Juan Domínguez Fabero
Por Esperanza Cabello
No hay nada más triste, en estos tiempos inciertos de celebraciones navideñas y de incertidumbre por la pandemia, que lamentar la pérdida de un ser querido, más cuando se trata, sin lugar a dudas, de una persona querida y apreciada por todos, de un hombre familiar y cercano que ha dedicado su vida a su familia, su trabajo y sus amigos.
Juan Domínguez es el querido abuelo de nuestra amiga Remedios Rubiales, un hombre al que hemos sabido apreciar a través de sus ojos y de su admiración.
Juan había nacido en Ubrique, en enero de 1935, en el campo que su familia tenía en el Cerro Mulera. Desde muy pequeño supo lo que eran las duras tareas del campo, pues fue el segundo de cuatro hermanos, pero se dedicó a ellas con tesón y voluntad, dando lo mejor de sí mismo para que la familia prosperara, para ayudar a los suyos.
Juan era un ser especial por sus actos. Siempre mirando al prójimo y cuidando al que más lo necesitaba. Son muchas las anécdotas que contó de la posguerra, tiempos muy difíciles. Pero él era una hombre de palabra, honesto, humilde, sabio, recto, amigos de sus amigos. No tenía nada suyo. Ayudó a todo el que necesitaba de él, trabajó siempre en el campo encargándose de los trabajos más duros.
Juan Domínguez durante su servicio militar
Los hermanos Domínguez eran muy conocidos por su buen trabajo, y siempre que había una faena considerable recurrían a ellos por su rapidez y su eficacia.
Más tarde se dedicó con su esposa, que era una mujer emprendedora, a la hostelería, y Juan fue conocido y apreciado por todos los ubriqueños que tuvimos la ocasión de compartir en su establecimiento cientos de tardes o fines de semana en la Venta del Chorizo, aunque nunca perdió su apego a la tierra, a los trabajos del campo y a la vida sana y sencilla.
Había conocido a la que fuera la mujer de su vida, Mariana Clavijo Jiménez, y habían contraído matrimonio en 1959. Mariana era una petaquera de las buenas, estaba contratada y dada de alta en una de las mejores fábricas de Ubrique de los años cincuenta, la de Piña, y como era habitual en la época, al casarse dejó la petaquería para dedicarse a los trabajos de la casa y el campo con su marido, aunque Juan, un hombre familiar y cariñoso, se encargaba siempre de los trabajos más duros para proteger a su querida esposa, ambos tuvieron una niña a la que llamaron Francisca, por ser el nombre de la abuela paterna.
Mariana Clavijo Jiménez, una mujer familiar y cariñosa, excelente cocinera.
Juan y Mariana formaban una pareja ejemplar y cariñosa, se quisieron muchísimo. Siempre estuvieron juntos trabajando codo con codo. En el bar, en el campo... hasta la muerte de Mariana en 2009.
Recordamos a toda la familia en aquella época, de las tardes y los fines de semana en la Venta, íbamos allí desde muy pequeños, en familia, y entonces Juan y nuestro padre mantenían buenos ratos de charla, ambos eran muy buenos conversadores, sentían aprecio mutuo y recordamos algunos de los comentarios de admiración sobre él.
También nos llamaba la atención aquel nido de golondrinas que Mariana y Juan mantenían en el interior de la venta, siempre nos pareció magnífico que permitieran a las golondrinas hacer su nido dentro de su casa y que además estuvieran orgullosos de ese gesto tan humano y tan cercano a la naturaleza.
Seguro que todos los ubriqueños que tenemos una cierta edad recordamos a esta familia y su negocio, la Venta del Chorizo, que se mantuvo en funcionamiento desde 1966 hasta el 2004.
A partir de esta época hemos tenido la suerte de conocer a Juan a través de su hija Paqui y de la mirada de su nieta, Remedios, y hemos visto en ella el amor grandioso que profesaba a su abuelo. Ambos han tenido esa relación especial, ese lazo que solo se consigue en muy pocas ocasiones. Juan le ha dedicado miles de momentos y no solo le ha enseñado a vivir cerca de la naturaleza y a respetar el entorno, sino que le ha transmitido fuertes valores que hacen de ella, como de él, una persona excepcional.
El tesón, la valentía, la fortaleza, el estar siempre dispuesto para los demás, la energía para afrontar las adversidades con la mejor cara y la mejor sonrisa; la templanza, la seguridad...
También Remedios y Paqui se han consagrado, desde la muerte de Mariana, al cuidado de su padre y abuelo, siempre hemos apreciado ese amor incondicional, esa dedicación, ese cuidado. Nos emocionaba verlo sentado, en los buenos días, a la puerta de la Academia, saludando a quienes pasaban y dedicando algún ratillo de charla con los conocidos.
Nos conmueven las palabras de Reme al hablar, rota de dolor, de su abuelo:
"Un ser mágico, porque gracias a él creo que existen los cuentos de hadas. Dio su vida por todo el que lo rodeó. Noches de lluvia, frío, calor, exigencias. Un hombre fuerte y a la vez muy noble y sensible. Parecía un persona del siglo XXI por su forma de ver la vida. Me enseñó a desenvolverse en el campo, en la vida en el mundo. Todo lo que sé se lo debo a él.
Es la persona que más quiero en este mundo y por la que me deja un fuerte vacío, el no poder llegar a decirle mi día a día."
Tristemente, Juan ha fallecido el pasado día 21 de diciembre, el destino ha querido que fuera exactamente el día en el que se celebraban sus 62 años de casado. Seguro que Mariana lo estaba esperando y ambos siguen ahora pendientes de "sus niñas", para que no les falte nada, siempre estarán en sus corazones, porque ellos les dedicaron toda su vida y ahora Paqui y Reme guardarán sus mejores recuerdos.
Queremos mandar a toda su familia, a sus amigos y a quienes tanto lo apreciaban todo nuestro caríño y nuestras condolencias.
El próximo miércoles, 29 de diciembre, a las siete y media de la tarde, tendrá lugar en la Iglesia de Nuestra Señora de la O la misa funeral.
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1 comentario:
Juan era y es un ser especial,cariñoso y siempre con un saludo de bondad,nuestro vecino y amigo siempre en nuestro corazón
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