sábado, 26 de enero de 2013

Un francés en Ronda I, por Pedro Pérez Clotet

Ronda
Fotografía gentileza de Manuel Canto

 Por Esperanza Cabello

Hace un par de meses nuestra amiga Conchi nos envió un ejemplar de 1926  de la "Revista del Ateneo", de Jerez de la Frontera. En ella pudimos leer varios artículos muy interesantes y, entre ellos, varios escritos de  Pedro Pérez Clotet, el escritor nacido en Villaluenga del Rosario,  entre los que nos ha llamado la atención "Un francés en Ronda". 
Ya habíamos oído hablar de Monsieur Rocca en "La Sierra del Mediodía", pero nos ha parecido muy curioso que Clotet nos explique los pormenores de la estancia de este francés en Ronda.
 
Este es el texto: 

UN FRANCÉS EN RONDA

Entre las regiones españolas que más  se distinguieron por su heroísmo en la guerra de la Independencia, figura la Serranía de Ronda. Esto no obstante, es una de las menos estudiadas. El Sr. Gómez de Arteche, es el que más se ha ocupado de ella; pero las noticias que a su historia se refieren, se hallan desparramadas por los muchos volúmenes de su obra, y esto dificulta su estudio y lo hace algo molesto.
Los demás historiadores sólo se refieren a ella de pasada y ligeramente. Es por tanto sumamente necesario— si es que no han de permanecer eternamente en el olvido tantos hechos heroicos como tuvieron lugar en las sierras de Ronda, —un trabajo que reúna ordenadamente cuantos datos se encuentran dispersos en multitud de páginas, saque a luz otros que continúan todavía inéditos en los Archivos de los pueblos de la Serranía, y aquilate, en todo su valor, lo que representaron los bravos serranos en aquella gloriosa lucha por la independencia española. Nuestro propósito, ahora, es mucho más modesto. Solo vamos a examinar, brevemente, una interesante narración francesa –sin duda la más importante de cuantas se ha publicado en la nación vecina,- que es imprescindible para el completo conocimiento de esa lucha. Me refiero a la obrita Memoire sur la guèrre des français en Espagne, por Mr. Rocca, officier de Hussards et Chevalier de l’Ordre de la Legión d'Honneur. Estas memorias no son enteramente desconocidas en España. En 1816 fueron traducidas al castellano y en 1890 se publicaron en La Ilustración Católica. Además, el Sr. Salcedo Ruiz ha tratado de ellas en un artículo titulado La primera narración francesa, que se publicó en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos (Nov. – Dic.,  1907). Pero no son, sin embargo, todo lo conocida que su importancia merece. Por eso no está de más que, a título de divulgación examinemos ahora brevemente las páginas que el autor dedica a la Serranía de Ronda. 

Recreación Histórica en El Bosque
Fotografía de Luis Eduardo Rubio


“Esta parte —dice Salcedo—es tan interesante como la novela que lo sea más: las peripecias de aquella lucha irregular y extraordinaria con los serranos, y que nunca se dejaron tomar a Grazalema, su plaza de armas, tiene un encanto ineluctable.»
Ordinariamente están escritas estas páginas—como toda la narración—con mucha ponderación y mesura; cuanto se refiere en ellas es de un gran valor histórico, pues está basado en los partes oficiales. Podrán tener alguna inexactitud de poca monta, y tal cual concepto despectivo para los montañeses, pero en lo fundamental son rigurosamente históricas. Rocca viene a España con motivo de la guerra de los franceses. Estando en Sevilla, recibe órdenes del Mariscal Soult de incorporarse a su regimiento, que se hallaba de guarnición en Ronda, por Utrera, Morón y Olvera—en donde le suceden peripecias muy curiosas—se dirige a la famosa ciudad del Tajo. Al llegar a ella Rocca, ya se había levantado la Serranía contra los invasores. Tres semanas antes había estado en Ronda el propio rey José, a ver si su presencia lograba apaciguar el exaltado ánimo de los serranos. Más su viaje fue inútil. Ni la persuasión primero, ni la amenaza después, lograron reducirlos. Los franceses no podían salir del recinto de la ciudad porque eran atacados furiosamente. El cementerio de la Francia llamaban a la Serranía. Cuenta Rocca, que la primera noche que estuvo en Ronda, fueron encendiéndose en las montañas vecinas, a medida que oscurecía, infinidad de antorchas. 

