sueño terrenal - en que estaba sumida- se haya convertido en un suave salto al sueño eterno de los cielos.

Allí, nos dice la Biblia:  "Florece el justo como la palmera y crece como un cedro del Libano...Plantado en la casa de Javeh dará flores en los centros de Dios nuestro"(Salmo 92, v. 10-11); y allí ha recibido el premio que nos dio Jesús: " Quien mora en Mi vivirá eternamente" (Juan 6,3).


Ronda, 4 de julio de 2016
 

Agradezco a Bartolo que se haya dirigido a ella en un mensaje tan pulcramente escrito como sentido en lo más hondo como recuerdo de Esperanza, y ya que destaca el perfil de su cultura, quisiera completarlo con algunos datos.

Todavía en Ronda algunas compañeras suyas en las Esclavas recuerdan su brillante expediente académico coronado con el Examen de Estado, tan difícil de conseguir en aquellos años.

Y ya que se refiere a la Universidad a Distancia, recuerdo que en sus años difíciles le insistí en que accediera a la Universidad, ya que le sobraba capacidad para ello. Pero desistió de ello por su claro deseo de ser una buena madre. Y a fe que lo consiguió, una madre perfecta.

Porque su profunda religiosidad, de la que dio testimonio toda su vida, se basaba en un amor increíble a Cristo y su Palabra, así como en la humildad y la renuncia con que se inician la vía para la ascetica de los santos que tan alegremente ejerció en su largo periplo.
Siempre en nuestros corazones, Esperanza.



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