Herraduras
Cortesía del blog "Coz" (trabajos de forja)
Por Esperanza Cabello
Muchas veces no nos damos cuenta de las cosas que hemos ido perdiendo hasta que algo o alguien nos hace ver que en un lugar determinado había algo desde siempre que ahora se ha perdido.
Hoy nos ha pasado exactamente eso hablando con María Román, casualmente pasó un caballo junto al campo y empezamos a hablar de los caballos, los mulos y los burros por las calles de nuestro pueblo.
María es una mujer aún joven, pero empezó a hablarnos de las herrerías en las que se herraban las caballerías en nuestro pueblo. Ella nos ha contado que cuando ella era una niña (María tiene sesenta y seis años) había en Ubrique tres herrerías.
En la fonda de Rosario, a la derecha del Ayuntamiento, se alojaban los arrieros normalmente, algunos pasaban allí el mal tiempo del invierno, y en esa misma fonda se herraban los mulos y los burros, María recuerda a los hombres cortando los cascos de los animales para poder ponerles las herraduras y después clavándolas con clavos de hierro.
La Plaza de Ubrique en los años 20
Justo a la izquierda estuvo más tarde la fonda de Rosario
También en la salida del pueblo, pasado el catalán, exactamente junto al bar Herradura (con este dato podemos recordar de dónde viene el nombre de este restaurante) se herraban los caballos y los mulos.
Nosotros recordamos perfectamente esta herrería, porque estaba justo enfrente del campo de nuestros abuelos, "La Cerca", y muchas veces nos sentábamos cerca de la puerta para ver cómo el herrero ponía con una gran pericia y maestría las herraduras a las caballerías.
Finalmente María recuerda una tercera herrería en Ubrique, la de la posada de "Gilito", el "Maestro Herrador", enfrente del cine Capitol, donde más tarde estuvo el bar de "Gilito" (Ramón Gil).
En esta posada también se quedaban los arrieros, y María recuerda cómo éstos hacían que los mulos bajaran por una escalera de piedra hasta llegar a la cuadra, que estaba abajo.
Nuestra conversación con María ha proseguido, y hemos hablado de la dura vida de los arrieros. Nos ha contado que normalmente pasaban los malos días del invierno en las posadas del pueblo, y que como no estaban muy "bollantes", algunos de ellos dormían abajo, junto al "hato" (dicho "jato") de los mulos.
Para ganarse la vida, los arrieros hacían serones, empleitas, esteras, reorcillos, peterneras y todo tipo de objetos de palma, esparto y varetas de olivo. María los recuerda fabricándolos en la plaza y vendiéndolos a las familias que, normalmente, se los encargaban.
Transportando mercancías (1987)
Foto: Manuel Cabello Janeiro
Nosotros recordamos perfectamente los mulos, burros y caballos por las calles del pueblo, y a las mujeres recogiendo los excrementos ("cagajones" les decíamos) para utilizarlos como estiércol para las macetas. Recordamos la mula de Frasquito, los mulos y los burros de los panaderos y a la burra Margarita, la última burra que recordamos por la calle haciendo su trabajo. Margarita era la burra de la "Huerta de la Virgen", y traía pueblo los productos que Pepe (el tío de Serafín y Julia) cultivaba en la huerta y su mujer, Rosario, vendía en la plaza, siguiendo la tradición de la familia (su bisabuela Manuela también era hortelana).
Margarita tenía su cuadra en la calle Doctor Fleming, y estuvo trabajando muchísimos años, hasta finales de los ochenta... Quizás fuera ésta la última cuadra que estuviera en servicio dentro del pueblo.
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