Ubrique hace cincuenta años: el Jardín del Jesús
De nuevo tenemos la oportunidad de rescatar un artículo sobre Ubrique. Esta mañana nuestro amigo Antonio Bohórquez nos ha enviado un escrito de su hermano Ángel sobre nuestro pueblo.
Ángel y Antonio pertenecen a ese gran grupo de ubriqueños (de nacimiento o de adopción) que mantiene preciosos recuerdos de su infancia y de su familia en Ubrique.
Este artículo fue además publicado en el ABC de Sevilla en 1970, de cuya hemeroteca hemos capturado la imagen siguiente.
Agradecemos a ambos la deferencia que han tenido con nosotros y ahora nos disponemos a saber por qué "Ubrique is different".
UBRIQUE IS
DIFFERENT
POR ÁNGEL BOHÓRQUEZ JIMÉNEZ
Sí, señores, a
pesar de lo conocida de la frase, no queda mejor un calificativo para esta
colmena trabajadora (que me perdone el señor Domínguez Lobato por la
modificación del título de su magnífico artículo), y digo que es diferente
porque, desde el ángulo que se le mire es así: sencillamente diferente.
Es tan diferente de tantos y tantos pueblos de
nuestra luminosa Andalucía y de nuestra diferente España que, como muestra de
ello, bien basta este sencillo razonamiento: En esta época en que los pueblos
tienden a disminuir su población en beneficio de las capitales, ¿cómo es que un
pueblo de por allá de los confines de la provincia de Cádiz ve cada día
aumentada su población con caudales humanos aportados por las villas
limítrofes? Pues, sencillamente, y permítanme repetirme, porque Ubrique es
diferente.
Tan diferente
que es un pueblo que se basta por sí mismo, quizás el único de España, y esto
me lo hace afirmar nuestra TVE, que hace algún tiempo comenzó una serie que se
titulaba “Pueblos que se bastan por sí solos” y el primero fue Ubrique. Luego...
nadie.
¿Qué tiene
Ubrique para ser así? Sencillamente su enorme capacidad de iniciativa y el
haber sabido aunar la técnica y la artesanía. Porque, ante todo, es artesano,
pero debido a las corrientes actuales de la industria, se ha visto en el dilema
de o seguir fieles a su tradicional forma de trabajar la piel, o morir a manos
de la mecanización, y como buenos filósofos, que los hay y muchos, siguieron las
enseñanzas de Aristóteles y escogieron ese difícil término medio de la artesanía
mecanizada, y gracias a este acierto, que indudablemente lo es, su marroquinería
es hoy exhibida en las cinco partes del mundo.
La callejuela de la Cárcel hace cincuenta años |
En este Ubrique de hoy la máquina se ha tenido
que conformar con ser un auxiliar del hombre, ayudándole simplemente en el
desarrollo de sus ideas, de las que es fiel reflejo la Exposición de
Iniciativas Artesanas, que este año por segunda vez consecutiva ha organizado
la Asociación Juvenil Católica, que viene a reflejar que la juventud ubriqueña
sigue fielmente los pasos que le marcan sus mayores y la tradición marroquinera
de su tierra.
También debe el
ser diferente a que sus hombres lo son, y un pueblo siempre será lo que sus
hombres quieran que sea. El ubriqueño, por lo general, es tan diferente del
personal de otras latitudes, que mientras aquéllos trabajan para vivir, ellos
viven para trabajar. Ubrique, durante toda la semana, es una gran orquesta que
interpreta una sinfonía, que daría en llamar la “sinfonía marroquinera”,
dirigida por un director invisible, que es su propia inspiración, que exige a
sus maestros la más perfecta ejecución de la pieza.
Por la mañana
los profesores, pues no son menos, se dirigen hacia el escenario, preparados
por siglos de ensayos, a ejecutar la mejor pieza dé su repertorio: su “Sinfonía
en Marroquinería Mayor”. Al toque de sirena, que es el movimiento de esa batuta
imaginaria manejada por ese imaginario director, comienza el concierto, y todo
el mundo guarda silencio. Las sierras parecen inclinarse para oír mejor la
música y admirar en supremo éxtasis al solista, la pata de cabra, que, en su
diario quehacer, eleva sus sonoras notas hasta lo más alto de las cumbres, y
desde allí inundar al mundo con sus productos, que son las imaginarias notas de
ese maravilloso concierto.
Fachada de San Juan de Letrán |
Y me
preguntarán ustedes el porqué de la fama que goza Ubrique en el mundo, y yo les
contestaré que, aparte de su magistral forma de trabajar las pieles, por esa
formidable capacidad de iniciativa de que antes les hablaba, y creo que bastará
para hacerles comprender la razón de mi asentimiento la anécdota que les
referiré a continuación, y que creo les servirá de botón de muestra de esa
formidable capacidad que ha llevado a este m pueblo a la cumbre de su fama.
La anécdota a
que antes me refería sucedió entre dos ubriqueños, uno por vocación y otro de
nacimiento, que profesionalmente nada tienen que ver con la marroquinería; el
segundo de ellos dijo que “a todos los turistas que cruzan nuestras fronteras
les debían exigir un carnet, y que ellos, los ubriqueños, va se encargarían de
venderles los portacarnets”. Esto me parece un buen exponente del porqué de la
fama que goza Ubrique y sus no menos famosas y legendarias petacas y de ese
espíritu que hace de los ubriqueños unos trabajadores excepcionales y fuera de
serie, que con el paso del tiempo, y pese a la necesaria, pero reducida,
mecanización, han conseguido con el tiempo elevar a rango de arte el difícil
trabajo de la piel.
Y es más, su
iniciativa no abarca solo el campo del artículo de piel, pues existen muchos
más detalles que certifican esta virtud, y de los cuales sólo me permitiré
enumerar algunos de ellos, pues el hacerlo con todos sería trabajo algo menos
que inagotable. De alguno de estos hechos he sido testigo presencial, y otros
han llegado hasta mí por mediación de mis mayores. Ubrique, en el año 1912,
contaba ya con una compañía de producción eléctrica, con personal y capital
totalmente ubriqueños; vean que por esas fechas aún había capitales españolas
sin este, hoy día, necesario servicio.
Ubrique. Campo de fútbol de San Sebastián |
Durante nuestra
Guerra Civil, Ubrique poseyó una fábrica de fideos y pastas alimenticias, que
era de las pocas que funcionaban en nuestro territorio.
Cuando las
comunicaciones eran algo menos que nulas, se fabricaron sus propias navajas,
que llegaron a tener una alta cotización. Estos son algunos de los detalles no
vividos por mí, pero que por eso no dejan de ser menos ciertos. Entre los
actuales, y de estos sí que he sido testigo, son la instalación de un poste
repetidor de TV pues, dada su situación geográfica, la sierra le hacía pantalla
y no se conseguía ver la imagen con nitidez. Solución: instalar el referido
poste con aportación de los vecinos con aparatos receptores, que la gran
mayoría posee.
También existe
en Ubrique una fábrica de montaje de televisores. Después de leer todo esto
quizás ustedes lleguen a la misma conclusión que yo: que Ubrique es
marroquinero un poco por casualidad, ya que si se hubiese propuesto ser otra
cosa no hubiera dejado de gozar del prestigio de que gozan sus productos,
cualquiera que hubiese sido su actividad.
Por todo esto y
por mucho más, para mí y para muchos, Ubrique is different.
ÁNGEL BOHÓRQUEZ
JIMÉNEZ
Artículo publicado en ABC el 10 de septiembre de 1970.
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