Recreación Histórica en El Bosque
Fotografía de Luis Eduardo Rubio 



“El enemigo — explica—acababa de situarse en torno eje la ciudad para atacarnos al día siguiente». También en aquella noche oíanse con mucha frecuencia extraños toques de corneta, cuyo significado ignoraban los franceses. Reíanse de tales sonidos, cuando un húsar anuncia al coronel que un parlamentario español desea ser recibido. El coronel ordena que lo introduzcan, y a poco aparece, con los ojos vendados.
«El parlamentario era un joven de bastante buena figura; traía un sombrero redondo a la andaluza, y una chupa corta de paño pardo bordada de un pespunte azul celeste; su insignia era tan solo una faja a la moda del país, en cuyos extremos tenía algunos hilos de plata. En vez de sable traía una espada larga y derecha a la antigua». El parlamentario iba a proponer a los franceses que se rindieran. El general González—según les dijo—ocupaba todas las salidas de la Serranía, con quince mil hombres; además no podrían resistir mucho tiempo, porque apenas 'es quedaban municiones. «Esto era cierto; los soldados de infantería de la guarnición no tenían más que tres cartuchos cada uno; nuestros húsares no podían hacer uso de sus sables en las rocas, donde sus caballos les estorbaban las más de las veces sin serles de ninguna utilidad».
 El coronel disimulando por el pronto la impresión que las palabras del español le producen, contesta a éste, humorísticamente, que lo primero es la cena. Esta, a la que asiste el parlamentario, transcurre alegremente. «El oficial español—dice Rocca — no se separó al principio de la sobriedad que caracteriza a su nación; pero cuando bebimos a su salud, se picó y nos hizo partido; nosotros que durante la comida no éramos sino compañeros, nos llamábamos hermanos a los postres; nos juramos una amistad eterna y, entre otras pruebas de adhesión, prometimos batirnos en combate singular la primera vez que nos encontrásemos». El coronel despide al español después de la cena, sin responder a su proposición. La respuesta fue salir todos los franceses de Ronda aquella misma noche, con el mayor sigilo, y dirigirse hacia Campillos, en espera de municiones. No lo pasaron muy bien durante su ausencia de Ronda. En Campillos son mal recibidos, y en las proximidades de Teba son atacados por los serranos. Por fin reciben las municiones que esperaban con tantos deseos, y emprenden la vuelta a Ronda, en donde entraron sin resistencia. Desde este momento, las luchas con los serranos se suceden sin interrupción. En uno de estos ataques es herido Rocca. Cierto día forma éste parte de un destacamento que, al mando de un capitán, va por paja a unos cortijos próximos a Setenil. Nadie les estorbaba a la ida. 



Recreación Histórica en El Bosque
Fotografía de Luis Eduardo Rubio


Más, a la vuelta, al atravesar un estrecho desfiladero, son repentinamente atacados por los montañeses. Los caballos se paran asustados. El capitán espolea al suyo, pero el animal no le obedece. Entonces Rocca se adelanta y, al pasar solo por el desfiladero, es herido gravemente en una pierna. Por senderos escarpados y con mucha lentitud, porque el caballo en que monta va también herido, llega a Ronda. La narración que vamos examinando, crece al llegar aquí de interés. Los dueños de la casa en que se hospeda Rocca, no consienten que vaya al hospital militar. Le llevan a su casa y se constituyen en sus cariñosos enfermeros. Hasta este momento habían tenido con el francés «una política fría y reservada», por ser enemigo de su país; pero ahora que está herido, no  reparan en eso; lo cuidan con el mayor esmero, «con la generosidad y caridad que distingue tan eminentemente el carácter español». Pocos días después, atacan los serranos a Ronda con más coraje que de ordinario. Los patrones de Rocca, que temen por su vida, lo trasladan, para ocultarlo en lo posible, a una habitación alta de la casa, situada detrás de una capilla de la Virgen, «mirando este lugar como un asilo inviolable». La anciana madre de la patrona queda sola con el herido, rezando por su seguridad. 



 Recreación Histórica en El Bosque
Fotografía de Luis Eduardo Rubio 



«Daba vueltas con más o menos viveza a las cuentas de su rosario, según los gritos de los combatientes y el ruido de las armas de fuego anunciaban que el peligro aumentaba o disminuía». Poco después, es reemplazado por otro el regimiento de Rocca. Sus patrones cuando se marchan los amigos del herido, redoblan con él sus atenciones. Le acompañan constantemente, y por las tardes reúnen en su habitación algunos vecinos que le cantan canciones patrióticas, acompañándose con la guitarra. Una hermana de su patrona, que era religiosa en un convento de la ciudad, también se interesa vivamente por el enfermo, y le envía canastillas de hilas perfumadas y cubiertas de hojas de rosa.
El 18 de Junio se levanta el convaleciente por vez primera, y pocos días después, ya bastante restablecido, parte de Ronda. «Me separé de mis patrones—dice Rocca—con el mismo sentimiento que se experimenta cuando se abandona por vez primera la casa paterna. Ellos también estaban tristes por mi marcha; se habían aficionado a mí por los beneficios de que me habían colmado. » La caridad y hospitalidad españolas habían conquistado el corazón del oficial francés. Ciertamente, cuando entró en aquella casa, lo que menos pudo sospechar fue que iba a abandonarla con sentimiento. Más adelante veremos cómo falsearon sus amigos la sencilla historia de su curación.
De propósito nos hemos fijado principalmente en aquello que se refiere más íntimamente a Rocca. En otro artículo examinaremos el cuadro que nos presenta en sus Memorias de la guerra de guerrillas, tan fecunda en hechos gloriosos; y veremos el tesón y la tenacidad con que supo defenderse Grazalema de los ataques de sus enemigos.

P. PÉREZ CLOTET.
Madrid, Marzo de 1916.


En este enlace podemos encontrar la obra de Rocca.


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