sábado, 13 de octubre de 2018

Los primeros guardianes del convento de Ubrique en 1660

Portada de la Reseña histórica de la provincia capuchina de Andalucía
Por Fray Ambrosio de Valencina
Biblioteca virtual de Málaga




Por Esperanza Cabello


En las últimas semanas hemos estado buscando información sobre fray Buenaventura de Ubrique y los primeros tiempos de nuestro convento de capuchinos, y afortunadamente son muchos los datos que hemos podido consultar en la Biblioteca virtual de Málaga, pues están digitalizados muchos de los libros de la diócesis (Ubrique pertenecía a Málaga antiguamente) y también muchos de los libros de los capuchinos.
Uno de los datos que nos ha llamado la atención es la relación de frailes y guardianes que se encargaron de la comunidad y de las instalación los primeros cinco años  después de su fundación.





Los guardianes del convento de Ubrique fueron los muy reverendos padres Bernardino de Granada, en 1660; Gregorio de Cañete, en 1661 y en 1663; y Sebastián de Sevilla en 1665.
Los frailes que fundaron el convento de Ubrique eran de otros pueblos (al tomar el hábito se ponían otro nombre de pila y el nombre de sus pueblos), pero muy pronto comenzaron a ir por el mundo los frailes de Ubrique (en esta entrada citábamos a algunos de ellos).

Diego, Agustín, Pedro, Ventura, Thadeo, Pedro, Lorenzo María, Leopoldo, Juan Evangelista, Vicente, Félix José, Félix, Juan, Lorenzo, Sebastián, Pedro... Fueron algunos de los religiosos de nuestro pueblo que  más repercusión tuvieron. 

De los frailes ubriqueños nosotros nos quedamos con fray Buenaventura de Ubrique, que tanto bien hizo en la Sierra y  que nos dejó las cruces y los calvarios como recuerdo permanente. Hombre que dejó una gran impronta en su sucesor, el ubriqueño fray Diego de Cádiz, beato reconocido mundialmente, autor de novenas y sermones.
Fray Félix José de Ubrique, que  también se dedicó al arte de la escritura y fue muy conocido en su época (coetáneo de los dos primeros, a principios del siglo XVIII) por los sermones fúnebres que publicó.
Le sigue por fecha de nacimiento (1886), fray Sebastián de Ubrique (Antonio Carrasco Cides), que publicó en 1945 la "Historia de la villa de Ubrique", primer compendio de historia de nuestro pueblo, además de escribir la vida del Beato en dos volúmenes y muy diversos escritos sobre nuestro pueblo (el texto de la Espasa era suyo) y también de índole religiosa.
Termina nuestro quinteto extraordinario un hombre realmente singular,  Francisco Panal Ramírez (1893-1970), que tomó como nombre fray Leopoldo de Ubrique y se fue a las misiones en la República Dominicana. Allí ejerció su ministerio  y se convirtió en el obispo de la Vega, conocido como "Obispo Panal", un hombre capaz de plantar cara y humillar al dictador Trujillo.
El obispo Panal es un referente en el país, y era casi un desconocido en nuestro pueblo hasta que nuestro padre, Manuel Cabello Janeiro, se interesó por su figura y fue descubriendo poco a poco la impresionante biografía de este hombre con halo de santidad. Escribió sobre él un libro (que podemos leer desde este enlace) que nos descubrió a todos a un ubriqueño excepcional. Tanto que su hazaña sirvió de inspiración a Vargas Llosa, que en "La fiesta del chivo" habla sobre este ubriqueño excepcional.

Nuestro amigo José María Gavira explica en su blog la historia de este personaje:


"Casi cuarenta años después de su muerte, el obispo Panal sigue ocupando un lugar en la memoria y el corazón de muchos fieles dominicanos entre los que goza de fama de santo. Tanta, que no hace mucho el actual obispo de la diócesis de La Vega, Antonio Camilo González, hizo una discreta visita a Ubrique que tenía algo de devota peregrinación. Monseñor Camilo quería conocer en persona el lugar donde vio la luz una figura tan admirada en su país. Le sirvió de sin par cicerone nuestro recordado Manuel Cabello Janeiro, en cuya proverbial inquietud de historiador de todo lo nuestro quedó sembrada una semilla de interés que acabó transformándose en entusiasmo incondicional hacia tan ilustre paisano. Don Manuel viajó a la República Dominicana siguiendo el rastro del olor a santidad y narró sus experiencias en su obra Obispo Panal, un hombre comprometido"




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