Ubrique, piel al descubierto, segunda publicación de Manuel Cabello Janeiro, 1992
Por Esperanza Cabello
En los últimos días hemos tenido mucho ajetreo con una de las fiestas más exclusivas de nuestro entorno, el Día de los Gamones, que se celebra en Ubrique la primera semana de mayo.
El ayuntamiento, y especialmente su concejal de Turismo, José Antonio Orellana, está trabajando por un lado en una nueva página web de Turismo de Ubrique y por otro en el proyecto para que el Día de los Gamones sea declarado Fiesta de Interés Turístico Nacional (ya fue declarada Fiesta de Interés Turístico en Andalucía en 2008). Y nosotros hemos estado buscando fotografías y textos para colaborar en lo posible con este magnífico proyecto.
Y se nos ha ocurrido además poner otro granito de arena trayendo al blog, además de las decenas de entradas sobre gamones que hemos hecho en estos quince años (en este enlace), el texto de los autores ubriqueños que se interesaron en primer lugar sobre nuestras costumbres y tradiciones y cuyo trabajo quedó reflejado en libros: el padre Sebastián de Ubrique (1944), el profesor Manuel Cabello Janeiro (1992), los profesores y alumnos del Centro de Adultos (1998) y el profesor Bartolomé Pérez Sánchez de Medina (2008), englobándolos en esta "Serie de Gamones".
El primero, por supuesto, el texto de nuestro padre, publicado en su segundo libro "Ubrique, piel al descubierto", de 1992, en el que dedica varios capítulos a las fiestas y tradiciones.
DÍA DE LA CRUZ. POR MANUEL CABELLO JANEIRO
Bajo este nombre se recoge en el Santoral católico la festividad que conmemora la Iglesia el día 3 de mayo, mientras en el argot popular ubriqueño se le llama día de las candelas, o día de los gamones. Con el inicio de la primavera legiones de chavales recorren el pueblo pidiendo todo lo que sea inservible en los hogares y sirva para el fuego, almacenándolo en la vía pública, en lugares escogidos al efecto que denominan castillo o cuartel. Mientras tanto, otros amigos se desplazan por los campos comarcanos, recogiendo para la candela todo lo que pueda aumentar ese almacén que arderá el día de la Cruz, con el regocijo de todos los vecinos.
Para que esos pequeños o grandes almacenes (según se mire) de material combustible no sean sometidos a la depredación y robo de otros grupos (son las notas simpáticas de estas jornadas de recolección), se fija una guardia permanente durante las horas libres de cada día, con lo que evitan que mengüe su pira, pues es orgullo general el alcanzar la candela de mayor altura el día de la quema.
Jornadas antes de la candela, mayores y pequeños se desplazan por los amplios gamonales (vastas extensiones de tierras que, sometidas al clima mediterráneo producen unas plantas liliáceas llamadas gamones) de los alrededores del pueblo y van cosechando varas y más varas (algunas de metro o más) hasta conseguir el jace (haz) que servirá para el ritual de los ignícolas en la noche del fuego.
La fiesta se desarrolla en las tortuosas calles del centro urbano y casco antiguo, mientras en el Ubrique nuevo y moderno se celebra por barriadas o asociaciones vecinales. Más de un centenar de fogatas alumbrarán la noche hasta altas horas de la madrugada.
Todos los vecinos, sin distinción, y en especial simbiosis, se prestan para exornar con primor sus calles o sus barrios, con farolillos, con guirnaldas, con luces, con flores multicolores; sobre las fachadas de sus casas, símbolos de la cruz recubiertos de sudarios; y más flores, colgaduras, mantones de Manila, mantillas y pañoletas. En los alféizares se colocan objetos de adorno doméstico, grandes muñecos y otras piezas que componen los recuerdos familiares...
Para alegrar la velada, un amplio ambigú abastece de los líquidos más generosos y apetitosos del momento, a la vez que le brindan al visitante refrigerios que, por su calidad, variedad y buena cocina (preparados por los propios vecinos) alcanzan la categoría de banquete.
La música, el baile, el folclore y el cante, llenan el aire porque es fiesta de juventud y de mayores nostálgicos, que se mueven hasta la extenuación. Mientras, los jóvenes y los menos jóvenes, principalmente varones, comienzan el ancestral rito de crujir los gamones, recogidos días antes. Para tal fin se aproxima cada vara, una a una, al fuego hasta que su savia empieza a hervir (esto se calcula oyendo el borboteo tras acceder el gamón al oído procurando no tocar la propia piel). Cuando ya hierve y está a punto hay que elegir una piedra plana, y gritando el protagonista de la crujida la frase de exaltación; ¡¡A la salud del día de la Cruz...!!, o bien, ¡¡A la salud de...!! (aquí el nombre de la persona que se quiere o respeta) hay que golpear fuertemente el gamón sobre la cara vista de la losa señalada, haciéndolo estallar con un ruido que asemeja al emitido por el disparo de un fusil o un arma corta, éste se entremezcla en el aire con los que en esos momentos se escapan de otras muchas fogatas, originándose así un agradable ruido que vuelve a multiplicarse en la propia caja de resonancia en que se convierte la sierra durante la noche. El ayuntamiento hoy día presta su colaboración (y cuida mucho de ellas) a estas entrañables y antiquísimas fiestas, aportando ayuda económica y facilitando las tareas del adorno y la organización con la ayuda de personal cualificado. En el momento en que se inicia la misma, los vecinos se desviven por atender a sus visitantes e invitados. Nadie es extraño en la candela. Por otro lado, casi te obligan, casi te arrastran a que crujas el gamón (difícil arte para aprenderlo en unas horas) cosa que, si no eres de Ubrique, apenas conseguirás. Pero no te importe, porque el siguiente año, a buen seguro que vuelves —porque la candela arrastra— y entonces si podrás, y también porque los vecinos, ya conocidos son tremendamente amigables y hospitalarios.
