Hoy he dado un paseo por la Cañada de los Gamonales. Aunque hay que subir una gran cuesta, la cercanía a Ubrique y lo bonito del paisaje hacen de este paseo un itinerario totalmente recomendable. Conforme se va subiendo la vegetación va cambiando: desde el bosque de alcornoques en la parte baja a los prados más arriba; pero lo más llamativo es la gran muralla de roca caliza que pertenece a la Sierra de Ubrique y que de pronto encontramos ante nosotros.
Según avanzaba, se iba mostrando la Sierra con toda su majestuosidad.
El poblado del Garciago, en la meseta
Foto: Leandro Cabello
Si nos fijamos bien, podemos ver las cuevas, las líneas de sedimento, los derrumbes recientes y ¿cómo no? las ruinas del Poblado del Garciago, un antiguo asentamiento que perteneció al Señorío de Las Siete Villas y que fue abandonado por sus habitantes hace cientos de años, cuando se fueron a vivir a Ubrique. Cuando éramos unos chiquillos vinimos muchas veces con nuestro padre a ver los restos del poblado.
Sobre el tajo pequeño se encontraba el Garciago.
Foto: Leandro Cabello
Ante estos espectaculares cortados uno no puede dejar de pensar que es una zona inmejorable para la práctica de la escalada, y aunque no sea practicante de este deporte, ya me veía calzado con mis pies de gato, el arnés y el saquito de magnesio colgado a la espalda y agarrado a algún saliente. Seguro que además de disfrutar de la escalada disfrutaría con las vistas.
Con estos pensamientos caminaba acercándome al pie del tajo cuando al pasar una angarilla me encontré con este letrero:
Con ésto quedo quedó truncada mi nueva afición a la escalada. Me conformé con llegar al pie del Garciago y ver desde lejos las pocas ruinas que quedan. No me atrevía a subir porque le hago mucho caso a los carteles (también estaba un poco cansado).
Sólo me quedaba pensar en la prohibición: primero se me vino a la cabeza que seguramente el dueño no quiere estar recogiendo a algún herido de vez en cuando. Después pensé en las ruinas y en los posibles restos que todavía se pueden preservar y no debieran perderse.
Pero alcé mi vista a la pared y vi cómo un gran grupo de buitres leonados planeaba en círculos. Algunos se posaban de vez en cuando en alguna de las multiples oquedades y me imagino que la prohibición es por guardar sus nidos . Así que pensé: que vivan tranquilos, ésta sí que me parece una razón de peso.
Ya buscaré otro sitio para comenzar mi nueva afición a la escalada.
Ruinas del Garciago
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