La procesión de Nuestra Señora de los Remedios
sale de la parroquia de Ubrique
Por Esperanza Cabello
Este año el día de la Patrona de Ubrique iba a ser muy especial, y lo sabíamos. Formamos parte de una familia ubriqueña en la que la tradición y la devoción a la Virgen de Los Remedios ha sido realmente singular.
Para nuestras bisabuelas, nuestras abuelas, nuestras tías y nuestros padres ha sido siempre un día exclusivo, y nuestro hermano Francisco forma parte (hasta donde nos alcanza la memoria) de la Hermandad, de la que es secretario, además de ser uno de los porteadores de la imagen.
Para nosotros, como lo hemos vivido desde la infancia, también ha sido siempre un día memorable. Era el día en el que llegaban todos los miembros de la familia que estaban fuera, que todos se ponían sus mejores galas, que nuestras abuelas sacaban los mantones de Manila para adornar los balcones, que hacíamos comida de fiesta, que asistíamos a todas las celebraciones...
Y actualmente, por encima del sentido religioso de la procesión, para nosotros es la ocasión de hacer un homenaje a los que ya no están con nosotros, por eso desde que vivimos en la nueva casa tenemos una cita inexcusable el ocho de septiembre por la tarde.
Los primeros años nuestra madre, nuestras tías y nuestros hermanos se reunían en los balcones de la casa recordando a nuestros abuelos, a nuestro padre y a quienes ya no estaban con nosotros.
Este año ha sido terrible para la familia, además de los amigos que ya no están con nosotros, nuestra tía Carmen, nuestra tía Isabel, nuestra madre y nuestro tío José Luis nos han abandonado en los últimos meses, por eso el paso de La Virgen por nuestra casa tendría para nosotros un significado diferente. Era la última despedida.
Así que engalanamos nuestros balcones para la procesión y nos dispusimos a acompañar a Nuestra Patrona a la salida de la parroquia. También nos ocupamos de acercar fotografías de nuestros padres para que, de alguna manera, estuvieran acompañándonos.
Como cada año, una multitud de ubriqueños y visitantes esperaba la salida de la Virgen, siempre es emocionante verla salir y comprobar cómo, una vez más, las tradiciones populares continúan vigentes. Para nosotros es, además, un orgullo ver a nuestro hermano Francisco y a su familia participando en todas las celebraciones.
Así que volvimos a nuestro balcón a esperar la llegada de la Virgen. Mientras nuestra madre estuvo con nosotros, cada año la Hermandad paraba el trono de la Patrona debajo de nuestro balcón (es lo habitual con los vecinos que están muy enfermos), y este año queríamos estar todos juntos en recuerdo de nuestra familia y especialmente de ella.
Manolo y Reme habían participado en la función de la mañana, Natalia, Jesús, Leandro y sus hijos estaban en la casa. Y todos estábamos esperando el paso del cortejo.
A veces hacemos la reflexión de cómo tradición y modernidad se dan la mano en momentos especiales, y es que, por encima de todo, la fuerza de las creencias de nuestra madre ha hecho que todos las respetemos profundamente.
Por fin pudimos ver cómo nuestra Patrona se acercaba a la calle, estábamos muy emocionados, recordando tantos momentos similares vividos con nuestras familias y nos disponíamos a despedirnos de Ella, en nombre de todos los nuestros, a su paso por la casa.
Y aquel fue uno de los momentos más emotivos que pueda vivir una familia, cuando todos juntos, con una fotografía de nuestra madre, pudimos despedirnos, en su nombre, de su Patrona.
La Hermandad nos hizo el honor de parar la imagen de Nuestra Señora ante nuestra casa, Francisco, María y Mari Carmen abajo y los demás arriba, todos pudimos desear lo mejor para nuestros seres queridos y despedir a nuestra madre una vez más.
También tuvimos ocasión de recordar a todos los miembros de nuestra familia que ya no están con nosotros y que eran, como nuestra madre, devotos de la Patrona.
Como siempre, el día ocho de septiembre fue un día grande en Ubrique, pero para la familia Cabello Izquierdo fue un día inolvidable; por encima de cualquier creencia, de nuevo tuvimos la ocasión de emocionarnos juntos y de sentir realmente lo que significa ser una familia.
Queremos agradecer a nuestro hermano Francisco toda su dedicación y a la Hermanadad de Nuestra Señora de Los Remedios no solo la labor que hace cada año, sino también la distinción que ha tenido con nosotros y nuestra madre al parar a la Virgen ante ella.
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