Por Esperanza Cabello
Este diez de julio quedará para siempre como uno de los más terroríficos días de nuestra vida. Manolo, nuestro hermano Manolo, el mejor de todos nosotros, el más cariñoso, el más valiente, el más respetuoso, el que más se parecía a nuestra madre, ha muerto esta noche.
Sabíamos que estaba enfermo, hace muchos años que la enfermedad se había interpuesto en su vida y que ha estado haciendo todo lo posible, y un poco más, por continuar en este mundo.
Pero hoy su enorme corazón no ha podido resistirlo más y se ha despedido. Despacito, suave y cariñoso, como era siempre, con toques de humor y de amor en los últimos días, acompañado de Reme, su mujer, de sus hijos Ester y Arturo, de todos sus hermanos y cuñados, que han querido estar hasta el último momento a su lado, de su sobrina Esperanza; también de Adrián, de Cristina, de Elena, de Carlos, de Juan David, de la prima Natalia...
Todos hemos querido estar a su lado. Toda la vida pendiente de nosotros, repartiendo amor y atenciones, ahora le tocaba a él. Si nuestra madre hubiera estado presente, habría dicho: "Sembrad y recogeréis". Y de eso se trataba.
Los miles de seguidores de "Ubrique en verde" se habrán estado preguntando estos últimos días qué pasaba. Los saludos, el humor fino, las imágenes increíbles, la ternura, la pasión por la naturaleza y todos sus temas esenciales estaban en silencio desde hace una semana. Pocos podrían imaginar que este hombre que día a día publicaba sus fotos, siempre ordenadamente (saludo de buenos días, cinco fotografías de un tema concreto y saludo de buenas noches) estaba enfermo desde hacía años y, a pesar de todo, ha hecho increíbles esfuerzos por mantener su página, contestar a todos los comentarios con agradecimiento y simpatía, explicar una y mil veces cómo iba aquello de los nombres de los montes y llanos, de los ríos, de las fuentes, de los recovecos de un Ubrique que ha traspasado fronteras.
Nos había dejado muchos encargos, uno de ellos, quizás el más triste, escribir su última entrada, incluso había seleccionado la imagen del final, un FIN con fundido en negro (en este enlace) y además su voluntad de que su página quedara para siempre en las redes, para que en cualquier momento podamos consultar cualquier duda o volver a mirar sus fotografías.
Se nos parte el alma de pensar que ya no va a estar, que ya no habrá más homenajes ni más cánticos, que ya no tendremos un hermano con el que charlar o reír en cualquier momento, un hermano admirado y admirable, que ponía sensatez en los pequeños líos cotidianos y nos enseñó a mirar el mundo con otros ojos.
Manuel María le pusieron por nombre, pero de pequeño era Manolito, y Manolito, el de los ojos bonitos y la sonrisa de ángel, como dicen nuestras primas, siempre fue un niño bueno, un poquito cabezota, eso sí, pero con tesón y esfuerzo consiguió mejorar el mundo, su mundo y el nuestro, dándonos ejemplo de cómo hay que encarar la vida, y, sobre todo en los últimos momentos, mostrándonos una serenidad y una entereza inimaginables.
Se nos vienen a la memoria retazos de toda una vida: corriendo en el Salto de la Mora, jugando al marro en la calle Matadero, de la mano de nuestra madre mirándola confiado, aprendiendo sus primeras letras con nuestro padre, ensayando canciones de un musical en el soberado de nuestra casa, aprendiendo por sí mismo a tocar la guitarra, regalando su guitarra a su querido Leandro, en la carroza de la cabalgata de Reyes, con la familia Telerín; abrazando a sus hijos y mirándolos con todo el amor del mundo, ocupándose de nuestra madre y de Rafaela, como si también lo fuera, cantando con Reme, cantando con las orquestas, en los carnavales, con Canticorum, con su bajo, en los coros, defendiendo a los animales, haciendo fotografías, riendo las bromas de su Eduardo, gran cuñado; cantándole a Emanuel la canción de las patatas, haciéndose fotos con los pequeños Luna, Manuel, Estrella y Paul, sonriendo satisfecho cuando Ester le explicó que Ubrique en Verde se había hecho viral, iluminándose su mirada cuando hablaba con Arturo, acogiendo a su enfermera favorita siempre con cara de felicidad y muchas ganas de charla, celebrando cada día la llamada de su niña, esperando a su querida Reme al salir del trabajo con una sonrisa y una gran satisfacción...
Hermano, nos has dejado a todos más huérfanos que nunca, pero me siento muy orgullosa no solo de ti, sino de todos nosotros, que hemos estado de nuevo juntos y todos a una acompañándote, como nos enseñaron nuestros padres. A ver ahora qué hacemos nosotros, siempre hemos sido cinco: Francisco, Manolo, Esperanza, Leandro y Natalia (para él Háfida y María también han sido siempre hermanas). ¿Qué pasará ahora?
Pues, aprendiendo de ti, lo primero que vamos a hacer es dar las gracias. Gracias a todos los que te han cuidado y se han ocupado de ti durante tu enfermedad. Gracias a los miles de amigos que día a día se han preocupado por que estés bien. Gracias a tus vecinas, que son verdaderos ángeles. Gracias a quienes te han escrito, te han cantado, te han sonreído, te han homenajeado, te han llamado. Gracias a tu familia más cercana, no se puede ser mejor que ellos, gracias a todas las personas que te admiran y te quieren. Gracias💚
Y ahora, a aprender a vivir sin ti, va a ser muy difícil, aunque lo intentaremos, llevando siempre ese corazón verde por bandera, queriéndote infinito y guardando celosamente tu recuerdo.
¡Siempre en nuestros corazones, hermano!💚💚💚💚💚
. Hay muchas palabras de muchos amigos agradeciendo y dando ánimos a Manuel, hoy nuestro hermano Leandro nos ha mostrado un comentario que Juan Manuel Román escribió en su página (en este enlace) cuando sus queridos amigos músicos y cantores fueron a darle una serenata:
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