Aceitunas para sajar
"... de aquellas moraditas"
que decía tito Pepe Luis
que decía tito Pepe Luis
Por Esperanza Cabello
Quizás no sea lo más propio recordar el Día de los Difuntos con aceitunas, no siempre encontramos lo más apropiado, pero hoy es así.
No teníamos muy claro si escribiríamos sobre los difuntos o no, este año ha sido muy difícil y muchas personas queridas nos han dejado, así que todo se hace más complicado.
Esta temporada hemos dejado de hacer casi todas las tareas tradicionales que hacíamos: ni mosto, ni vinagre, ni jabón, ni aliñar aceitunas verdes, ni carne de membrillo... Nuestras principales "clientas" ya no están, y no tiene mucho sentido hacerlo si no es para ellas.
Pero hoy, mientras comíamos tranquilamente, veíamos esas aceitunas moradas (que tanto les gustaban a nuestro tío Pepe Luis), en esas ramas tan cargaditas, y hemos pensado que si nuestras tías Reme y Carmen las vieran dirían que es un crimen no cogerlas.
Así que nos hemos puesto a coger una tinajita y mientras las cogíamos nos hemos acordado de todos, de nuestros padres, de nuestras tías, de Leonor, de las abuelas, de nuestro tío. Hasta de la pobre Trufa, que cuando cogíamos aceitunas nos acompañaba y se comía las que caían fuera del canasto.
Y, pensando pensando, hemos decidido que coger y preparar aceitunas es algo que, inevitablemente, tiene que recordarnos a nuestros padres y a nuestros abuelos. Tenemos la suerte de vivir en un paraíso natural en el que aprovechar los recursos del campo era lo normal, y no hay familia -de los que nacimos en el siglo pasado- en la que no se haya ido algún día al campo a coger aceitunas o en la que no hayamos ayudado a nuestras madres a prepararlas.
Todos recordamos a nuestras madres, preparándolas como solo ellas saben, deliciosas.
Y hoy es ese delicioso sabor el homenaje a nuestros difuntos, a los que las prepararon y a los que las disfrutaron. Por un día nos hubiera gustado ser mejicanos e ir al cementerio con un platillo de aceitunas para homenajear a los nuestros (para los mejicanos hoy es un día muy grande, y se van a los cementerios a festejarlo con sus difuntos, les llevan lo que más les gustaba en vida: vino, comida, libros, lo que sea). Estamos seguros de que todo el mundo recuerda las aceitunas de su casa como las mejores del mundo.
Nuestras aceitunas de hoy ya están sajadas, las hemos dejado metidas en agua sin clorar con un par de buenos puñados de sal. En los próximos días iremos cambiando el agua a diario o cada dos días, y seguramente en una semana estarán más suaves y dulces, entonces será el momento de aliñarlas (en esta entrada está la receta) como han hecho las ubriqueñas desde siempre. Somos muy afortunados por poder seguir esta tradición tal y como hicieron nuestras tías, nuestras madres y nuestras abuelas.
¡Va por ellas!
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