Periódico "El Guadalete" 21 de noviembre de 1892
Biblioteca virtual de Andalucía
Por Esperanza Cabello
A finales del siglo XIX, según podemos leer en la primera página del periódico del Guadalete, en la Biblioteca Virtual de Andalucía, la seguridad en nuestra sierra era un problema grave, pues fuera del pequeño núcleo urbano había muchos pequeños núcleos de población en aldeas, fincas y campos, y eran precisamente estos los atacados por delincuentes, bandoleros en estado puro, que tenían a la población en jaque.
Transcribimos las quejas que uno de los lectores del periódico envía en forma de carta:
LA SEGURIDAD EN LA SIERRA
No puede estar más abandonada en casi todos los pueblos de la Sierra, no solo la personal sino la de la propiedad, constantemente amenazada por infinitos merodeadores que viven de la sorpresa y del robo.
Apenas pasa día sin que tengamos noticia, ya por conducto particular, ya por el oficial, de algún robo efectuado en aquellos abruptos caminos con la confianza que presta al malhechor la impunidad.
La repetición de estos actos, más frecuentes en el tiempo que entra que en el verano, tiene impedidos a los laboriosos vecinos de los mencionados pueblos, de consagrarse al trasporte de sus productos, y, sobre todo, de emprender los viajes necesarios para adquirir las primeras materias de sus industrias; en una palabra, el terror tiene hoy en suspenso la modesta vida mercantil de muchos pueblos de la Sierra.
Ya que se les priva de carreteras y caminos vecinales cómodos, déseles al menos buen número de fuerzas de la Guardia Civil, que garanticen la seguridad personal.
Como prueba elocuente de lo que venimos lamentando, a continuación copiamos los párrafos más importantes de una carta particular que ayer recibimos de Ubrique:
«Todavía no estamos en el invierno y ya se notan en esta región síntomas alarmantísimos de la seguridad personal que disfrutaremos en el que se espera.
» Después del robo hecho al farmacéutico D. Rafael Sánchez de Medina, en la noche del 11, se han verificado los siguientes:
«Aún clareaba el crepúsculo vespertino cuando se presentaron siete hombres en la casa cortijo del «Retamoso», a tres kilómetros de esta localidad, donde se encontraba el dueño D. Pedro Jaén Rodríguez, con su familia y criados.
«¡Todo el mundo al suelo!, dijeron los bandidos, y le robaron 1.500 pesetas en diferentes monedas, más dos onzas de oro, tres escopetas, mantas y ropas de valor.
«Se fueron tan tranquilos, dejándolos hasta sin pan.
«Encontráronse en pleno día y frente a la venta de «Albuera» a un pobre arriero y lo desbaldaron de 10 únicas pesetas que llevaba.
«Del molino de las «Dos paradas» han desaparecido también once gallinas; y en nuestra población el pánico es indescriptible, particularmente entre los que viven en el campo.
» Los que sufren semejantes perjuicios niegan los hechos cuando las autoridades los llaman para declarar, ante el temor, muy fundado, de escapar peor si los bandoleros cumplen sus pronósticos de quemar y asesinar si algo dicen; y como fusilaron ha poco tiempo Lorda y los suyos varias vacas, propias de un pobre labriego de Villaluenga, que dio parte de que andaban por su terreno, de ahí el silencio que las víctimas se han impuesto.
» Como por aquí no hay más que caminos de herradura y veredas para cabras, a las que forman marco sierras elevadísimas, con crecida vegetación, cada altura es un observatorio para los malhechores, que ven sin ser vistos; y mientras distinguen los vistosos uniformes de la Guardia Civil, encargada de perseguirlos, se ríen a mandíbula batiente de sus infructuosas pesquisas.
» Son siete los bandidos; visten bien, llevan tercerolas[1] y en sus bolsillos interiores pistolas y revólver.
» No les han visto caballos, y se presentan como contrabandistas, y otras veces fingiéndose empleados de la Tabacalera, divididos en dos grupos; pero luego se reúnen para dar un golpe como el del «Retamoso» para el que necesitaban más fuerza.
Aquí no hay otro medio que organizar una columna de Guardia Civil numerosa, con paisanos prácticos también armados; batir todas estas Sierras y tomar las salidas naturales del terreno, por donde pudieran escapar.
» La que compone este Puesto son un sargento y cinco guardias, que no pueden cumplir este servicio tan importante, aun cuando no les faltan ganas.
» En este sentido oficia el alcalde al Sr. Gobernador, pues si esto es ahora, cuando empiecen las lluvias y vengan las necesidades, que consigo trae la paralización de los trabajos agrícolas, el bandolerismo echará raices en esta región, costando más trabajo hacerlo desaparecer.»
[1] Tercerola: Arma de fuego usada por la caballería, que es un tercio más corta que la carabina. RAE
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