Por eso, que ninguno de mis paisanos se sienta olvidado en este reducido trabajo, ni se enfade conmigo porque el nombre de su velada, no aparezca entre estas líneas, pero para los que pretendan venir la próxima vez, Tres Calles. Villaluenga, Culito, Caldereto, Ronda, Guindaleta, Verdura, Toledo, etc., son las que —por su historia— se me vienen a la memoria...
UBRIQUE. DÍA DE LA CRUZ O FIESTA DE LOS GAMONES. Fogata infantil, que junto a la de mayores, daba realce a la noche de fuegos, día 3 de mayo, encendida en la Barriada 18 de Julio. Dentro de una gran fiesta andaluza organizada por su AA.VV.
Día de la Cruz. - Sus orígenes y mis investigaciones.
Vaya como antecedente que yo he fracasado en el intento de conocer el origen de estas peculiares fiestas de la Cruz y la candela. No obstante os diré que mi primer intento por descubrir su origen, o encontrar en otro lugar de España, algo parecido a su celebración, arranca, allá por los años cuarenta, cuando en Sevilla tuve el honor de tener como profesor de griego, al alemán, políticamente refugiado en España, Humberto Pablo Spit, que alcanzó gran popularidad en Andalucía, al retransmitir Radio Sevilla EAJ-5 —la antigua— aquellas recordadas clases de alemán para españoles, hombre de alto nivel cultural y entusiasta investigador de costumbres ancestrales del pueblo español, al que le propuse estudiara un poco nuestra fiesta.
Pasado unos años, en visita que le hice en la capital hispalense me dijo, muy contrariado, estas palabras:
—Como esas fiestas ubriqueñas, no las he encontrado en todo el mapa de España, ni tan siquiera parecidas...
Durante mucho tiempo continué sugestionado por encontrar, bien el origen, bien un parangón a nuestras históricas candelas, relacionándome con muchos compañeros de profesión, de todas las regiones, y muy identificados con las costumbres populares de sus comarcas, investigaciones que se hicieron más intensivas, cuando contacté con otros muchos profesores, metido de lleno en las campañas de Misión Rescate. Es obvio decir que dichas investigaciones fracasaron ya que no encontré el origen que tanto buscaba.
Más recientemente aproveché la época de relaciones públicas como corresponsal de prensa y radio para intentar alcanzar esos oscuros orígenes comentados, y de vez en cuando introducía en mis noticias lanzadas hacia el exterior, el interrogante del origen de nuestras candelas, lamentablemente con los mismos resultados anteriores.
Dejo la puerta abierta para que futuras generaciones consigan descifrarlo.
No obstante, —aunque no nos diga mucho—, sí podemos hablar de una manera generalizada del rito de la cruz y el fuego, pero claro, sin gamones, sin folclore, sin el tipismo especial de que se goza en Ubrique. Se ha demostrado que en la cultura prehistórica se usaba como símbolo una cruz gamada, cuyo cruce estaba muy relacionado con la magia y los brazos acodados representaban las llamas, es decir el fuego.
Pasaron los siglos y la cruz, que era símbolo de castigo, la cristianizaron, formando parte del mundo religioso de la salvación, y el fuego, representaba el averno.
Hoy día no puede separarse de la simbología católica —y de otras religiones— siendo un testimonio permanente, la Cruz como sacrificio y el fuego como elemento purificador.
Estos últimos conceptos entraron en la vida de los pueblos de manera insoslayable, como en el caso de Ubrique, dando indudablemente, origen a nuestra fiesta. Pero, ¿cuándo?, ¿cómo? y ¿dónde?...
1 comentario:
Comentario de Eduardo Janeiro
Recuerdo, que allá por últimos de los años 40, un par de día antes del 3 de Mayo día de la Cruz y de los Gamones, iba con con mi tío Eduardo y con Juan Venegas Garcia o Juanito el de Virtudes,a coger los gamones. Nuestro lugar era el de todos los años, La Caeta, en el término de Benaocaz, donde nos encontrábamos muchos conocidos y hacíamos el regreso llenos de felicidad cargados con el hace a cuesta esperando que llegara ese día de las candelas.
Esta tradición es muy arraigada en nuestro Ubrique y debía de prevalecer para siempre y que no se echara en el olvido.Gracias a esa personas que les ha gustado indagar sobre los origenes, tradiciones y costumbres como fue don Manuel Cabello Janeiro.
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