Meticuloso, ordenado y muy cuidadoso, amigo de don Serafín Bohórquez, de nuestros abuelos Leandro y Francisco. Muy relacionado con los Sánchez de Medina (gracias a nuestra amiga Elena Lobatón Sánchez de Medina tenemos muchísimas fotografías de don Francisco), con los Romero, los Vilches y los Reguera, Francisco hacía fotografías de su entorno constantemente.
Da la impresión de que quiso plasmar la historia y la evolución de nuestro pueblo desde el principio del siglo XX (las primeras fotos que conocemos son la la misma época que la Primera Guerra Mundial) hasta al menos 1957 (en las bodas de nuestros padres).
Y del mismo modo que fotografiaba lugares y personas, dejaba constancia de actos religiosos y civiles, mostraba oficios y excursiones, don Francisco fotografió diferentes lugares arqueológicos de nuestra zona.
Hombre muy culto y viajero, como hemos dicho, recorrió toda España fotografiando edificios, monumentos, costumbres (desde las barracas valencianas hasta los cabezudos de Zaragoza, pasando por las ferias de ganado o los caballistas trabajando) y, por supuesto, restos arqueológicos.
Estuvo en Nîmes, no solo en el paseo de los ingleses con todo su glamour, sino fotografiando los edificios y el acueducto romano. Vivió un tiempo en Roma, enamorado no solo de la espiritualidad de los lugares santos, sino de las múltiples edificaciones milenarias.
Francisco García Parra en la cúpula del Vaticano, octubre de 1929
Francisco García Parra en el paseo de los ingleses de Niza. Noviembre 1929
Su amor por la cultura, por la fotografía y por su pueblo hicieron que García Parra se convirtiera en la primera persona que nos ha dejado fotografías del yacimiento arqueológico del Salto de la Mora (y también del Garciago, de Cardela, de Aznalmara y muchos más), que ya hemos publicado en ocasiones anteriores en este blog (hemos hablado sobre García Parra en al menos setenta entradas), pero también se preocupó por conservar y difundir la riqueza patrimonial de nuestra tierra.
Hace muchos años, mientras nuestro padre preparaba la primera edición de su primer libro, tuvimos la ocasión de acompañarlo a la casa de la familia Corrales García. Amigo de la maestra doña Rosario Corrales, le pidió que le mostrara algunas de las más antiguas fotografías para poder incluirlas en su publicación y entonces pudimos admirar la pequeña colección de restos prehistóricos y romanos que don Francisco había recuperado y cuidaba con esmero.
Y ahora, muchas décadas más tarde, ha llegado a nuestras manos,
gracias a la amabilidad de Pepa y Cándido Corrales, una fotografía hasta
ahora desconocida para nosotros, que hemos escaneado y que ahora
compartimos para poder reconstruir, poquito a poco, la memoria de unos
de nuestros ubriqueños más ilustres e ilustrados.
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