domingo, 6 de junio de 2010

Lo mejor de Ubrique, su gente

Ubrique, años 70



Por Esperanza Cabello



Hace varios días que estoy rondando el mismo tema, y, aunque parezca que no tiene mucho que ver con el resto del blog, quería pararme un segundito en la gente de mi pueblo:

Cuando éramos chicos y venían los tíos y primos de Madrid, notábamos que eran diferentes, hablaban de otra manera y tenían una visión diferente de las cosas. Como niños que éramos, imitábamos su manera de hablar y su manera de comportarse, aunque eso duraba muy poco, nosotros estábamos contentos de hablar con nuestro deje ubriqueño, tan especial y cantarín.

Un poquito más tarde nos fuimos dando cuenta de que éramos únicos, de que hablábamos de una determinada forma porque nuestra fonética había evolucionado más y que nuestro léxico se conservaba riquísimo en matices ya que al ser gente de sierra no estábamos aún demasiado contaminados. Y también de que éramos los herederos privilegiados de todas las civilizaciones que nos habían precedido y nos habían dejado su legado aquí, entre la Sierra.

Éramos niños sanos, que corríamos por el pueblo jugando al salir de la escuela mientras había sol y que conservábamos nuestra cultura y tradiciones porque así nos habían enseñado.

Después llegó el desarrollo de los años sesenta y setenta: cientos de familias de otros pueblos vinieron aquí y los acogimos como si fueran de nuestra familia, trabajábamos codo con codo muchas horas al día, sentados en los banquillos de las petaquerías, tanto los niños de aquí como los recién llegados aprendimos a llevar el pisto en el jarrillo de lata a la hora exacta, para que los petaqueros y petaqueras pudieran seguir trabajando.

Poquito a poco, entre todos, conseguimos hacer del nuestro un pueblo trabajador, artesano y de prestigio mundial, en el que siempre fuimos todos creciendo a la par, y en el que siempre había alguien que se preocupara del bienestar de su vecino.

La piel de Ubrique se convirtió en un símbolo de garantía (hubo un momento en el que incluso se pensaba que el "ubrique" era un animal de piel valiosa), y los empresarios y petaqueros ubriqueños en garantes de calidad y trabajo bien hecho.

Después del trabajo seguíamos siendo gente sencilla: el Día de la Cruz, el Día de los paseos, la subida al San Cristóbal, la Romería, el Corpus, la Feria... eran nuestras fiestas y las celebrábamos de la mejor manera posible.

En la escuela nos enseñaron nuestros maestros a respetar nuestro entorno, a descubrir a las civilizaciones que nos habían precedido y a querer y proteger nuestro patrimonio.

Poco a poco el pueblo se fue haciendo grande, y aunque el ambiente familiar se fue disolviendo y empezaron los primeros problemas en la marroquinería, continuábamos siendo un pueblo ejemplar, en el que el trabajo bien hecho seguía estando por encima y en el que surgían normalmente movimientos de ubriqueños y ubriqueñas que se movían por la cultura, por defender nuestras raíces, por continuar lo que nos habían enseñado y preocupándose siempre por todos ...

Ahora somos un pueblo grande, vapuleado por el vaivén económico de los últimos tiempos y en el que las cosas no son, desde el punto de vista de la economía, nada gratificantes.

A pesar de todo podemos ver cómo los ubriqueños y ubriqueñas siguen siendo gente sencilla y solidaria, que disfruta con fiestas sin alardes, capaz de poner toda su ciencia en hacer un buen gañote o en crujir un buen gamón.

