Los fuegos artificiales desde nuestra azotea, un año más
Por Esperanza Cabello
Parece mentira cómo van cambiando las circunstancias y la vida. Casi milagrosamente vamos sorteando todos los vaivenes que nos llegan y casi milagrosamente aquí estamos, un año más, viendo los fuegos artificiales de la víspera de la Patrona.
Hace años era un día mágico, toda la familia se reunía en la azotea alrededor de una buena mesa y con mucha alegría. primos, tíos, abuelas, hijos, madres... incluso alguna vez tuvimos alguna visita memorable, como el querido sacerdote Ildefonso en su primeros días ubriqueños, que lo invitó nuestra madre a unirse a la familia.
Hoy todo ha cambiado, ya hace años que no están nuestros pedestales (hace seis días fue el décimo aniversario de la muerte de tita Reme, y tita Carmen y nuestra madre no están desde 2016); pero es que además la pandemia nos tiene a todos locos.
Así que cuando hoy a las once y media iban a comenzar los fuegos, los habitantes de la casa nos fuimos con nuestras sillas a la azotea (mientras la pobre perrita sufría nerviosa el ruido) y nos dispusimos a disfrutar, con nostalgia, de la luz y el espectáculo.
Después las llamadas de teléfono para felicitar a la cumpeañera y a las Remedios de la familia, como es de rigor, y agradecer de corazón que al menos los cinco hermanos Cabello seguimos pudiendo ver los fuegos, aunque cada uno en su aotea.
Y este es el recuerdo de esos fuegos...
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