jueves, 12 de enero de 2012

Antonio Sanz Zamorano. Siempre te querremos, padrino.

Antonio Sanz Zamorano


Por Esperanza Cabello




Muchas, demasiadas veces ya, hemos hablado desde aquí de la muerte desgarradora que nos arrebata a la gente que queremos, a gente buena que nos ha acompañado durante toda nuestra vida y que, desgraciadamente, nos deja inesperadamente.
Ayer murio nuestro tío Antonio Sanz,  nuestro padrino. Una de las personas más queridas y admiradas de la familia, un gran hombre, un magnífico maestro, un innovador, escritor, investigador, y, sobre todo, una persona  con un gran corazón.
Nuestro tío Antonio era gaditano de origen, había nacido  en 1937 en Cádiz, pero sus padres, abuelo Antonio (al que no tuvimos la suerte de conocer) y abuela Quina (una gran señora, cariñosa, educada y elegante) tuvieron que trasladarse a Jerez con sus tres hijos, José Manuel, Antonio y Puri, por motivos de trabajo, cuando Antonio tenía siete años.
Allí fue a la escuela, y allí hizo su bachillerato, en el Coloma. Después estudió magisterio en Cádiz; todas sus ansias eran aprender y enseñar, y muy pronto, ya maestro,  obtuvo plaza en  Grazalema, muy cerquita de nosotros, donde el destino quiso poner en su camino a nuestra tía María Remedios Cabello.
Ella dice siempre que Antonio le había salvado la vida. Hubo un accidente de autobús en la carretera entre Villaluenga y Benaocaz  a finales de los cincuenta, y los dos, Antonio y María Remedios, sufrieron varias heridas. Él la ayudó en aquel accidente y desde entonces sus vidas se unieron para siempre.(En este enlace pueden leer la historia).



Boda de Antonio y María Remedios


Se casaron unos años más tarde, Antonio fue tremendamente bien acogido por toda la familia ubriqueña, nuestros abuelos estaban loquitos con él, porque desde siempre demostró ser una persona de valía, cariñoso, bueno, trabajador y generoso. Incluso fueron padrinos los dos, antes de casarse, de una sobrina de María Remedios, la primera nieta que nació en la familia, cosa poco habitual para la época.


Antonio con Maritina, su primera hija

 Su vida ha transcurrido siempre en Jerez, allí nacieron sus tres hijos, Maritina, Francisco José y Antonio, y allí trabajó como maestro en el Colegio Alfonso X El Sabio.
¡Cuarenta y dos años de profesión! Maestro vocacional, dedicado en cuerpo y alma a la enseñanza, a la investigación, a las tecnologías, a la búsqueda de recursos. Con razón le fue concedida la medalla de Alfonso X por su excelencia en la tarea docente.
Pero su vida ha sido, fundamentalemente, familiar. Nuestro tío estaba dedicado en cuerpo y alma a la familia, a su mujer, sus hijos y sus siete  nietos. En los últimos tiempos sus nietos se han convertido en lo más importante para ellos. Los dos mayores, Paco y Marta, también han querido acompañar a su abuelo hasta el último momento.

Hemos leído en la prensa varios artículos sobre nuestro tío, en el Diario de Jerez  titulan "Adiós al maestro de Humanidad" (pinchar aquí); en La Voz Digital nos dicen que la Política Andaluza y la ciudad de Jerez lo despiden (pinchar aqui)... En ellos hemos leido lo importante que era a nivel público, lo reconocido que era su trabajo, y, lo que para nosotros es lo más importante, lo humano, generoso y humilde que era.

Estamos sobrecogidos con su muerte, tan inesperada y tan impactante. 