A los que tenemos la suerte de trabajar con jóvenes nos sigue llamando la atención que nuestros alumnos y alumnas sean gente tan cariñosa, tan educada, tan sana desde todos los puntos de vista, tan interesada, tan comprometida. Por supuesto que los adolescentes tienen su idiosincrasia, pero, en el caso de Ubrique y de esta zona de la Sierra (en mi instituto cursan la secundaria todos los niños y niñas de los pueblos de la zona), los maestros estamos más que contentos con ellos, y trabajamos en circunstancias totalmente diferentes de lo que cuentan los enseñantes de otras zonas.
Este curso, por ejemplo, al despedir a los de segundo de bachillerato, que llevan con nosotros seis años, era posible ver a alumnos y profesores emocionados por la despedida.
Esos jóvenes, junto con todos los demás de Ubrique, El Bosque, Grazalema, Benamahoma, Villaluenga, Benaocaz y muchos otros, han colaborado año tras año en tareas solidarias, apoyando a Cáritas, al pueblo Saharaui, a la Cruz Roja, a Manos Unidas, a Unicef y a todos los que han solicitado su apoyo.

Los ubriqueños y los serranos son capaces de mover a todo un pueblo para recaudar fondos con los que ayudar a los más necesitados.

Todos los centros de enseñanza hacen, durante todos los cursos, colectas y organizan actividades para recaudar fondos con fines solidarios, que, al menos este año, se han enviado a Haití y se han entregado a Cáritas.

Constantemente hay además iniciativas privadas con estos fines, recordamos, por ejemplo, la barra que Ash, una americana que trabaja como asistente de inglés en Ubrique, puso en el Jardín durante un concierto, que tuvo un gran éxito.

Hace un par de semanas que una Asociación Cultural organizó un espectáculo de baile y danza para ayudar a los necesitados de Ubrique y todas las academias del pueblo colaboraron. Por cierto, que el espectáculo, en la Plaza de Toros, fue un lujo en el que todo estaba bien organizado y en el que la calidad de los artistas destacaba especialmente.
Esta semana la Escuela Municipal de Música también ha presentado un espectáculo con fines solidarios.
Los pintores y fotógrafos del pueblo, por ejemplo, han colaborado en las rifas escolares donando sus obras para fines solidarios.
El Belén Viviente que se celebra en Navidad también destina su recaudación a fines sociales, y la Feria Chica, de la semana que viene, igualmente.
Supongo que estaré dejando en el cajón muchas más iniciativas: La gente se vuelca en ayudar, eso podemos verlo en la calle diariamente.

No sé exactamente a qué será debido; quizás el esfuerzo de estar en el banquillo tantas horas, quizás nuestros orígenes sencillos de gente de pueblo, quizás el sentimiento de formar parte de una comunidad, quizás es lo que nos han enseñado...

El caso es que, sin lugar a dudas, lo mejor de Ubrique es su gente:

Por encima de la Sierra, por encima del trabajo bien hecho, por encima de sus casas encaladas, por encima de las rutas naturales, por encima de las ruinas romanas, de los museos, de los monumentos, de la gastronomía, de las fuentes, de los manantiales, de las cuevas, de las calles empedradas; por encima de la piel... siempre estarán las personas.


¿A qué viene todo ésto?
A que no entiendo cómo un patán puede pretender mancillar nuestro nombre y no puedo soportar oír hablar mal de mi pueblo y de los pueblos de la Sierra. Es increíble que un solo insensato sea capaz de dañar la reputación de buenos trabajadores y buenas personas que tanto trabajo y tantos año ha costado crear.
Es una lástima que alguien así esté en la nómina de una emisora, tenga acceso a un micrófono y lo utilice para insultar a todo un pueblo y a toda una comarca.

Bien, tendremos que seguir como siempre, e intentar que las malas palabras y las malas intenciones se difuminen poquito a poco.


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2 comentarios:

Juli dijo...

Desde luego vaya sin vergüenza ese que se hace llamar "periodista"...Es una pena que por culpa de algún que otro personajillo se nos juzgue por brutos: contra la ignorancia de Miguel Temprano no hay nada que hacer!Viva Ubrique!!!!!!

Javier Janeiro dijo...

No sé lo que ha escrito este señor Miguel Temprano y me gustaría saberlo. Si os puedo decir que llevo fuera de mi pueblo más de cuarenta años, todavía no he perdido la forma de hablar de Ubrique, y cuando me preguntan: ¿es Vd andaluz?, les digo si soy andaluz y de Ubrique, y siempre he estado enamorado de mi pueblo y de sus gentes, saludos