Una cocina económica con casi doscientos años
Nuestros bosques, tan frondosos, tan tupidos y con tanta vida, siempre han sido lugares algo tenebrosos por las noches. Nuestros abuelos contaban siempre que había "miedos" en el bosque, luces que brillaban en la oscuridad sin que hubiera nada ni nadie, sonidos extraños que desconcertaban al más pintado e historias de fantasmas y aparecidos por doquier.
Siempre hemos oido historias, como la de la Vieja de la curva de Cortes, que nos asustaban terriblemente de pequeños.
La historia de hoy es, como poco, peculiar. Nos fuimos a uno de esos campos perdidos en los Alcornocales, junto a la Finca de La Fantasma y la de La Fantasía, dispuestos a pasar un tranquilo fin de semana.
Por la noche, como manda la tradición, unos huevos revueltos con patatas para cenar, hechos sobre una cocina económica pero en una cocinita de butano...
Unos deliciosos huevos revueltos
Tenía tan buena pinta nuestro revuelto de patatas que quisimos hacerle unas cuantas fotografías, sobre todo para lucir "cocina económica", que ya quedan muy pocas, y seguro que menos aún en funcionamiento, como esta.
Hicimos las fotos sin notar absolutamente nada raro, nos comimos nuestras papas de cena y nos fuimos a dormir al calor de la chimenea.
Al día siguiente, ya en Ubrique, sacamos las fotografías del móvil, sin reparar en que el humeante plato de comida había tomado un aspecto totalmente diferente, no sabríamos decir si macabro, tenebroso o espeluznante. De lo que si que estamos seguros es de que nunca más comeremos tan tranquilamente como ayer junto a esa cocina:
¡¡¡¡¡¡¡Entre el humo de nuestro plato se ve emerger un rostro humano, primero como soplando el plato, y a continuación dispuesto a comer!!!!!!!
Nuestro invitado sorpresa soplando el plato caliente
Mirando las fotos desde lejos se ve la silueta del invitado anónimo
Imagínense cuántas historias de miedo podrían proporcionarnos las caprichosas figuras del humo que surge de un plato. Dejando la fantasía volar podríamos "ver" cualquier cosa en cualquier lugar, siempre que las condiciones fueran las propicias.
En una carretera oscura, conduciendo de noche, cansados y atravesando el bosque, seguro que podríamos ver muchas veces a la Vieja de la Curva de Cortes, siempre que supìéramos en qué curva mirar.
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