Un cubito de aceitunas que nos ha regalado nuestro amigo Vicente ¡Muchas gracias!
Por Esperanza Cabello
Preparar aceitunas partidas en octubre y sajadas en noviembre es una tradición que existe en todos los pueblos de nuestra serranía. Antes era tarea obligada en todas las casas, ahora la mayoría de nosotros opta por comprar las deliciosas aceitunas de las pequeñas empresas de la zona o incluso por adquirir las que han preparado las vecinas expertas.
Nosotros no contábamos este año con prepararlas, hasta que nuestro amigo Vicente nos regaló un cubito con aceitunas de su campo, entonces nos acordamos, como siempre, de nuestra madre, que partía aceitunas con gran paciencia en su propia cocina sin manchar nada.
"Tú te pones un baby, abres una bolsa de plástico grande, la pegas con precinto a los azulejos, y en la misma tabla de cortar con cualquier mazo que tengas las preparas."
Así que preparamos la encimera, extendimos la bolsa de plástico y nos pusimos manos a la obra.
Una a una fuimos partiendo las aceitunas y dejándolas caer en el fregadero.
Una vez partidas, les pusimos un buen puñado de sal gorda para que fueran endulzando sin ponerse blanduchas. Es muy importante que el agua que usemos no tenga cloro, así que lo mejor es ir a buscar a los Veinte Pilares una garrafita de agua, o, si eso nos cuesta, podemos dejar un tiempo un par de botellas de agua del grifo abiertas, así el cloro se evapora.
Y finalmente otro de los trucos de nuestra madre: "Encima pones un montoncito de hojas de laurel para que no se estropeen las aceitunas de arriba.".
Así que ya tenemos nuestras aceitunas partidas y en remojo con su sal, su agua sin cloro y su laurel. Ahora solo tenemos que ir cambiando el agua cada dos o tres días hasta que dejen de estar rasposas, entonces, ya endulzadas, nos pondremos a aliñarlas con ajos, pimientos y sal, pero para eso tendremos que esperar aún una par de semanas...
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