Por María José Cabezas Cabello
El 13 de agosto de 2010 se cumplen 40 años de la muerte de Francisco Panal Ramírez, Obispo Panal, que sucedió allá en su querida República Dominicana. Aunque dejó su pueblo natal, Ubrique, muy joven, en 1905, apenas con 12 años se fue a estudiar a Antequera para tomar los hábitos de fraile capuchino, nunca olvidó su patria chica y su familia que aquí vivía.
Mi tío Manolo Cabello Janeiro nos dio a conocer en su libro "Obispo Panal, un hombre comprometido (1997)" la personalidad de este paisano nuestro y la Fundación que se creó con su nombre, Fundación Panal, en la ciudad de La Vega, de la República Dominicana.
Después, gracias a Monseñor Antonio Camilo González, obispo actual de La Vega y a Monseñor Rafael Mauricio Vargas, conocí un poco más sobre la vida y obra de este gran hombre. Y Mario Vargas Llosa lo inmortalizó en su obra del año 2000 La fiesta del Chivo, al narrar cómo el Obispo Panal hizo que el dictador Trujillo se arrodillara en la Catedral de la Vega, para pedir perdón por sus pecados…. Hombre valiente, le dijo M. Camilo al oir lo que le había dicho Panal a Trujillo y el Obispo le contestó humildemente: ¡Qué va, hijo¡ Yo no soy valiente…sino sencillamente en cada momento trato de hacer lo que me corresponde hacer.
A medida que fui conociendo la personalidad de Francisco Panal, me entusiasmó cómo vivía los valores evangélicos, no sólo predicando sino actuando con su ejemplo. Uno de los sellos distintivos de Monseñor Panal era su pobreza; realmente supo elegir la orden en la cual iba a vivir su vocación y así durante toda su vida no tuvo más de dos hábitos, que en ocasiones él mismo lavaba uno, lo ponía a secar, mientras tenía el otro puesto.
Y la fuerza, como todo cristiano, la sacaba de la oración. Contaba Mauricio Vargas en un programa de radio que conmemoraba el 27 aniversario de la muerte del Obispo Panal, que éste era un gran adorador del Santísimo; que solía acostarse muy temprano y a eso de las 12 se levantaba, iba a la catedral, exponía el Santísimo y se quedaba hasta las 5 de la madrugada, adorando al Santísimo y meditando o escribiendo todo lo que iba a decir durante el día siguiente. Hombre de oración que se llenaba de Dios para llevarlo a los demás. Monseñor Panal pensaba siempre en los demás y siempre tenía para dar a los demás. ¡Cuántos miles de pobres comían en La Vega por Panal¡ ¡Cuántas personas vestían por Panal¡….
Con estas breves palabras, quiero hacer mi modesto homenaje a un gran hombre, el Obispo Panal, en el 40 aniversario de su muerte.
María José Cabezas Cabello.
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(Nota: hace un par de años nuestro amigo José María Gavira publicó en Los Callejones un artículo sobre el Obispo Panal (pinchar aquí para leerla) y hoy podemos leer en su apartado cultural este artículo de María José.)
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Mi tío Manolo Cabello Janeiro nos dio a conocer en su libro "Obispo Panal, un hombre comprometido (1997)" la personalidad de este paisano nuestro y la Fundación que se creó con su nombre, Fundación Panal, en la ciudad de La Vega, de la República Dominicana.
Después, gracias a Monseñor Antonio Camilo González, obispo actual de La Vega y a Monseñor Rafael Mauricio Vargas, conocí un poco más sobre la vida y obra de este gran hombre. Y Mario Vargas Llosa lo inmortalizó en su obra del año 2000 La fiesta del Chivo, al narrar cómo el Obispo Panal hizo que el dictador Trujillo se arrodillara en la Catedral de la Vega, para pedir perdón por sus pecados…. Hombre valiente, le dijo M. Camilo al oir lo que le había dicho Panal a Trujillo y el Obispo le contestó humildemente: ¡Qué va, hijo¡ Yo no soy valiente…sino sencillamente en cada momento trato de hacer lo que me corresponde hacer.
A medida que fui conociendo la personalidad de Francisco Panal, me entusiasmó cómo vivía los valores evangélicos, no sólo predicando sino actuando con su ejemplo. Uno de los sellos distintivos de Monseñor Panal era su pobreza; realmente supo elegir la orden en la cual iba a vivir su vocación y así durante toda su vida no tuvo más de dos hábitos, que en ocasiones él mismo lavaba uno, lo ponía a secar, mientras tenía el otro puesto.
Y la fuerza, como todo cristiano, la sacaba de la oración. Contaba Mauricio Vargas en un programa de radio que conmemoraba el 27 aniversario de la muerte del Obispo Panal, que éste era un gran adorador del Santísimo; que solía acostarse muy temprano y a eso de las 12 se levantaba, iba a la catedral, exponía el Santísimo y se quedaba hasta las 5 de la madrugada, adorando al Santísimo y meditando o escribiendo todo lo que iba a decir durante el día siguiente. Hombre de oración que se llenaba de Dios para llevarlo a los demás. Monseñor Panal pensaba siempre en los demás y siempre tenía para dar a los demás. ¡Cuántos miles de pobres comían en La Vega por Panal¡ ¡Cuántas personas vestían por Panal¡….
Con estas breves palabras, quiero hacer mi modesto homenaje a un gran hombre, el Obispo Panal, en el 40 aniversario de su muerte.
María José Cabezas Cabello.
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(Nota: hace un par de años nuestro amigo José María Gavira publicó en Los Callejones un artículo sobre el Obispo Panal (pinchar aquí para leerla) y hoy podemos leer en su apartado cultural este artículo de María José.)
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