"Mis primeros recuerdos de la infancia están íntimamente ligados a mis padrinos, tan cariñosos y atentos siempre. Siempre me mimaron y me colmaron de alegría y de amor. Como era la primera ahijada me llevaban a menudo con ellos, a su casa de Jerez. Recuerdo que él me enseñó los primeros pasos en el ajedrez, juntos jugábamos a un divertidísimo juego de letras y palabras que después me regaló. Con él aprendí a apreciar la música de entonces, tenía muchos discos y me los ponía para que los escuchara. También aprendí a su lado a apreciar los buenos libros, y de la mano de los dos recorrí las calles de Jerez muchas veces en unos paseos deliciosos".

Estos dos días hemos comprobado que la huella de Antonio Sanz Zamorano será para siempre. A su funeral ha asistido un gentío tremendo. En los periódicos hablaban de gente importante, de políticos y autoridades. Nosotros hemos visto a  diputados, a consejeros, a alcaldes (también al alcalde de nuestro pueblo, Manuel Toro, al que agradecemos personalmente su asistencia), a concejales, a muchos altos cargos políticos, pero también hemos visto a  toda la familia, hermanos, cuñados, cuñadas (ha sido impresionante volver a ver a gente añorada más de treinta años después) a primos, primas, sobrinos y sobrinas, entre ellas  a las que han estado al pie del cañón tantos días de hospital por encima de las dificultades familiares... y a maestros, a muchos maestros,  a cofrades, a carmelitas, a periodistas, a escritores, a ingenieros, a cocineros, y a miles de amigos y gente querida.
"Él solo quería que lo quisieran" decía su esposa, rota por el dolor, y así es, todos lo queremos, eso es lo más importante. Es lo menos que se puede tener después de toda la vida dedicado a los demás y a hacer el bien.
Por la prensa hemos sabido también que la alcaldesa de Jerez ha declarado que una de las calles de Jerez llevará el nombre de Antonio Sanz Zamorano.  

Jamás habíamos asistido a un funeral así, ha sido en la Basílica del Carmen, en pleno centro de Jerez. Antonio pertenecía a la Hermandad de la Sagrada Lanzada, y su féretro estaba cubierto con el estandarte de su hermanad. En la basílica no cabía un alma más, de gente que había. La marcha fúnebre lo ha acompañado y  durante la misa el órgano y la música de Manuel Haro han acompañado las oraciones.
Había tantas flores, de tantas personas e instituciones que  ni siquiera se encontraba sitio para todas.




 Panteón de la familia Sanz Zamorano

 Cuando llegamos al  cementerio de Jerez para enterrarlo en el panteón de la familia Sanz Zamorano, todos estábamos seguros de que nuestro tío seguirá con nosotros para siempre, porque los grandes hombres nunca mueren, sino que permanecen en nuestra memoria y en nuestros corazones.
Su vida ha sido un muestrario de buenas acciones, y la prueba de que siempre se puede seguir avanzando, trabajando, investigando y preocupándose por los demás.
Siempre te querremos.




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2 comentarios:

Julia dijo...

Es increíble cómo de pronto la vida pega estos palos...no hace ni un mes que lo vi, y estaba tan feliz como de costumbre.
Siempre tendré un muy buen recuerdo de las veces que íbamos a visitarlos a Jerez y de cuando nos los encontrábamos en la playa en Cádiz.
Un beso enorme a la familia, y sobre todo a tita Reme.

Anónimo dijo...

Qué se dice en estos casos, cuando al enterarse de algo tan duro todo lo de alrededor se hace pequeño e insignificante. Una pena muy grande. No habíamos coincidido mucho, pero tengo muy vivos los recuerdos de ir a su casa en Jerez de pequeño; de jugar con su ordenador, hace 15-20 años rara era la casa que tenía uno y además uno tan bueno, todavía conservo por ahí una partitura que hicimos una tarde, y unos cuantos juegos de mesa que supongo habíamos heredado de alguien más. Lo que son las cosas, hace unos pocos días, al principio de las navidades, nos lo encontramos por Jerez, hablamos un rato como otra vez cualquiera... Te echaremos mucho de menos, padrino.